Rainer Hostnig (Austria, 1949). Comenzó sus estudios sobre arte rupestre peruano en 1985. Desde 1998, su área de estudio comprende a los departamentos de Puno, Cusco, Apurímac y Madre de Dios. En Puno, especial atención le merece la zona de Macusani, Corani y últimamente realizó, con apoyo de la Municipalidad de Carabaya, el registro de los petroglifos de San Gabán, cuya crónica, amablemente comparte.

Diciembre, 2007
rainer.hostnig@gmail.com




SANTUARIO DEL LAGARTO:


LOS PETROGLIFOS DE BOCA

CHAQUIMAYO EN SAN GABÁN, PUNO,

PERÚ

 

 

          Saliendo de Juliaca, la carretera que será parte del Tramo IV del corredor vial interocéanico Perú – Brasil, atraviesa primero las altoplanicies de la provincia de Azángaro, asciende por la Cordillera Oriental pasando cerca del pueblo de San Antón, vence el abra de Oquepuno, a 4800 msnm, divisoria de aguas entre las cuencas del Lago Titicaca y el Amazonas, para luego descender rápidamente hacia Macusani, capital de la provincia de Carabaya, a 4300 msnm, y pocos kilómetros más adelante, por la vertiente oriental de los Andes, penetra hacia la ceja de montaña y la selva de Puno. A 110 km desde Macusani y cerca de tres horas y media de viaje en vehículo de doble tracción, necesario todavía por tener que atravesar dos ríos de caudal traicionero en el último trayecto, se llega al centro poblado de San Gabán, situado a 800 m sobre el nivel del mar.

          Hice el viaje en el mes de octubre, acompañado por personal de la Municipalidad de Carabaya (Amilcar Abarca, responsable de Defensa Civil, y Daniel Apaza, Regidor para el distrito de Ayapata), con el fin de visitar un sitio de grabados rupestres en la selva de Puno del cual había visto, meses atrás, imágenes sugestivas en un video municipal sobre los atractivos turísticos de la provincia. Venía preparado para llevar a cabo un primer registro y documentación de estos petroglifos prácticamente desconocidos fuera de la región de Carabaya.

          Con ayuda de los acompañantes, todos buenos conocedores de la zona, ubicamos con facilidad el sitio de los petroglifos a apenas 2 km de distancia del pueblo, en un terreno plano y ligeramente elevado, entre la carretera principal que conduce a Puerto Maldonado y el cañón del río Chaquimayo que desemboca, cerca de allí, en el río San Gabán. Es por la cercanía a esta desembocadura, que el sector lleva el nombre de Boca Chaquimayo. La ubicación del sitio junto a un río y cerca de la convergencia de dos ríos, es una característica  de muchos yacimientos rupestres de la Amazonía y está, al parecer, relacionada con aspectos mitológicos y religiosos de las etnias que ocupaban estas regiones en épocas precolombinas.

          Aunque la carretera con el puente de concreto que atraviesa el angosto cañón en las inmediaciones de las rocas grabadas, le quita una porción sensible de su magia original, el sitio no sólo sigue cautivando al visitante por la cantidad y variedad de signos y figuras enigmáticas grabadas en los bloques de piedra, sino también por su entorno, la exuberante vegetación de la selva y particularmente por esta profunda garganta serpenteante, cavada en la roca madre por la fuerza abrasiva del agua del río Chaquimayo que al salir de este encierro involuntario forma un remanso de agua cristalina en un recodo del río, ideal para zambullirse y refrescarse del calor sofocante del mediodía.

          Pero volvamos a los petroglifos. Estos se encuentran grabados en un conjunto de cinco bloques pétreos ubicados cerca del borde superior del angosto cañón del río Chaquimayo. Los bloques tienen forma alargada y todos tienen su eje central orientados hacia el este. Dos rocas tienen forma de grandes planchas ligeramente inclinadas, ambas con algo más de 3 m de largo, llegando a un ancho máximo de 1,8 m, con aprox. 1 m de grosor. Se encuentran sostenidas en la parte inferior por bloques de piedra de menor tamaño y rodeadas por zanjas profundas, probablemente cavadas en tiempos pasados por saqueadores en busca de objetos de valor. La piedra al borde del acantilado, está dividida en dos partes: una ancha y larga y la otra más angosta y corta. Es interesante observar que los artistas aprovecharon esta división natural para crear dos composiciones distintas, siendo las figuras humanas y zoomorfas en la sección angosta en el extremo de la roca, de dimensiones notablemente más grandes que los motivos figurativos en el complejo e imbricado panel en la sección ancha.

          Bastaba una primera mirada a los petroglifos para convencerme de la importancia del sitio para el estudio de las manifestaciones rupestres de la Amazonía peruana. Había visto personalmente los famosos petroglifos de Pusharo en el Parque Nacional del Manu en Madre de Dios y la piedra grabada de Xinkiori en territorio de los Huachipaeri de Kosñipata, Cusco, y tengo conocimiento de segunda mano de numerosos sitios de petroglifos en la provincia cusqueña de La Convención, así como en el departamento de Junín -‑estos últimos estudiados por el arqueólogo Rogger Ravines en los años ochenta--, de modo que bastaba una primera mirada para comprender que los grabados pertenecían a una tradición muy distinta a los otros lugares mencionados. La riqueza iconográfica, la técnica de piqueteado empleada, la combinación y el entrelazamiento de motivos figurativos con una gama muy variada de motivos geométricos y abstractos, no la había visto en ningún otro sitio amazónico conocido hasta la fecha en el Perú. Llama particularmente la atención en Boca Chaquimayo la gran cantidad de figuras de lagartos de diferentes tamaños, representados solos, unidos con otros lagartos por las colas, o conectados con líneas sinuosas o meándricas.

          El lagarto es indudablemente el motivo dominante de Boca Chaquimayo por lo que se me ocurrió bautizar el sitio con el nombre de “Santuario del Lagarto”. La cabeza triangular de algunos ejemplares hace pensar que más que lagartijas se trata de la representación de cocodrilos, que en tiempos prehispánicos pudieron haber abundado en la zona. Es muy probable también que el lagarto o el hombre-lagarto haya jugado un papel importante en los mitos de las etnias amazónicas que se habían asentado en la región, probablemente cientos de años antes de la llegada de los españoles.

          Aparte del lagarto encontramos la serpiente, la figura de un ave con un ala extendida y varios otros animales de difícil identificación. Tampoco faltan figuras antropomorfas, la más grande de ellas armada con un arco y un objeto alargado no identificable. El tercer motivo figurativo en cuanto a frecuencia es el astro solar, radiado. El sol más grande, delineado y de rayos que se bifurcan como las ramas de un árbol, mide medio metro de diámetro. Los demás soles son considerablemente más pequeños y con el disco vaciado. No es usual encontrar tal cantidad de soles en petroglifos de la selva peruana.

          Aunque son los motivos figurativos los que atraen la mirada, éstos son superados en cantidad por los geométricos y abstractos. En varios casos, las figuras zoomorfas y antropomorfas han sido grabadas en estrecha relación e interconexión con ellos. Líneas onduladas o meándricas que terminan en, o comienzan con, figuras de lagartos u otros animales. Triángulos concéntricos, círculos, agrupación de puntos, rectángulos delineados o vaciados. En las grandes planchas de rocas antes mencionadas, hay tal profusión de grabados entrelazados que resulta una tarea complicada intentar separar los motivos. Se observa una continua transición de un motivo a otro, formando composiciones sumamente imbricadas o verdaderos laberintos.

          Aunque en los petroglifos de Pusharo se puede observar una característica similar, los grabados de Boca Chaquimayo se diferencian claramente por la técnica empleada (vaciado del interior de la mayoría de las figuras en vez de delineado, piqueteado superficial en vez de percusión con pulido posterior de surcos) y la presencia de motivos zoomorfos y antropomorfos reconocibles como tales. Entre los antropomorfos destaca por su gran tamaño la figura mencionada de un cazador o guerrero, que sostiene un arco en una de sus manos. A su lado, una cabeza humana o máscara con los rasgos faciales básicos. Más a la derecha, una extraña figura amorfa con cabeza semicircular separada del tronco. Y al costado de ella otra figura antropomorfa, al parecer una mujer, de cintura redondeada, sin cuello, con los brazos levantados y flexionados, a manera de orantes. Debajo de ella un conjunto entrelazado de huellas tridígitas.

          Dos largas líneas paralelas en zigzag posiblemente representen serpientes que atraviesan el panel de uno de los bloques grabados en sentido del eje central. Se interconectan con líneas sinuosas que dan forma a otras figuras en un conjunto de grabados difíciles de desenmarañar. En medio de esta compleja composición, se observa un cuadrúpedo de cola y pescuezo largo, representado en vista “aérea”. La cabeza redonda, el cuerpo ancho y abultado, la larga cola y las patas traseras arqueadas hacia arriba recuerdan a un mono o un lobo de río. Sorprende la similitud con representaciones zoomorfas en la Amazonía brasileña. Más hacia la derecha y arriba, una figura humana, al parecer también femenina, con las piernas extendidas y dobladas. Entre ellas, justamente en la zona genital, emerge un apéndice corto y recto que termina en un círculo: claramente ¡la representación de un parto!

          A poca distancia y algo más abajo, dos máscaras de forma rectangular la una y ligeramente ovalada la otra, boca y ojos en ambas caras indicados mediante un gancho en U. Y figuras lagartiformes por doquier, unidas en cópula o solas, de cuerpos pesados y colas largas, algunas alargadas con una raya fina, hecha con una herramienta cortante. El lagarto más grande es representado con dos cabezas. Quizás se trate en este y otros casos, de la representación de un hombre-lagarto, un motivo recurrente en la Amazonía y el piedemonte oriental de los Andes.

          La distribución y densidad de los grabados no es homogénea en los cinco bloques. Mientras que dos rocas muestran una gran concentración de petroglifos, en una encontramos solamente el   motivo del lagarto. En la única piedra, cuya superficie grabada tiene una posición  casi vertical, no solo dominan las figuras de lagartos claramente sobre los demás motivos que son soles, rectángulos vaciados, líneas sinuosas y cruces, sino se encuentran representadas por separado y todas orientadas en la misma dirección, con los ejes de sus cuerpos hacia arriba o hacia abajo.

          No sabemos de cuáles de las etnias amazónicas han sido los autores de los petroglifos o en qué época éstos hayan sido producidos. Futuras excavaciones científicas en el lugar (antes de que la maquinaria pesada de las empresas constructoras del Tramo IV destruya los vestigios) podrían aportar datos que permitan esclarecer su pertenencia cultural. Un estudio detenido de los grabados nos ayudará quizás a acercarnos a la comprensión de los significados de algunos de los íconos o combinaciones de figuras y de la función del sitio. La representación de la cópula y del parto hace pensar que se trata de un lugar de culto relacionado con la fertilidad, la reproducción. Pero igualmente puede tratarse de un lugar sagrado de la etnia (desembocadura de un río), donde se perpetuaba en las piedras, como parte de un rito ancestral, la imagen del cosmos, la trama de determinados mitos, la creación y la metamorfosis de los seres supranaturales, de los héroes culturales o de los espíritus de la etnia.

          Los petroglifos de Boca Chaquimayo requieren de una documentación minuciosa en situ, previa limpieza completa de las piedras que están cubiertas con restos vegetales, musgos y tierra. Preocupa la pronta ampliación y asfaltado de la carretera interoceánica que pasa a pocos metros del sitio. Invoco a los responsables de la obra, respetar al máximo este legado cultural amazónico singular y financiar tanto excavaciones arqueológicas de salvamento en el lugar (antes de proceder a la ampliación de la carretera con maquinaria pesada) como la puesta en valor del sitio, con énfasis en una adecuada protección contra actos de vandalismo.

          Preocupa también el proyecto municipal de un balneario justamente en la salida del cañón, con tobogán y otras construcciones de concreto, con lo que no sólo se daría el golpe de gracia a la belleza natural y tranquilidad del lugar, sino aumentaría también el peligro de deterioro o de la destrucción de los petroglifos por la acción de visitantes del balneario.

          Para San Gabán, la construcción de la carretera interoceánica indudablemente traerá muchos beneficios económicos. El fomento del turismo podría representar una fuente adicional de ingresos, para parte de la población, tomando en cuenta la existencia de varios atractivos naturales de la zona. Los petroglifos de Boca Chaquimayo, patrimonio cultural y arqueológico sobresaliente tanto por su variedad iconográfica, estilo, simbolismo, técnica utilizada y emplazamiento, podrían ser integrados en la oferta turística del Tramo IV de la Interoceánica y, como recurso cultural no renovable, convertirse en un modelo de protección y puesta en valor.

          Agradezco a la Profesora Nancy Rossel, alcaldesa de Carabaya, por su interés y apoyo brindado para poder  realizar el estudio y difundir el legado cultural de esta hermosa provincia puneña, tan poco conocida, pero que es desde hace siglos objeto del saqueo inmisericorde de sus recursos minerales y naturales. La futura explotación de uranio de parte de empresas extranjeras en un área de cientos de kilómetros cuadrados mediante tajo abierto en los distritos de Macusani y Corani, es el peligro más reciente que se cierne sobre el patrimonio arqueológico singular de la región, sus ecosistemas y la salud de su población y sus rebaños de alpacas y llamas, que siguen siendo la base de subsistencia de la mayoría de las familias.

 
Grupo de expedición
 
San Gabán
 
Boca Chaquimayo
 
Boca Chaquimayo
 
Boca Chaquimayo
 
Lagarto
 
Boca Chaquimayo, técnicas
 
Boca Chaquimayo
 
Boca Chaquimayo
 
Interoceánica-Tramo 4
 
Boca Chaquimayo
 
Lagartos - Boca Chaquimayo
 
Invitación

 


Más del autor:
Macusani y Corani, repositorios de Arte Rupestre Milenario en la Cordillera de Carabaya, Puno - Perú.

HOSTNIG, Rainer. 2009.
Los petroglifos de Boca Chaquimayo, San Gabán: Santuario del Lagarto. Testimonio cultural de la Amazonía puneña. Lima, Perú: INTERSUR Concesiones S. A., 59p. ISBN: 978-603-45318-1-9

HOSTNIG, Rainer. 2008
Los petroglifos de Boca Chaquimayo, San Gabán: Santuario del Lagarto. Testimonio cultural de la Amazonía puneña/The Petroglyphs of Boca Chaquimayo, San Gabán: The Caiman Sanctuary. Cultural Heritage from Puno´s Amazonia (Traducción al inglés: Beverly Nelson Elder/Edición de tapa dura). Lima, Perú: INTERSUR Concesiones S.A., (En: Español, Inglés). 63p. ISBN: 978-603-45318-0-2

HOSTNIG, Rainer; PALOMINO D., Ciro; DECOSTER, Jean-Jacques. 2007.
Proceso de composición y titulación de tierras en Apurímac-Perú: Siglos XVI-XX. Cusco, Perú: EDITATÚ. ISBN: 978-9972-9783-7-1
Tomo I (Abancay, Antabamba, Aymaraes, Chincheros). Pp.11-453.
Tomo II (Andahuaylas, Cotabambas, Grau).Pp.453-961.

HOSTNIG, Rainer. 2007.
EL ARTE RUPESTRE DE CARABAYA: Legado histórico-cultural de trascendental valor en un paisaje de áspera belleza. Perú: San Gabán S.A. Empresa de Generación Eléctrica, 35p.

HOSTNIG, Rainer; STRECKER, Matthias; GUFFROY, Jean. Editores. 2007
Actas del primer simposio nacional de Arte Rupestre (Cusco, noviembre 2004). Lima, Perú: IFEA, IRD, Embajada de Alemania en el Perú, 473p. ISBN: 978-9972-623-46-2

HOSTNIG, Rainer; SOLAR, César del. Recop. 2004
I Simposio Nacional de Arte Rupestre. Cusco 25 al 30 de noviembre del 2004. Cusco, Perú. 103p.

HOSTNIG, Rainer y Rosanna. Comp. 2003
Bibliografía del departamento de Apurimac - Perú. Lima, Perú. 452p. ISBN: 9972-9534-0-9

HOSTNIG, Rainer. 2003.
Arte rupestre del Perú: Inventario Nacional. Lima, Perú: CONCYTEC, 447p. ISBN: 9972-50-025-X

HOSTNIG, Rainer; PALOMINO D, Ciro. 1997
El Santuario Nacional AMPAY: Refugio de la Intimpa en Apurímac-Perú (Una Guía ecológica y cultural, con anexo sobre el departamento de Apurímac). Guatemala. 153p.