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EL CIUDADANO Y LAS INSTITUCIONES

Robin Ibar Riquelme Moreno
Grupo de Estudio: Interculturalidad
Puno, noviembre del 2008

 Cuando más conozco y más indago sobre los modelos sociales, políticos y económicos implantados por occidente más siento y percibo en su complejidad aquello que los etólogos llaman el instinto autodestructivo en la especie…

La idea del presente ensayo gira en torno a conocer el modelo de las instituciones formadas a partir del Estado en occidente como arquetipo del sistema social y cómo éste genera la noción de ciudadano; en seguida, intentaré mostrar el daño que éstas causan respecto de los propios ciudadanos y de su universalización, para luego finalizar con algunas características de sistemas sociales no institucionalizados a la manera de la concepción occidental.

Mi intención en este primer punto no es hacer un análisis histórico del tema, sino de describir – tal vez en forma arbitraria por la complejidad de éstas – algunos puntos que nos conduzcan a precisar su funcionamiento. Se dice que la estructura básica de una sociedad son las instituciones políticas, sociales y económicas. En efecto, hoy es imposible imaginarse una sociedad moderna sin instituciones pero ¿cómo surgen éstas y en qué medida llegan a ser efectivamente la base de toda sociedad?.

Desde el punto de vista liberal se da a partir de un contrato entre el ciudadano y el Estado -dentro de la noción de una nación imaginada-; este contrato claro está, se da por medio de las instituciones, por ejemplo tiene que existir un orden constitucional que garantice ese contrato, aquí las instituciones juegan un papel decisivo, no existirían ciudadanos si no se constituyeran las instituciones[1]. Para el análisis científico de la sociedad, propuesto por los marxistas tiene que existir una base, una estructura y una supraestructura; aquí otra vez las instituciones desempeñan  un rol importante en esa relación dialéctica entre la base y la supraestructura; dentro de esta relación se genera por ejemplo los aparatos del Estado constituidos por el gobierno, los tribunales, el ejercito, etc. que rigen la vida de los ciudadanos.

Mi intención es ahora explicar cómo desde estas instituciones se generan modelos que no necesariamente contribuyen a un real desenvolvimiento de los ciudadanos frente a su identidad cultural, veamos porqué.

Desde una propuesta de democracia liberal –en la actualidad se aplica en muchos de los países europeos – se plantea lo siguiente a partir de la propuesta ralwsiana, refiriéndose  a las demandas de reconocimiento e igualdad de las identidades  “… Su peso político y su capacidad de reformar los órdenes legales subordinados y las leyes reglamentarias que consideren injustos dependerán de lo que en el foro público puedan manifestar de sí mismos. Lo que no pueden alcanzar estas demandas, al menos en el marco constitucional de una democracia liberal, será la consecución de estatuto político constitucional a su identidad cultural en virtud sólo de la constatación de las diferencias que guarda con otros grupos…”[2]; es evidente que aquí el principal obstáculo para garantizar la identidad cultural parte de una institución. Por otro lado Althusser realiza un análisis a la teoría marxista de lo que en realidad vendrían a ser esos aparatos del Estado  “.. Consiste en que el aparato (represivo) de Estado, por su cuenta, funciona masivamente con la represión (incluso física), como forma predominante, y sólo secundariamente con la ideología. (No existen aparatos puramente represivos.) Ejemplos: el ejército y la policía utilizan también la ideología, tanto para asegurar su propia cohesión y reproducción, como por los “valores” que ambos proponen hacia afuera.”[3] Aquí el modelo ni siquiera toma en cuenta el carácter identitario del ciudadano, por el contrario lo uniformiza; y las instituciones se convierten en fuertes formas de represión para concretarla[4].

De todo lo expuesto se desprende la idea que gira en torno a querer mostrar lo que para mi es hasta cierto punto un absurdo, como se pretende pues hablar de esa indisociabilidad entre ciudadanía e identidad cultural[5] dentro de estos sistemas donde las propias instituciones son sus peores enemigos, simplemente preguntémonos por qué hasta hoy siguen dándose esos cruentos desencuentros, esas claras diferencias y desigualdades entre los ciudadanos en esos modelos paradigmáticos que se universalizan.

Concluyo dando algunas pautas de cómo percibo el carácter institucional[6] en el mundo andino. Pienso que a diferencia de occidente, en la concepción andina las instituciones primero no albergan la idea de un ciudadano que por ejemplo tenga que realizar un contrato[7], tampoco es necesario establecer aparatos estatales que guíen al individuo; es interesante ver como los cargos de Tenientes Gobernadores pasan por todas las familias de la comunidad y cada gobernador administra justicia, sin un reglamento documentado rígido que le indique como tenga que hacerlo; cada autoridad recrea a su manera el ejercicio de administrar justicia, claro está bajo una estructura establecida; otro caso es el de los ritos en el sistema religioso, aquí no se institucionaliza una forma o manera clara y precisa de cómo establecer las ceremonias rituales, éstas se recrean en cada acto ritual, es más en muchas ocasiones es prescindible la presencia del Yatiri o Pako[8], y su rol es asumido por el miembro principal de la familia; algo que llama la atención es por ejemplo ver como en ciertos lugares de los andes como Perú y Bolivia, se institucionalizan los rituales de batallas concertadas entre los miembros de las dos mitades del ayllu o la comunidad, llamados T’inku en el norte de Potosí[9], Ch’iaraje para el caso de la zona del Cuzco; aquí el enfrentamiento requiere la presencia de las autoridades de la comunidad donde de alguna manera legitiman su rol; los miembros de una comunidad cuando deciden y toman acuerdos frente a su bienestar social no necesitan ser ciudadanos y recurrir a un voto despersonalizado para que sus derechos sean respetados, es en el consenso, formalizado bajo un carácter simbólico y ritual por el que se llegan a acuerdos. Todas estas pautas necesitan ser profundizadas y por ahora sólo me limito a ponerlas sobre el tapete de manera inocente, frente a los especialistas en el tema


[1] Por ejemplo en la concepción del Estado de derecho.“Como hemos revisado ampliamente, el concepto de Estado de derecho nos remite al terreno de la política. Su definición final no se encuentra en el campo de los valores y principios jurídicos (aunque los requiere), sino en la estructura básica de la sociedad, es decir, en el sistema de instituciones fundamentales que permiten calificar de democrática a una determinada sociedad.”  Estado de derecho y democracia. Jesús Rodríguez Zepeda, En:  http://bibliotecadigital.conevyt.org.mx/colecciones/ciudadania/estado_de_derecho_y_democracia.htm#10[2] En: Jesús Rodríguez Zepeda “Identidades, demandas de igualdad y estado de derecho” Módulo 2 Interculturalidad Universidad Ruiz de Montoya.

[3] Louis Althusser “Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan” versión PDF

[4] En un ensayo anterior recurrí a presentar la posición del racismo de estado de M. Foucault. Aquí se ve claramente como las instituciones cumplen funciones claras para someter y controlar  a los ciudadanos a partir de lo que el denomina biopoder.

[5]“Tenemos, ahora, un contexto: la globalización, una construcción social: la identidad y un actor: el ciudadano; además de un factor de importancia trascendental al contexto, como lo es la comunicación. “La conciencia de pertenencia tiene dos aspectos complementarios. La conciencia de ser ciudadano…y la conciencia de pertenencia a una comunidad.” Touraine, Alain. ¿Qué es la democracia?. Fondo de Cultura Económica, México:2000, Pág. 99

[6] Una forma interesante –y que sólo traigo a acotación– de interpretar las Instituciones la da Marc Augé  “…Las relaciones (relaciones de parentesco, relaciones económicas, relaciones de poder) deben ser, en un conjunto cultural dado, concebibles y gestionables. Concebibles ya que tienen una cierta evidencia a los ojos de los que se reconocen en una misma colectividad; en este sentido son simbólicas (se dice por ejemplo que la bandera simboliza la patria, pero la simboliza sólo si un cierto número de individuos se reconocen en ella o a través de ella, si reconocen en ella el nexo que los une: es ese nexo lo que es simbólico). Gestionables porque toman cuerpo en instituciones que las ejecutan (la familia, el Estado, la Iglesia y muchas otras a distintas escalas).” Marc Augé: Sobremodernidad, del mundo de hoy al mundo de mañana. En: http://www.memoria.com.mx/129/auge.htm

[7] Aquí no me interesa poner en el tapete el carácter ágrafo de esta cultura, sino de reflexionar simplemente a partir del funcionamiento de ciertas organizaciones e instituciones que no contemplan el documento escrito.

[8] Esto no les quita el carácter de especialización a dichos personajes, que son requeridos en ciertas ocasiones específicas.

[9] En: La ley del ayllu: Práctica de jach’a justicia y jisk’a justicia (Justicia mayor justicia menor) en comunidades aymaras. Marcelo Fernández; PIEB, 2008. La Paz.

Un comentario

  1. De: Instituto Ética y Desarrollo - Universidad Ruiz De Montoya
    Fecha: Nov 28, 2008

    El ensayo presentado toca un tema muy importante para comprender una problemática histórica y estructural de nuestro querido Perú: la legitimidad ilegítima del Estado-Nación. En efecto, el autor de este trabajo, traduce esto diciéndonos que las instituciones del Estado son como cajones vacíos, como cáscaras que no guardan ni la carne ni el alma de nadie. Las instituciones, manifiesta el autor, no son representativas de una cultura, porque “no contribuyen a un real desenvolvimiento de los ciudadanos frente a su identidad cultural”. De manera sagaz y acertada el autor discute y dialoga con diferentes autores para comprobar que la institucionalización occidental, busca siempre la universalización de las figuras de poder y con ello la pérdida de una identidad cultural, local, específica. El caso de la teoría en Rawls, por ejemplo, explica esto de manera precisa. Tal vez el autor hubiera podido profundizar a manera de ejemplo, y con mayor hincapié crítico las formas en que J. Rawls propone el “velo de la ignorancia” para pensar un Estado universal compartido con todos y, por ende, una sola idea de justicia “efectiva y equitativa” para todos. Para nosotros, eso es imposible. La identidad del todo es identidad de nadie, sin asidero geográfico e histórico…

    Sin embargo, es importante señalar que dentro de esta institucionalización occidental se está hablando sobre todo de una institucionalización occidental de modelo liberal moderno. Es importante hacer esta distinción, porque detractores de Rawls, como Walzer o McIntyre critican duramente al Estado Moderno liberal que sus países instauraron, sin tomar en cuenta las comunidades aborígenes americanas y canadienses. Como dice McIntyre no hay país que no tenga diversas naciones en su interior. Pero hay muchos países que su Estado solo representa a una sola nación, aquella históricamente dominante.

    El dilema en el caso peruano es haber adquirido una institución que, más allá de uniformizar al ciudadano, no considera a todos ciudadanos de hecho, y solo de derecho. He ahí el dilema, pues el proyecto de Estado Nación fue interés de unos pocos para “incluir” a todos y “excluir” a algunos cuando convenía el poder. En ese sentido, ni siquiera nuestro país preserva los valores profundos del liberalismo pensado en occidente, como la libertad y la igualdad para todos. Aquí éramos y somos iguales a veces.

    Digo esto porque me parece importante saber las diferencias institucionales que abarca Occidente, pues yo creo que en la diversidad de lo que es, también hay interesantísimos ejemplos de búsqueda de un Estado verdaderamente representativo: el caso belga en el proceso de federalización, que recomiendo darle un vistazo. Entonces la falencia peruana es la universalización de un paradigma de Estado que no necesariamente representa la democracia de la diversidad.

    La parte más interesante del trabajo es cuando el autor busca analizar la capacidad representativa de las instituciones en el mundo andino. Los ejemplos son muy idóneos para demostrar que, fieles a sus creencias religiosas y culturales, las autoridades engloban una serie de poderes importantes para la solvencia y desarrollo de la comunidad. Que pena que esta parte haya sido tan corta, porque lo interesante hubiese sido mirar más esta realidad y compararla mejor con instituciones específicas de occidente.

    Una pregunta después de leer el trabajo podría ser cómo establecer criterios que permitan la existencia de instituciones locales adecuadas al mundo sociocultural en las que se encuentran. Como institucionalizar la diversidad y la autonomía regional, local, comunitaria. España, con la autonomía catalana y vasca ha logrado mucho, pero no lo suficiente. Canadá y EEUU están a la vanguardia del tema. El Perú cuenta con mejores avancen en la zona amazónica, porque los líderes (la sociedad civil, el ejercicio ciudadano) han logrado establecer un frente, gracias a la firma del convenio 169 OIT, para pedir la autonomía de Pueblo. Pero el Perú tiene mucho camino por recorrer en este aspecto. Qué y cómo puede ofrecer el mundo andino desde su ejercicio ciudadano local para pensar a un Perú como un Estado de Naciones.

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