Justino Llanque Chana (Ácora, Perú) |
Reinos Aymara como evidencia remanente del Imperio Wari
Diciembre, 2022 |
Justino Llanque Chana nació en la villa de Suqa-Acora en el Perú. Realizó estudios en la Universidad Nacional del Cusco y Normal San Juan Bosco de Salcedo, ambos en Perú. Hizo estudios graduados en los EE.UU. en Antropología Lingüística y bibliotecología en la University of Florida y Florida State University, respectivamente. También, hizo estudios graduados en administración educativa en Andrews University en Berrien Springs, Michigan. Es miembro de la Academia Peruana de la Lengua Aymara (APLA), institución que promueve el desarrollo de la literatura Aymara y la concientización de la identidad Andina. OTRAS ENTRADAS EN COLABORACIONES COMUNÍQUESE CON EL AUTOR
Fuente: By Original photo: Beatriz Moisset (talk · contribs)
"El topónimo Apu.lu(li).pampa al desatar su morfología se tiene Apu raíz nominal sagrado, y partícula lu(li) es sufijo de cortesía, y la nominal pampa es planicie o pradera. Es seguro que es un topónimo Jaqi-Aru y no de origen griego como otros autores sugieren."
Fuente: https://www.deperu.com “el lexema raya es laya porque su semántica orográfica describe que laya es un callejón, abra o pasaje angosto y por la influencia de castellano convertido en raya.”
Fuente: De Frank R 1981. "Tutupaka es nominal compuesto de dos étimos; tutu o tuti califica “pelado, calvo” y nominal paka es el halcón calvo andino, su semántica metafórica es entonces un halcón que habita entre las neblinas andinas"
Fuente: https://www.denomades.com "Wiskarani (Huascarán) ... Su semántica es “deidad que posee cordones (wiskha o waskha) que parecen al fluido de nieve derretida en agua”."
Fuente: https://es.wikipedia.org "El significado del topónimo es en consecuencia “monte sagrado que sobresale como luna”."
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En un documento anterior, “Evidencias Lingüístico-Históricas del Jaqi-Aru como Lengua de la Cultura Wari” (Llanque-Chana 2012), señalé que los arqueólogos, antropólogos, historiadores, entre otros, han demostrado que el imperio Inka fue síntesis de un largo proceso histórico. Culturas antecesoras, principalmente el Imperio Wari, ha dejado huellas muy profundas; en especial los topónimos de origen etimológico Jaqi-Aru y su variante contemporánea Aymara. En este trabajo lo verifico con documentos históricos y con análisis de morfosintaxis de léxicos actuales, para mostrar su extensión geográfica, cultural, y lingüística, como afirman estudiosos de esta materia como Luis Guillermo Lumbreras, Michael E. Moseley, entre otros. Los datos históricos aseveran que estas lenguas y culturas intercambiaron, adoptaron e incorporaron lexemas, vocablos, sintaxis, en sus lenguas. Una vez más hago notar que antes de la llegada de los Ibéricos, la lengua Aymara se denominaba Jaqi-Aru (lengua humana) y la lengua Qhichua o Quechua se llamaba Runasimi (lengua de pueblo). En su mayoría, los estudiosos confirman que la lengua hoy llamada Quechua se expande con los últimos Incas, aprox. en 1438 con el Inca Pachacuti, reforzada más tarde con la colonización española del siglo XVI. Bibliografía específica sobre los reinos Aymaras es limitada, pero las Crónicas, la arqueología, antropología, etnohistoria y otras fuentes documentales, han dilucidado con suficiencia que en la región andina meridional se desarrollaron culturas muy avanzadas como Wari y Tiwanako. Además, existieron otras culturas originarias circundantes, pero Wari y Tiwanako sobresalieron como imperios o estados que demostraron un desarrollo avanzado de sistemas económicos, políticos, sociales, admirados e imitados por otras culturas regionales de esa época. La cronología andina las ha ubicado en el horizonte medio, es decir de 400 a 1,000 de nuestra era. Otros estudiosos consideran a Tiwanako desde intermedio temprano; pero, en general están de acuerdo con el intermedio u horizonte medio y los llaman culturas clásicas andinas (Moseley, Lumbreras, y otros). Estos estados o imperios expandieron sus dominios colonizando e incorporando otras culturas locales que a su vez absorbieron los valores culturales de otros pueblos. Hay evidencias que demuestran, en las culturas clásicas, avances en agricultura, ganadería, economía, política, artesanía, etc. El estado Tiwanako se desarrolló geográficamente alrededor del Lago Titicaca. Luego se expandió a los valles occidentales del Pacífico y orientales Amazónicos; también se extiende hacia el norte y sur más allá de la meseta andina (Kolata). Mientras que el imperio Wari tuvo como centro político y cultural el lugar llamado Wiñaki ubicado en el actual departamento de Ayacucho, Perú. La cronología andina ubica a esta cultura entre siglos VI a X de nuestra era aproximadamente. Estos dos imperios vecinos, Wari al norte y Tiwanako al sur, tuvieron territorios convergentes donde desarrollaron actividades muy fluidas de intercambio de recursos económicos y culturales, sobre todo en el valle de Moquegua (Muqiwa) y otros lugares colindantes del altiplano hasta los valles del flanco Pacífico. Estos datos son verificados por las investigaciones del arqueólogo Moseley. Los estudios en esta materia tratan de esclarecer la decadencia de estas culturas; pero, en su mayoría señalan que el resquebrajamiento se ha debido a catástrofes naturales como sequía, hambruna, cataclismos ambientales, etc. Sugieren que Tiwanako antecede en el decaimiento seguido por el Wari. La desintegración total de estas culturas trajo la organización y el desarrollo de reinos regionales como estados o señoríos regionales. Más de medio milenio antes que los Incas, existió una sucesión evolutiva de culturas y civilizaciones tanto en las sierras andinas como en los valles de la costa del Pacífico y ponen énfasis sobre las culturas clásicas andinas porque tienen mucha trascendencia histórica, las consideran como culturas madres. El encuentro y amalgama de estas culturas generó avanzadas y complejas técnicas en agricultura, ganadería, sobre todo en metalurgia abundante en oro, plata, cobre, y las aleaciones como el bronce. Avanzaron en técnicas de orfebrería ornamental de toda clase. En lo referente a la agricultura desarrollaron impresionantes tecnologías en diferentes nichos ecológicos, construyendo andenes escalonados a diferentes altitudes, también desarrollaron sistemas de canales de irrigaciones en disímiles ambientes y en armonía con la naturaleza. Además de terrazas o andenes, desarrollaron sistemas de agricultura en las orillas de lagos y ríos llamados Waru-Waru y Cochas, utilizaron fertilizantes como el wanu (guano) de camélidos andinos, más aún el aprovechamiento del wanu de aves de las islas del Pacífico mataxa (matara) para la fertilización de los campos de cultivos cuyos productos de maíz, papa, y otros, prosperaron en abundancia, tal como lo afirman los estudios. Estos avances en la tecnología de irrigaciones agrícolas sorprendieron a propios y extraños en aquel tiempo. La construcción de templos, fortalezas, viviendas, etc., son prueba de civilizaciones avanzadas y organizadas; fueron como una sociedad que armonizaban con la naturaleza (Pachamama). A pesar de no contar con documentos escritos de aquella época, la arqueología y otras ciencias lo demuestran y lo transmiten con materiales tangibles como las cerámicas, tejidos, construcciones como templos, fortalezas, viviendas, etc., que exhiben sofisticado desarrollo tecnológico para la época. En lo que concierne a la cerámica, los artefactos de barro cocido y otras técnicas evidencian, con exuberancia, el legado de culturas como Wari, Muchikas, Tiwanaku, y, por último, Inca. Con respecto a los tejidos, por solo mencionar paraqa (paracas), se describe lo sofisticado que fueron en urdimbre, trama, bordados, zurcidos, y más técnicas de tejidos de todos los colores logrados con tintes naturales. Usaron como material lanas de camélidos andinos: alpaca, llama, guanaco, vicuña, plumas de aves forestales con mucha sofisticación. También los Muchikas hicieron brillar sus técnicas cerámicas en Waco retratos con increíble creatividad humana. En las postrimerías de la cronología andina estas culturas llegaron hasta lograr el kipu nemónico y chinuta de Jaqi-Aru; los thuqapu (tocapos) estampados en tejidos y vestimenta de los monarcas de aquel tiempo. Estos materiales y otros como la yupaña, permiten afirmar que la escritura estaba por materializarse con los Jinq’a (Incas). Sobre los reinos regionales los estudios proporcionan, con fuentes materiales y textuales, información de la que brevemente trataré aquí. Específicamente, se determina el desarrollo aproximado de señoríos regionales entre los siglos XI–XIV de nuestra era. Estas culturas regionales tomaron sus propias características culturales una vez que cesaron las influencias políticas de las culturas imperiales como Tiwanako y Wari. En este contexto de trasfondo cronológico y cultural se desarrollan los reinos o señoríos aymaras, como resultado del fraccionamiento imperial Wari con su lengua Jaqi-Aru. Su organización y desarrollo tuvieron mucha influencia de las culturas clásicas andinas en todos los niveles del saber humano. En 1597 el religioso Ramírez se refiere a la lengua Aymara como la lengua más extensa de todas, se hablaba desde Guamanga por el norte y se extiende hasta alrededores de Chile y Tucumán. Las Crónicas del Inca Garcilaso de la Vega (1609) también refieren que la lengua particular hablada por los Incas no era el Quichua. Mientras, el Jesuita Bertonio (1612), específicamente, enumera las regiones de habla Aymara, estos son: k’ana (Canas), Qanchi (Canchis), Qulla (Collas), Lupaqa (Lupakas), Umasuyu (Umasuyos), Qaranka (Carangas), Pakajaqi (Pacajes), Charqa (Charcas), Qaraqara (Caracara), Qillajaqi (Quillacas), y Chixcha (Chichas). Así mismo, Polo de Ondegardo en concordancia con el Concilio Limense, asigna como naciones Aymaras, a las naciones qullas de lengua Aymara — además de lo mencionado por Bertonio—,a Luk’ana (Lucanas), Jaymara (aimaras), Qhunti (Contes), Ubinas, Qarumas, Tarata, Tarapaka; otros añaden pueblos como Chumbivilca, Chanka, y Wanka (Cerrón Palomino). Más tarde Thérèse Bouysee-Cassagne (1987), elabora y dilucida sobre los reinos Aymara a partir de la lista de mitayos de Capoche. Aquí reafirma una aproximación histórica del siglo XV al XVI. También se presentan en la cronología andina, otros reinos vecinos al norte; con otras lenguas como son Chimu, Cajamarca, Chachapuya, Chankay, Cuismancu, Chincha, Ichma, entre otros. Sumariamente, las Crónicas y otros documentos registran la remanencia de reinos regionales durante y en pleno apogeo del imperio Tawantinsuyo Jinq’a (Inca). Los estudios sobre la cronología de Reinos Regionales no concuerdan todos; unos le asignan del siglo X al siglo XII y otros lo extienden hasta siglo XIII de nuestra era. En su mayoría se dedicaban a la ganadería, agricultura, intercambio, cerámica, orfebrería, etc., como señalé en anteriores párrafos. Actualmente, sobre los reinos o señoríos aymaras, se puede comprobar las ubicaciones geográficas que el Jesuita Bertonio enumera en 1612 y también son registradas en la Tasa de La Visita General de Francisco Toledo de 1570-1575. Presento datos más o menos aproximado de tales reinos aymaras: El reino Qanchi (Canchis). Todavía es una provincia del departamento de Cusco, Perú. En el Incanato tardío estos territorios aun eran de tradiciones Wari. En tiempos coloniales abarcaba los valles de Willk’anuta (Vilcanota) desde el Abra de la Laya (Raya) hasta la provincia de Qhispiqanchi (Quispicanchis) en Urqus (Urcos), Cusco. Aquí también se encuentra el sitio arqueológico Wari llamado P’iqi-Llaka (Piquillacta). Era satélite, capital provincial Wari que se desarrolló aproximadamente 600 DC de nuestra era, en plena expansión Imperial Wari, casi un milenio antes del inicio del Imperio Inca 1438 de nuestra era (Pachakuti). La arqueología histórica narra que la cultura Wari, desde P’iqi-Llaka se expandió e irradió hasta las planicies altiplánicas, valles amazónicos y del Pacífico. Hoy sabemos que la lengua del Imperio Wari era Jaqi-Aru. Aquí también se comprueba que en lengua “Jaqaru” el vocablo p’iqi es cabeza, guía; el componente llaka es pariente (tío, tía); por lo tanto, su semántica es cabecera o capital provincial del mismo tronco común que pertenece a un reino mayor (Wari). La influencia del “Qhichua” una vez más, se nota en el deletreo erróneo de Piquillacta en lugar de P’iqi-llaka, relativo a este lexema tenemos Qaqallaka, Kusullaka, Qhawillaka, etc. que son patronímicos de etnias y comunidades contemporáneas Aymara. El reino K’ana (Canas). Aproximadamente abarcaba las provincias actuales de K’ana (Canas), Yawri (Espinar) y Ch’umpi Willk’a (Chumbivilcas). Todavía en el departamento de Cusco. El reino Qulla (Colla). Según las crónicas y visitas antes mencionadas, comprendía las provincias alto-andinas de Q’arawaya (Carabaya), Jayawiri (Ayaviri), Pukara (Pucara), Lampa, Asankaru (Azángaro), Qullijak’a (Juliaca) y región norte de Puno que circunda el lago Titiqaqa (Titicaca). Hay que agregar que las reducciones coloniales enfatizan y verifican que los grupos étnicos de Lari Qullawa (Lari Collahua) y Llamqi Qullawa (Yanqui Collahua) fueron ubicados como pueblos en los valles de Qullqa (Colca) y Manqhi (Majes). El reino Lupijaqi (Lupaca). En las crónicas de Bertonio y la lista de mitayos (mit’ma) en el informe colonial de Luis Capoche, en 1585 aproximadamente, abarcaba las provincias de Puno, Ch’uqiwit’u (Chucuito), hasta el rio Awlliqa (Aullagas/Desaguadero) en el suroeste del lago y las cadenas occidentales de la cordillera andina. El reino Umasuyu (Umasuyos). Limitaba por el norte con reino Qulla (Colla), por el este con la Cordillera Real andina, por el oeste con el lago Titiqaqa (Titicaca) y por el sur con señorío Pakajaqi (Pacajes) que están ubicados en el actual departamento de La Paz, Bolivia. El reino Pakajaqi (Pacajes). La ubicación aproximada está en la región sureste del lago Titiqaqa o lago Puqina, en la región de La Paz, Bolivia. Abarcaba aproximadamente la región montañosa de la Cordillera Real del departamento de La Paz, Bolivia. El reino Q’arajaqis (Carangas). Este señorío Aymara según Bertonio y las tasas de Toledo, se ubicaba aproximadamente en la región de Uru-Uru (Oruro), al sur del lago Titiqaqa (Titicaca), colindante con el señorío Lupaqa (Lupaca) por el noroeste y con el lago Phuju-Phuju (Poopó) al sur y al oeste la cadena occidental de la región de Saxama (Sajama). El reino Charqa (Charcas). Su ubicación aproximada era al suroeste del lago Phuju Phuju (Poopó) en la región sur de Uru-Uru (Oruro) y norte de Putuchi (Potosí) y parte de Ch’uqichaka (Chuquisaca) incluyendo Chayanta y Parina (Paria). El reino Qillajaqis (Quillacas). Aproximada ubicación de este señorío es el flanco occidental del lago Phuju-Phuju (Poopó), hoy en la jurisdicción de Uru Uru (Oruro) y de Putuchi (Potosí). También incluía las proximidades de región de Qaqakama (Atacama) y Salar de Jayuni (Uyuni). Concerniente a las ligazones históricas, la cronología andina asigna el siglo XII el inicio de los Incas míticos o legendarios, sobre todo el primer Inca Mallku Qapa (Manco Capac) y específicamente con la fundación de Qusqu (Cusco) en el lugar denominado Jakañmama (Akamama). Además, la leyenda de los hermanos Ayara (Ayar) y su inmigración al territorio Wari del siglo XII, confirma el inicio de reino Inca como señorío local, luego se desarrolla como reino regional incorporando a otros pueblos aledaños, pero aproximadamente en 1438 con la derrota de los Chancas, el joven Inca Kusi Yupanki (Pachakuti) se proclama como poderoso Inca y con él se organiza y extiende su influencia e incorpora a los reinos regionales diseminados del pasado Wari y Tiwanako. Pachakuti victorioso pasará de un reino regional al poderoso imperio del Tawantinsuyo. Aquí hay que señalar que las investigaciones indican que los primeros Incas míticos eran de habla Puquina por su origen y luego, al asentarse en el territorio Wari de habla Jaqi-Aru (Aymara) adoptaron la lengua ancestral del Imperio Wari. En este periodo los territorios de habla Puqina (lengua Tiwanako) alrededor de lago Titicaca continuaba con las tradiciones culturales de Tiwanako, pero cesó el dominio lingüístico Puquina cediendo su espacio territorial al Jaqi-Aru (Aymara). Mientras el runasimi (Quichua) vino a ser lengua adoptiva de los Inkas —aproximadamente 1470— con el Inca Tupac Yupanki y su hijo Huayna Qapa —1493 más o menos— quienes, en las últimas décadas de la dinastía Inca, como lo señalan los estudios sobre el tema, empiezan a usarla como lengua administrativa del Imperio. En este contexto lingüístico histórico, la lengua Quichua se expande por los territorios Wari centro y sur de habla Jaqi-Aru (Aymara) desplazándolo lingüísticamente hasta las riveras del Titicaca norte. Por otro lado, la colonización española empuja y refuerza la expansión política y lingüística de Quichua; mientras el Jaqi-Aru (Aymara) se asienta lingüísticamente en los territorios de habla Puqina, desplazándolo y mezclándose, generando otra variedad hoy llamada Aymara. Recalco aquí este acontecer histórico, porque hoy se puede verificar que la lengua Aymara practicada actualmente, tiene substrato lingüísticos Puquina, ya que al amalgamarse lingüística y culturalmente se ha enriquecido en muchos aspectos y toma otras características lingüísticas en comparación a su pariente norteña Jaqaru de Tupe. Del mismo modo, runasimi (Quichua) al ocupar el territorio de habla Jaqi-Aru (Aymara) adquiere nuevas características, lo que hoy llamamos Quichua Collao con mucha influencia Aymara tanto en su estructura fonémica y morfológica de substratos Jaqi-Aru (Aymara); mientras sus variantes de Quichua Norteño conservan sus características lingüísticas, las del Cusco Collao, que tiene influencia de Jaqi-Aru (Aymara) y Puquina, las han perdido. Aunque el Imperio Inca surge en el horizonte tardío; es decir, aproximadamente siglo XV a XVI (1400 a 1532) de nuestra era, recalco que las Crónicas registran la remanencia de reinos regionales, pero formando parte del imperio Tawantinsuyo (Inca). Tanto los reinos regionales, como el último imperio Inca, tenían como matriz cultural ancestral a Wari y Tiwanako. Las investigaciones enfatizan que el mismo Estado Inca surgió como un señorío local luego regional hasta culminar como imperio federado. Estos reinos continuaron con el legado cultural y lingüístico que heredaron de la cultura madre ancestral Wari cuya lengua era Jaqi-Aru, lengua polisintética, aglutinante, de morfosintaxis compleja y que hoy se comprueban sus peculiaridades tanto en el Jaqi-Aru (Aymara), como en el runasimi (Qhichua), lenguas y culturas vivas contemporáneas de nuestra identidad andina. Los antecedentes histórico lingüísticos que presentan los documentos históricos y los contemporáneos, son determinantes e instrumentales para la formulación del escenario político cultural, económico, social, lingüístico, que atravesaban los estados e imperios del periodo intermedio y después de la decadencia de éstos, emergen los reinos regionales para luego formarse como síntesis pan-andina cultural Inca que vino a ser el periodo tardío de la cronología andina. Este es el resumen aproximado del proceso evolutivo, histórico y cultural de los Andes Centrales. Los datos históricos confirman que estas lenguas y culturas, incorporando lexemas, vocablos, sintaxis, en sus lenguas, intercambiaron y adoptaron mutuamente. Como se ha recalcado, las huellas profundas —que han heredado estas lenguas de las culturas madres y clásicas, se manifiestan en el substrato lingüístico cultural— son muy notables sobre todo en la lengua Aymara y aun en Quichua. Previamente para facilitar el deletreo de vocablos, lexemas, etc. se ha usado el alfabeto oficial Aymara 1984; también hay que advertir que los documentos fueron escritos por hispanos, ajenos a las culturas andinas y que no estaban preparados para deletrear correctamente infinidad de términos de la época. El abecedario que manejaron, además de ser medieval, no estaba diseñado para la realidad lingüística andina de lenguas polisintéticas y sufijantes como son el Aymara, Qhichua, y otros. Las Crónicas coloniales demuestran que los manuscritos tienen errores tanto en escritura fonémica como en morfo-fonémica. Se encuentran en los documentos coloniales vocablos Aymara y Qhichua escritos a la deriva, con deletreos erróneos, etc. Por ejemplo, tenemos Auquenido en vez de Awkiniri, Condor en vez de khunt’uri, apacheta en vez de apayasita, choquequirao en vez de ch’uqikiraw(a), Inca en vez de Jinq’a, etc. En innumerables casos se verifica el uso de adjetivos peyorativos que no interpretan las realidades semánticas andina. Entendemos hoy que los Cronistas y los colonizadores hispanos de siglo XVI no estaban equipados ni preparados con instrumentos lingüísticos ni de su época ni modernos como la de hoy; ni con la ciencia antropológica para describir las peculiaridades de las lenguas y culturas andinas. Por estas razones tomamos las Crónicas y otros documentos coloniales como pautas para examinarlos y verificarlos a la luz de la ciencia lingüística y antropológica, y no como una fuente fija y cabal de connotaciones y denotaciones. Los topónimos sobre todo, evidencian persistentemente el origen lingüístico, etimológico de lexemas. Gracias a los topónimos, zoónimos, fitónimos, antropónimos, etc., hoy podemos comprobar sus raíces aglutinantes a pesar de haber atravesado épocas y siglos imperiales, coloniales, y republicanos, porque todavía son lenguas vivas de exuberante riqueza. Los topónimos Wari, también muestran los territorios que abarcó e influenció este imperio Lingüístico-cultural; al mismo tiempo, revelan su naturaleza fonémica, morfológica, y canónica cuando se analiza que en cada vocablo están estampados en lugares como ríos, montañas, pampas, lagos, valles, etc. Hoy se comprueba la permanencia de topónimos como sellos culturales perennes. Quiero enfatizar que los vocablos que hoy consideramos como Aymara pueden tener origen Quichua o viceversa, como también puede tener origen Puquina; pero a la luz de la ciencia lingüística, se puede determinar su etimología a través de análisis fonémico y morfológico, porque en cada lexema o vocablo están incrustados los sufijos nominales, verbales, adjetivales, etc. De esta manera se puede determinar y probar la etimología de cada vocablo Jaqi-Aru. Estos vocablos al ser analizados exponen su semántica, como metáforas, onomatopéyicas, y aun parábolas, etc. Hoy tenemos como testamento vivo que estos topónimos transmiten toda una gama de valores culturales, con una riqueza incomparable de significados y raíces culturales. Aquí quiero subrayar las últimas investigaciones arqueológicas en Ayacucho, Lambayeque, Moquegua, Choquequirao, en Vilcabamba región de Cusco. En cada lugar de estos sitios arqueológicos descubrieron los restos del Señor de Wari con objetos de cerámica, tejidos, utensilios ornamentales y otros objetos, los que son materiales tangibles que determinan el dominio territorial y cultural aproximado, y de su influencia más allá del territorio del Perú actual.
Aqutunqu (Acotongo) está situada al norte de la cadena volcánica de Aqunqhawa (Aconcagua). Esta montaña es otra deidad que integra tres volcanes: Umurata, Kapurata y Aqutunqu que conforman Kimsachata (tres volcanes). Aqu.tunqu está en el medio de estos volcanes. Este topónimo está compuesto de nominal aqu (diente) y el étimo tunqu que significa maíz Su semántica revela al molar parecido al maíz. Aqutunqu está ubicado entre las repúblicas de Bolivia y Chile. Al respecto podemos enumerar topónimos en otras regiones peruanas, como ejemplo tenemos: Aqu.qullu (Accocollo), Aqu.ra (Acora), Aqu.muyu (Acomuyo, Acomayo), etc. El topónimo Parinquta o Parinaquta (Parinacota) es otro volcán pasivo entre Chile y Bolivia. Al analizar su etimología tenemos: Pari.ni, Pari.na; Pari es nominal del ave flamenco rojo, y étimo ni/na es sufijo posesivo de tercera persona, y el componente quta denota lago en consecuencia significa lago que tiene flamenco rojo. Este apu (deidad) forma parte de Payachata (gemelos) el otro volcán es Pumirapi. Relativo a este topónimo tenemos en la región de Ayacucho (Perú) otro lago con el mismo denominativo Parinaquta o Parinaqucha (Parinacocha) al oeste de volcán Sarasara. Aquí permite comprobar que el lexema quta en Jaqaru (Yauyos) es qutrza, lengua hermana de Aymara. Resumiendo, aquí el topónimo Parinaquta es un préstamo de Jaqi-Aru al Qhichua. Ejemplos tenemos Quchapampa (Cochabamba), Qutapampa (Cotabamba), etc. Continuando el recorrido orográfico nos trasladamos a la Cordillera Real de Bolivia, donde se encuentra la deidad Illampu que es la contracción de Illani-apu; está ubicado en el noreste del lago Titicaca en el departamento de La Paz, Bolivia. Su análisis morfológico revela illa.ni: illa es raíz nominal que significa “representante sagrado” y el morfema ni marca sufijo posesivo de tercera persona. En consecuencia, se deduce como deidad tutelar andina que está representada por esta montaña. En el extremo sur de la Cordillera Real de departamento de La Paz esta otro apu (deidad) llamada Illamamani como contracción tenemos Illimani. Este monte sagrado es el más alto de la Cordillera Real, al analizar su morfología tenemos illa.mamani: illa denota representante simbólico y nominal mamani denota halcón. Al respecto otros sugieren proviene de águila andina allqamari o allqamamani. Su semántica viene a ser deidad que representa al halcón andino (Falco peregrinus). Relativo a este topónimo tenemos Qallumamani (Calumani), Chukimamani (Chuquimani), T’aqamamani (Takamani), etc. Entre illampu y Illimani hay otras deidades que sobresalen como Chachak’umani, Khunt’uriri, Waynaputusi, etc. Al trasuntar la Cordillera Real, continuando hacia el norte se llega a la Cordillera Qarawaya (Carabaya). Qara.waya es lexema de raíz qala o qara dependiendo de variaciones dialectales significa roca, piedra, y waya es sufijo de oración con atenuante sufijo ya de conocimiento personal. Relativo a este lexema se tiene qalawilli o qarawilli, qalajawira, qalamarka. Carabaya está ubicado al norte de región de Puno. En esta cordillera también se encuentra el nevado más elevado de esta cadena y lo llaman hoy Allin Qhapaq; al respecto el yatiri (sacerdote andino) octogenario Pawliñu Qhispi en una ceremonia ritual a la Pachamama en junio 1973, en la comunidad de Wilamaya (Ácora, Puno), al invocar las deidades andinas enumeró y los llamó por sus nombres; así Illimani, illampu, illan qhapa. Aquí se nota que la influencia del Qhichua ha tenido efecto, hoy llaman allin invertido de illan en vez de la original Illan(ni) qhapa de Jaqi-Aru. Al glosar este étimo compuesto illa.ni; tenemos illa como nominal que denota representante sagrado y el morfema ni como sufijo posesivo de tercera persona. El nominal qhapa significa diligente virtuoso; su semántica de illan qhapa es deidad que representa al virtuoso y diligente. También hacemos notar que el nombre original Illan Qhapa está acompañado por otras deidades como Chichipaka, Wayna qhapa, Kiruni, etc. Recorriendo hacia el norte encontramos a los picos más altos de región de la Laya (Raya). Las deidades khunurana y qillqaya son parte de las cordilleras de Carabaya y Vilcanota. Khunurana está en la región norte de Puno y al sur del abra o paso geográfico de La Raya. Al glosar este toponimo de étimo khunu es raíz nominal de nieve y la partícula ra es sufijo acrecentador y el morfema na(ni) posesivo de tercera persona. Anoto también que el lexema raya es laya porque su semántica orográfica describe que laya es un callejón, abra o pasaje angosto y por la influencia de castellano convertido en raya. Relativo a este lexema tenemos también awkirana (deidad paternal), y qullarana (deidad que cura con sustancias medicinales). Qillqaya es otra deidad situada al noreste de Qhunurana. Esta deidad andina se ubica en la provincia de Canchis (qanchis), Cusco. Al glosar Qillqa.ya, Qillqa es escritura, letra, y el sufijo ya indica causativo atenuador de primera persona. Variantes de este sufijo es ja, ya. La semántica de este topónimo que en su apariencia de signos orográficos se asemeja a escritura, como mensaje del apu; esta deidad también es llamada Qinamari. Además, acompañan otros picos como Churuyu, Aqunkancha, Kiruni, entre otros. También alusivo a este topónimo se encuentra: Qillqatani en Puno, Qillqa (Quilca) en Arequipa. En el recorrido geográfico de deidades Andinas toca sustentar el de la cordillera de Willk’anuta (Vilcanota). Al analizar su etimología tenemos Willk’a.n(i)uta: Willk’a es raíz nominal sagrado para el sol y el sufijo n(i) es posesivo de tercera persona; uta equivale a casa, habitación; por lo tanto, su semántica es casa, habitación, sagrada del sol. El valle y el rio que corre a lo largo de esta cordillera también se denomina Willk’anuta. Dentro de esta cordillera hay muchas montañas que sobresalen, mencionaré las principales: Jawsañkata (Ausangate, Ausankate). Al procesar este topónimo Jawsa.ñ.kata: jawsa es raíz verbal que connota llamada de invocación, el sufijo ñ(a) marca verbal infinitivo, y el étimo kata es sufijo direccional que significa lugar en frente y ascendente. Su semántica indica: lugar sagrado para invocar a las deidades en lugares elevados como la montaña Jawsañkata. En lo referente a este topónimo existen otras montañas como Kallankata (Callancata, Cayancata), Jukhunkata (Ocongate, Oconkate) entre otras. Entre las deidades Jawsañkata y paxchanta (Pachanta), hay una serie de picos (deidades). Entre estos tenemos Chichiqa, Kiruni, Ch’umpi, Allqamarini, Junt’u uma, Khuntur ikiña, Qhiwisiri, Istalla, Kunkapata, Kimsachata, Ananta, Jampatuni, Qillwaquta, Sullulluni, Chullumpini, Khunt’ursayani, Phichaqani, Taruksayani, Wankani, Warisayani, Anantak’uchu, Chachak’umuni. Paxcha jalanta, Uma jalanta, Willaquta, Wilakunka, Wisk’achani, Jayrani, Tarukani, Wayruruni, Wiskhaña, Jaqiuta, Wilapata, entre otros. La Cordillera Urupampa (Urubamba) es otra cadena de montañas, su etimología se presenta compuesta de dos étimos: uru significa “día, claridad, brillantes”. Uru también es una variedad de sal que brilla durante el día como en la noche y la nominal pampa es llanura y planicie. Este topónimo también es aplicado al rio, como al valle sagrado de los Incas. Entre los principales picos tenemos a chhixuni (Chicon, Chiconi). Al glosar este topónimo chhixu.ni; étimo chhixu es raíz verbal de fluir, brotar del agua como manantial (phaxcha). El sufijo ni marca posesivo de tercera persona. Entre otras deidades se encuentra la montaña Wiruni (Verónica), es otro topónimo mal escrito, porque en los documentos coloniales está escrito como “veroni”, “huirone”. Wiru.ni; Wiru es raíz verbal de custodiar y vigilar, y el sufijo ni es posesivo de tercera persona, por lo tanto, su semántica es deidad que custodia y vigila. Khunt’ur wawachaña (cóndor huacchano) es otra deidad acompañante de Pitusiri (Pitusiray), Sawasiri o Sawkasiri (Sawasiray), entre otros. Aquí anoto que el valle de Ullantaytampu (Ollantaytambo) también está ubicado a lo largo de la Cordillera Urupampa y su etimología revela ulla.nta.y(a) ulla o uña es raíz del verbo mirar, observar; el morfema nta es sufijo direccional hacia adentro, y la partícula y(a) es sufijo atenuador de oración, y el componente lexema Tampu se traduce a reservorio, depósito. Su significado de Ullantaytampu es lugar de donde se mira de arriba hacia abajo, depósito que está dentro de un valle. Relativo a este nominal tenemos al Apu Umantaya, Sallqantaya (Sallkantay), Jalanta, Jasanta, entre otros. Cordillera Willk’apampa (Vilcabamba) localizada en la región norte del Cusco es otra cadena de deidades andinas. Willk’a.pampa se glosa como lexema compuesto de Wilk’a que significa deidad solar y Pampa es llanura, planicie. Su semántica es llanura de deidad solar. Dentro de esta cadena, el más elevado es el Sallqantaya (Sallkantay), cuya glosa es sallqa.nta.ya; sallqa equivale a silvestre, no domesticado; morfema nta es sufijo direccional que denota hacia adentro; y el sufijo y(a) es causativo y sufijo oracional. Su semántica es: dentro de tierra virgen y silvestre. Relativo a este topónimo tenemos Sallqapampa (Salcabamba) en la provincia de Thayak´aja (Tayacaja), en Wankawillk’a (Huancavilica). En esta cadena sobresalen también el Apu Pumasillu, Panta, Umantaya, Amparaya, Paxcha, Juqhu pampa, Ch’uqisapha y al extremo sur tenemos el pico Pallqaya, entre otros. Añado también aquí el topónimo ch’uqikiraw(a) (choquikirao) porque pertenece a esta región, en los flancos orientales de las montañas de Willk’apampa (Vilcabamba) de la provincia de la Convención Cusco. Al glosar topónimo ch’uqikiraw(a) tenemos ch’uqi.kira.w(a); ch’uqi es el tubérculo papa y el componente nominal kira se traduce a cerco protector y el sufijo w(a) es marca oracional. El significado de ch’uqikiraw(a) es cerco de papa, depósito de papa. Relativo a este topónimo se encuentra en Cajamarca, en el distrito de Llama, qarwa.kira; al analizar este topónimo qarwa es nominal para camélido llama y el sufijo kira es cerco para resguardar qarwa (llamas), por lo tanto, qarwakira es cerco o canchón para resguardar qarwa (llamas) también ocurre en el rio qarwamuyu o qarwamayu; rio de llamas. La cadena de montañas llamada Wañsu (Wanzu), también denominada waych’awi, está ubicada entre las fronteras de las regiones Cusco, Apurímac, Ayacucho y Arequipa (Andes Centrales). Su análisis, de topónimo, es el siguiente: wañ.su; wañ(a) es étimo adverbial que significa “seco” y el sufijo su es completivo direccional, su significado es cosa o materia secada, algo que ha terminado en secarse. Entre los principales picos tenemos Waña, Waytani, Qullpa, K’uchu, Qillqarana, Wiskhawaki, Aqusuntu, Tintaya, Khunt’uri, Janquq’awa, Khunt’urk’uchu, Phichaqani, Surimana, Wiskhatunqu, Sarasara, Kimsaqaqa, Ch’iyara, Urpimarka, Chhijmuni, Kimsachata, Jalanta, lluquchuyma, Pilluni, Pirqa, Qarwak’uchu, Qillqa, Sullumarka, Taypiq’awa, Thujsa, Uqisaywa, Chullumpi, Sisiwa, Apachita, Yawriwiri, entre otros. Al trasuntar por el flanco sur occidental peruano, paralelo al océano Pacífico están las montañas volcánicas, alineadas de sur a norte. En el extremo sur de la región de Tacna está el apu Tutu.paka (Tutupaca) y Yuqamani (Yucamani). El topónimo Yuqamani se glosa de dos étimos; yuqa.mani, yuqa indica hijo, prole, y mani es contracción de Mamani que se traduce como halcónida andina; por lo tanto, su semántica es una deidad que representa al hijo de Mamani. Mientras Tutupaka es nominal compuesto de dos étimos; tutu o tuti califica “pelado, calvo” y nominal paka es el halcón calvo andino, su semántica metafórica es entonces un halcón que habita entre las neblinas andinas y se traslada entre vientos y neblinas andinas. Hacia la frontera con Chile están las deidades Purupuruni y Q’asiri (Casiri) vecino de la deidad Takura (Tacora) en Chile. Prosiguiendo hacia al norte, en la región de Muqiwa (Moquegua) tenemos al volcán más activo llamado Uywini o Uywina (Ubinas). Al analizar su morfología tenemos uywi.ni; uywi o aywi es la raíz verbal de fluir, rebalsar dependiendo de su variación dialectal. Mientras el morfema ni o na es sufijo direccional que fluye, su semántica es el volcán con fluido de humo y materiales. Otros volcanes que acompañan son Waynaphutina y T’iksuni (Tiksani). Más hacia el norte, en la región de Ariqhipa (Arequipa) tenemos a los volcanes Miststi (Misti), Chachani, Pichu-pichu. Al glosar el topónimo Ari.qhipa; tenemos calificativo nominal ari indica “filudo, puntiagudo, y sobresaliente”. Mientras qhipa significa “detrás, atrás de” y su semántica revela: montaña filuda detrás de otras montañas. Este volcán semiactivo es una deidad muy idolatrada en la cosmovisión andina. Relativo de este topónimo tenemos: Ariqa (Arica) en Chile, Ariquta (Aricota) en Tacna, Ariquma en Melgar, región Puno. Mientras, el topónimo Miststi (Misti) al glosar presenta: Mist.sti; el morfema mist(u) viene del verbo mistuña que significa “salir, expulsar, o emitir”, y el sufijo sti denota dirección, de adentro hacia afuera y marca tercera persona, cuya semántica es un volcán de donde salen expulsados elementos materiales. El Chachani es otro de los volcanes inactivos como Pichu-pichu, jamp’atu (Ampato). Hago notar aquí que el cañón de Manqhi o Manqha (Majes) es otro topónimo mal deletreado y mal interpretado. Aun Bertonio registró este topónimo y también hay otros topónimos en la región de Atacama en Chile como topónimo “Manqhi” (manjhi). Este topónimo significa precipicio, hondura, profundidad como un cañón orográfico, lo que comprueba la naturaleza geográfica de cañón de Qullqa (Colca) en la región de Arequipa. Continuando hacia el norte, se tiene al topónimo Jamp’atu (Jampato), Wallqa-Wallqa, y Samanq’aya (Sabancaya). El apu Samanq’aya es otro topónimo, aunque se ha deletreado de otras formas revela Sama.n(i).q’aya; Sama es raíz verbal de soplo, respirar y el sufijo n(i) es posesivo direccional de adentro hacia afuera, mientras q’aya se glosa como una abertura entre los cerros y montañas; su semántica es una montaña que tiene abertura y que respira. Entre esta cadena de montañas y volcanes tenemos hacia el norte Qhurupuna o Qhurupuni (Corupuna). Este volcán inactivo se glosa como qhuru.puni: qhuru se traduce a “disecado, deshidratado” y el sufijo puni o puna, dependiendo de variación dialectal, es sufijo independiente que significa “siempre, reconfirmado”; su semántica es montaña volcánica donde siempre se seca como el ch’arki. Entre otras montañas y volcanes está Wallata, Khunt’ur-Sallani, Phaxsi, y Surimamani (Sulimana). Continuando hacia el norte también tenemos el apu Sarasara y Awkiwatu en la sierra sur de Ayacucho. En la región de Ancash tenemos la Cordillera Blanca en los flancos del Pacífico. Esta cadena occidental expone los picos más elevados del Perú. El apu Waskaran(i) o Wiskarani (Huascarán), dependiendo de la variación dialectal. Al glosar este topónimo se tiene: Waska.ra.n(i) o Wiska.ra.ni; Waska o Wiska es nominal para “soga, cordón”, y el morfema ra es sufijo acrecentador, y morfema ni es sufijo posesivo de tercera persona. Su semántica es “deidad que posee cordones (wiskha o waskha) que parecen al fluido de nieve derretida en agua”. Entre los picos que acompañan están: Allpamayu o Allpamuyu, Chupikallqi, Urus, Qupa, Wallqa, entre otros. Relativo al topónimo Wiskarani o Waskaran(i) se encuentra Wiskhana en la cadena de Willk’anuta y en la Cordillera de Wanzo como Wiskawaki. Como se indicó al principio, la influencia de la cultura Wari se extendió más allá de las fronteras del Imperio territorial. En la cadena ecuatoriana también encontramos otros topónimos de raíces lingüísticas Jaqi-Aru, el Apu Qutupaxsi (Qotopaxi); al glosar este topónimo compuesto Qutu.paxsi; el nominal qutu es “monte, cerro, macizo” y étimo paxsi es nominal que significa “luna”. El significado del topónimo es en consecuencia “monte sagrado que sobresale como luna”. Tunqurawa (Tungurahua) es otro Apu andino ecuatoriano; para glosarlo tenemos Tunqu.ra.wa: tunqu es nominal de maíz, el sufijo ra es acrecentador y multiplicador, mientras la partícula wa es sufijo oracional y su semántica es “montaña que se asemeja a una mazorca de maíz”. Entre otros tenemos a Chimpurasi (Chimborazo), Sanq’ay o Sanq’aya (Sangay), Llatakunka (Latacunga), y Jamp’atu (Ambato). Lo que se ha expuesto aquí, sobre antecedentes histórico-lingüísticos es una muestra ínfima de la exuberante herencia cultural que incluye cuantiosos materiales históricos, lingüísticos, arqueológicos, antropológicos, etc. Los Andes Meridionales exhiben verdaderamente abundantes datos sobre el universo cultural evolutivo de las culturas andinas, en este caso se ha verificado que la lengua de la cultura Wari era Jaqi-Aru y su variante actual es Jaymara (Aymara). Este proyecto investigativo continuará, por ahora expuse brevemente algunos aspectos histórico culturales y lingüísticos demostrando con las toponimias la herencia cultural lingüística de Jaqi-Aru del Imperio Wari. Referencias Bauer, Brian S. 2004. Ancient Cuzco: Heartland of the Inca, en Joe R. and Teresa Lozano Long Series in Latin American and Latino Art and Culture. University of Texas Press: Austin, Texas Bertonio, Ludovico. 1984. Vocabulario de la lengua aymara (facsímile de original publicado en 1612), en Serie Documentos Históricos, No. 1. Cochabamba, Bolivia: Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social. Bouysee-Cassagne, Thérése. 1987. La Identidad Aymara: Aproximación Histórica, Siglos XV-XVI en Hisbol/Ifea edit., La Paz, Bolivia. Bouysee-Cassagne, Thérèse; Málaga Medina, Alejandro y Cook, Noble David. 1975. Tasa de la visita general de Francisco de Toledo, Francisco de Toledo. 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