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Inclusión de “sentidos culturales” diferentes en el ejercicio intelectual

Ana M. Pino Jordán
Grupo de Estudio: Interculturalidad
Puno, septiembre del 2008

Interculturalidad es la relación entre dos sistemas culturales[1], culturas históricas diferentes y ninguna de ellas ‘muda’[2].

Si esto se reconoce cómo válido, cuestión previa para desarrollar interculturalidad en el Perú, tendría que ser el reconocer las diferencias entre los sistemas culturales que se relacionan. Sin embargo, nuestro país es pluricultural y esta característica sólo se utiliza en la retórica de los políticos e intelectuales. La investigación que analiza, interpreta, caracteriza al país, sirve de sustento para propuestas de desarrollo, en cualquier aspecto de la vida del país, y de gobernabilidad, corresponde, y se corresponde, casi en exclusividad, con el sentido[3] de uno solo de los sistemas culturales, el dominante. La existencia o posibilidad de “otros sistemas” es ignorada.

Hasta hace pocos años, era aceptada la idea que la sociedad peruana, en la concepción de Estado-nación, era homogénea y que las diferencias o eran sociales o económicas o la combinación de ambas. Los grandes sustos provocados en los últimos procesos electorales por los candidatos “antisistema” no pasaron de eso; es decir, no sirvieron para evidenciar las diferencias de sentido entre esos DOS Perú que alberga nuestro territorio patrio: el uno dominante y el otro excluido. Acabado el proceso electoral, el ritmo del país vuelve a su normalidad y la preocupación mayor parece ser cómo va el Perú, a secas, en el contexto mundial.

Con la globalización, por un lado del mercado, tanto económico como financiero, y por otro, de la comunicación por satélite, el fracaso de las soluciones probadas para acortar los desequilibrios entre pueblos y naciones, además de los riesgos que corre el planeta por el cambio climático; se ha hecho necesario considerar las diferencias culturales en busca de soluciones. Sin embargo, la elite pensante en el país, que tendría la responsabilidad de proponerlas, parece no percatarse de ello y mayoritariamente se enfrasca por seguir probando, en nuestra sociedad, las propuestas que vienen del primer mundo: economía de mercado (exportación), democracia, ciudadanía, gobernabilidad, revolución verde, etc.

Esta tendencia de la elite pensante, en el país, no es inocente ni gratuita. Generalmente, la intelectualidad peruana se forma en las canteras universitarias que son parte de su sistema de educación superior, o profesional. Las universidades son hijas de la ilustración y del “conocimiento científico”, fundamentales para la reproducción de la cultura dominante o hegemónica. Es probable que para esta élite, otras formas culturales de producción de conocimiento no existan o correspondan a sociedades no modernas y por consiguiente, carezcan de importancia. Probablemente les sea más fácil demostrar la inviabilidad de propuestas en países como el nuestro, pluricultural, que considerar que la mayoría de la población peruana, excluida no sólo por la economía, responde a otra matriz cultural y que sus análisis y propuestas (“tecnócratas”, lúcidas y casi perfectas) les llega y las perciben pero con sentido diferente.

¿Estaremos frente a una elite que reproduce una mentalidad colonial como expresión de ese racismo emocional que es el peruano?[4] O ¿será el efecto del racismo institucionalizado a partir del siglo XIX, con la formación de los nuevos estados nacionales que creyeron acabar con las diferencias, cuando al sustentarse en la democracia, crearon ciudadanos?[5] ¿Por qué ese sistemático olvido, u omisión, de considerar los diferentes sentidos culturales existentes en nuestra sociedad a la hora de analizarla y estudiarla cuando es aceptado, por todos, el carácter multicultural y pluricultural del país?[6]. Claro que no es una problemática exclusiva del Perú; se puede escuchar el reclamo desde cualquier país latinoamericano con características de pluri y multiculturalidad a su interior y que han atravesado por proceso históricos paralelos al nuestro.

La cultura, como si fuera una sola, es abordada por especialistas y tratada como tema en si y para si. Sin embargo, hay diversos estudios sobretodo antropológicos, lingüísticos, etnohistóricos, que orientan su ejercicio intelectual en aspectos culturales de esos “otros” que en nuestro país constituyen la mayoría de la población y que en los últimos tiempos van sosteniendo la pervivencia de “lo andino”[7] y proponiendo salidas como por ejemplo, la de una ciudadanía multicultural en el Perú[8]. En los últimos diez años, los trabajos sobre lo andino desde una perspectiva filosófica e intercultural son más numeroso[9] aunque, la mayoría de autores, analizan la cultura desde sus propias categorías conceptuales, no precisamente andinas; aún así, refleja su inquietud y preocupación por lecturas diferentes. Trabajos pioneros para entender a los ”otros” con categorías propias que permitan dar sustento sólido a un análisis intercultural son poco[10], pero en la medida que no son utilizados como herramientas de re-interpretación y análisis de nuestra sociedad y su problemática, permanecen aislados y quedan como mero ejercicio intelectual; en esas condiciones, la interculturalidad se vuelve cada vez más abstracta y utópica. Ubicar las equivalencias de sentido entre dos sistemas culturales diferentes es la tarea, y si, como va sucediendo, se sigue priorizando casi exclusivamente la matriz cultural que siempre fue hegemónica, construir una sociedad mejor para todos será como hasta ahora resulta siendo: casi imposible.

Algunos plantean que la búsqueda de puentes interculturales tiene que partir de los “otros”. Es posible que la lucha por la educación, haya sido su esfuerzo por ser incluidos. Sin embargo, luego de más de un siglo de “escuela” la sociedad peruana no es más viable por su impacto, lo que indica que la educación resulta siendo útil a un proceso de aculturación que homogeniza. Si el sistema educativo diera la misma importancia y abordara los sistemas culturales “generales”[11] con el mismo énfasis y respeto, tal vez fuera útil a un proceso de interculturalidad. Plantear que los “otros” expresen su liderazgo con las mismas características con las que lo haría un representante del sistema cultural dominante es seguir ignorando las diferencias[12].

El desafío está planteado, el desarrollo del país pasa por buscar una sociedad con menos inequidades o asimetrías a través de actitudes inclusivas y políticas que consideren el carácter pluricultural de nuestra sociedad. Para ello, el análisis intercultural debería constituir una herramienta de uso transversal en las re-interpretaciones necesarias que haya que hacer sobre la sociedad peruana (por ejemplo, para encontrar las diferencias en conceptos como democracia, ciudadanía, sujeto social, organización, justicia, derecho, propiedad, género, producción, planificación, desarrollo, entre otros). Una nueva hornada de intelectuales “inclusivos” tal vez permita vislumbrar un Perú transitando por puentes interculturales que hagan más viable el país para las futuras generaciones.



[1]
Solís Fonseca, Gustavo. Interculturalidad: encuentros y desencuentros en el Perú”. En: Heise, María. Interculturalidad, Creación de un concepto y desarrollo de una actitud. Artículo editado y compilado, en el marco del Programa FORTE-PE -MINEDUC, Convenio PER/B7 Lima – 2001. Lima, Perú: Inversiones Hatuey S.A.C., 2001. Pp. 97-112:98.

[2] De Vallescar, Diana. “Consideraciones sobre la interculturalidad y la educación”.  En: Heise, María. Interculturalidad, Creación de un concepto y desarrollo de una actitud. Artículo editado y compilado, en el marco del Programa FORTE-PE – MINEDUC, Convenio PER/B7 Lima – 2001. Lima, Perú: Inversiones Hatuey S.A.C., 2001. Pp. 115-136:120. Interesante en este trabajo resulta sus “aproximaciones a la interculturalidad” (p. 123) y lo que la autora denomina “descriptores de la interculturalidad” (p. 124)

[3] Tratado en filosofía como “horizontes de sentido” o “un conjunto de asunciones valorativas y ontológicas que, desde un saber originario, previo a la distinción entre lo intelectual, emotivo y práctico-sensible, dote de significado al mundo y la vida, dando cuenta de su acción o de aquello que le acontece o asunciones originarias que articulan, orientan y delimitan el ámbito de racionalidad de la acción. Así entendido, el horizonte de sentido articula una topología (o disposición espacio-temporal) en que todo lo que acontece halla su lugar y proyecta un orden teleológico que sostiene los fines, los propósitos de la existencia.” (Depaz, Zenón, 2005. «Horizontes de sentido en la cultura andina». En: Peña C., Antonio y otros. La racionalidad andina. Lima, Perú, Ed. Mantaro, 189:49 pp.

[4] Portocarrero, Gonzalo. 1993. “La cuestión racial: espejismo y realidad”. En: Racismo y Mestizaje. Lima: SUR, 1993. pp. 181-223.

[5] Gonzáles Manrique, Luis E. 2006. “¿Quiénes somos?: Multiculturalismo y relaciones interétnicas en América Latina”. En: Crónicas urbanas. Análisis y perspectivas urbano-regionales. Cusco: Centro Guamán Poma de Ayala. Año X, Número 11. pp. 39-52

[6] Pino J. Ana M. 2005. “Reflexión en torno a la investigación en el país”. En: Cabildo abierto. Revista de análisis político. Puno, Perú. N° 8, agosto 2005. Pág. 18. Comentario a propósito de un análisis publicado sobre el caso Ilave.

[7] Arnold, Simon P.  2004. “Ritualidad y cambios: El caso aymara”. Lima, Perú: IDEA/CEP. 164:90.

[8] Espinosa, Oscar. 2003. “Desafíos a la ciudadanía multicultural en el Perú: El ‘mito del mestizaje’ y la ‘cuestión indígena’. En: Nila Vigil & Roberto Zariquiey. Ciudadanías inconclusas: El ejercicio de los derechos en sociedades asimétricas. Pp. 77-89

[9] Por ejemplo: Landolt, Gredna. Edic. El ojo verde: Cosmovisiones amazónicas. Lima, Perú: Ed. Del Umbral, 2000. 285pp., que trata el tema desde diferentes enfoques en grupos amazónicos como los Achuar, Ashaninka, Awajun, Bóóraá, Kandozi, Kishwa, Kukama-Kukamiria, Nomatsiguenga, Shawi, Shipibo, Shiwilu, Tikuna, Uitoto, Wampis. También el trabajo de Guallart S.J., José María. La tierra de los cinco ríos. Lima, Perú: Instituto Riva-Agüero, N° 156 / BCRP Fondo Editorial, 1977. 164p. // GARCÍA, Federico, ROCA, Pilar. 2004. “Pachacuteq: Una aproximación a la cosmovisión andina”. Lima, Perú: Fondo Editorial del Pedagógico San Marcos. 228p. Ensayo sobre las manifestaciones y aportes de dimensión universal de la cultura Andina. // LOZADA PEREIRA, Blithz. 2007. Cosmovisión, Historia y Política en los Andes. La Paz, Bolivia: Producciones Cima Editores. 320p. Establece una nueva línea de investigación porque sistematiza filosóficamente el pensamiento andino, valorándolo, criticándolo, orientándolo y afirmándolo como un producto cultural.

[10] Por ejemplo: Estermann, Josef. 2006. “Filosofía Andina. Sabiduría indígena para un mundo nuevo”. La Paz, Bolivia: Segunda Edición, ISEAT. Pág. 261 // PEÑA C., Antonio, DEPAZ T., Zenón. QUESADA C., Félix. (otros).  2005. La racionalidad andina. Lima, Perú: Editorial Mantaro.  189p. Particularmente importante resultan los trabajos de Zenón de Paz (“Horizontes de sentido en la cultura andina”: 47-76) y de Antonio Peña Cabrera (“Racionalidad occidental y racionalidad andina”:  29-45)

[11] Las lenguas que eran usadas por poblaciones nativas numerosas, fueron denominadas “generales” por muchos de los cronistas españoles que registraron lo que iban encontrando en el nuevo mundo. El idioma es una construcción social para expresar un “horizonte de sentido” (Ver: Godenzzi, Juan C. En las redes del lenguaje: Cognición, discurso y sociedad en los Andes. Lima, Perú: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico: Colegio de las Américas, 2005), de lo que se puede inferir que en el país hay también sistemas culturales a los que podemos denominar “generales”, concretamente el “occidental” y el “andino”, que  ontológicamente podría extenderse al “amazónico” (Olórtegui S., Julio: Racionalidad amazónica y racionalidad occidental. En: www.institucional.us.es/revistas/revistas/themata/pdf/39/art71.pdf)

[12] Por ejemplo: Nelson Manrique señala en su análisis sobre el racismo (En la introducción de: La piel y la pluma. Escritos sobre literatura, etnicidad y racismo. Lima: SUR/ CIDIAG, 1999, p. 22):   “a pesar de la multiplicidad de voces que provienen  [del indigenismo], es posible señalar algunas constantes en sus formulaciones, que derivan en buena medida de su carácter de discurso exterior al mundo indígena.”  Sin embargo, su análisis omite cuestionar el por qué ese “mundo indígena” ha permanecido en ese “aparente” silencio.

2 comentarios

  1. De: José Sánchez Narvaez
    Fecha: Oct 03, 2008

    Se puede apreciar que la interculturalidad es un enfoque y también estrategia para intentar el desarrollo armónico y sostenible de nuestro país. Hay mucho que analizar y proponer pero, desde mi óptica, veo un proceso difícil de asimilar los conceptos y propuestas interculturales por parte de los dominadores y tomadores de decisiones.

    Esta dioficultad radica en el desconocimiento de las realidades diferentes y, la conciente o subconciente negación del \»otro\» por conveniencia o miedo de las élites. Sería interesante aportar desde las investigaciones respecto a las racionalidades de cada cultura.

    Por ejemplo, se ha expresado que en el Area Andina Central hay dos culturas ancestrales y originarias diferentes a la occidental (sin olvidar otras menos extensas), nos referimos a la quechua y aimara. Según se propuso estas culturas tienen una racionalidad histórica propia o racionalidad andina y, por consiguiente una lógica diferente.

    Se dice que esta lógica es trivalente pues diferencia una tercera opción válida frente a la lógica occidental bivalente. Es decir, entre bueno y malo no está lo ambiguo o medio bueno y medio malo sino, una tercera opción diferente a las dos anteriores.

    Lo mismo ocurre entre otros parámetros que escapan a nuestra comprensión y que se puede graficar así: entre negro y blanco no está el gris o plomo sino otro color diferente que, podríamos dicir el verde, solo como ejemplo.

    Ante lo desconocido, el facilismo da como resultado la negación y la exclusión, cuando no la explotación y la fuerza bruta.

  2. De: Ana María
    Fecha: Oct 06, 2008

    Efectivamente, no sabemos mucho del «otro» desde sus propias categorías, casi todo lo que se ha escrito sobre ello es con y a través de las categorías teóricas de la cultura dominante que es la que le da el carácter «científico» a lo que se estudia o investiga. Sin embargo los «otros» al tener, como dices, otra racionalidad, también deben tener otra forma de producir conocimiento que al igual que su cultura, son conocimientos considerados «no válidos», lo que reafirma la inequidad y lo injusto de su exclusión. Pero creo que poco a poco se hace más evidente la necesidad abordar el tema. Los últimos indicadores son la inclusión de propuestas de interculturalidad en educación, salud y últimamente en derecho, desde el propio Banco Mundial o la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada en setiembre del año pasado por la ONU.

    Sin embargo, los investigadores, tanto de ciencias exacta como científicos sociales, tenemos la gran responsabilidad de repensar, releer, todo lo avanzado hasta ahora en la perspectiva de lograr en sus resultados, incluir los sentidos culturales de los «otros», de tal forma que las propuestas de desarrollo sean inclusivas y reviertan los fracasos que hasta ahora se han tenido. Afortunadamente también, cada vez hay más inquietud por realizar esa tarea, allí me parece que nos vamos a encontrar.

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