SISTEMAS DE BARBECHO SECTORIAL DE ALTURA EN LOS ANDES

Pierre MORLON, abril de 2,005

1. La chaquitaclla y su persistencia en agricultura andina

1.1. La chaquitaclla, emblema de la agricultura andina

«Es tan abundante y fértil esta tierra de cualquier cosa que en ella se siembra, que de una hanega de trigo salen ciento y cinquenta, y á veces docientas, y lo ordinario es ciento, con no haber arados con que labrar la tierra, sino unas palas agudas con que los indios la revuelven» (de Zárate, 1555, lib. I, cap. 8).


Esta «pala» aguda será el punto de partida para estudiar la agricultura de altura en los Andes.

Hubiera podido elegir cualquier otro objeto. Pero éste se nos impusó: desde unos diez o quince años, su representación, realista o estilizada, es omnipresente y está reproducida hasta la obsesión en la mayoría de las publicaciones recientes sobre la agricultura andina, de la que aparece como símbolo indiscutible.

¿Qué cosa es, pués, esta herramienta? ¿Por qué ella, siempre ella?

La identificación de la agricultura andina con la chaquitaclla se remonta a tiempos lejanos. Algunas decenas de años después de la conquista española, GUAMAN POMA dibuja a Adán en el "primer mundo" trabajando la tierra con la chaquitaclla, y también trabajando con la chaquitaclla a los primeros indios de América.

Pero este retorno al pasado, ¿puede ser de alguna utilidad para los campesinos a principios del siglo XXI? El carácter arcaico de la herramienta ha sido subrayado muchas veces:
«Como se ve, la industria agrícola ganadera de nuestros ayllus está en pañales: aún conserva (…) su rudimentarismo primitivo (...) Si el indio no sabe remover sus tierras, tampoco ha aprendido a seleccionar la semilla...»
(CASTRO POZO, 1924, p. 307)


«La agricultura quechua típica está caracterizada por el apego a una tecnología tradicional elemental y a una división del trabajo (…) igualmente superada. (…) La herramienta más complicada utilizada por los agricultores quechua, no es más que un primitivo bastón cavador, cuya sola concesión a la modernidad es de ser provisto con una cuchilla de hierro»
(MISHKIN, 1946).

Estos textos fueron escritos por personalidades poco sospechosas de despreciar el mundo indio: la primera es del peruano Hildebrando CASTRO POZO, abogado defensor de los indios durante el periodo " indigenista" de los años 20, la segunda del norteamericano Bernard MISHKIN, uno de los primeros antropólogos en haber vivido largo tiempo en una comunidad campesina andina y en haber descrito "desde dentro" las prácticas cotidianas.

¿No es acaso el emblema tan obsoleto como el objeto mismo?
¿Será por apego a la tradición y a las costumbres de sus antepasados que decenas de miles de campesinos andinos se obstinan aún en nuestros días en utilizar la taclla?


Desde la conquista española fueron introducidas otras herramientas y fuentes de energía:
- el arado jalado por bueyes en el siglo XVI,
- el tractor y el arado de discos en el siglo XX.

Para juzgar a una técnica, se debe definir el objetivo relativamente al cual se juzga, y el conjunto de valores de referencia que permiten contrastar el juicio, por ejemplo comparando eficacias, como lo sugiere Castro Pozo en el mismo texto:
«De la Colonia (…), sólo ha adquirido el buey como animal de labranza y el arado de madera, inferior al chaquitaclla, que no le sirven sino para sus tierras bajas».

Esto transforma, pues, las preguntas precedentes en otras nuevas, más precisas: ¿para qué sirve la chaquitaclla? ¿Qué trabajo o trabajos realiza? ¿Dónde y en qué condiciones? ¿Con qué resultados? Es en los documentos más antiguos que conocemos en donde buscaremos la respuesta.

1.2. Forma, manejo y función

Los dibujos de GUAMAN POMA nos muestran diferentes trabajos agrícolas hechos con chaquitaclla a lo largo del año:
- siembra de maíz (zara tarpui) en setiembre,
- siembra de tubérculos (papa oca tarpui) en diciembre,
- cosecha de papa (papa allai) en junio,
- labranza (chacra iapui) en agosto.


Sabemos así que la taclla podía ser empleada en trabajos tan disímiles como siembra, cosecha de tubérculos y labranza del suelo.

Pero GUAMAN POMA no juzgó útil comentar sus dibujos en el texto. Es en GARCILASO (1609) que encontramos una descripción escrita precisa del empleo de la taclla - la que da la primera respuesta a nuestra interrogante:
«Traen por arado un palo de una braza en largo [1,5 m appr.]; es llano por delante y rollizo por detrás; tiene cuatro dedos de ancho; hácenle una punta para que entre en la tierra; media vara [45 cm] de la punta hacen un estribo de dos palos atados fuertemente al palo principal, donde el indio pone el pie de salto, y con la fuerza hinca el arado hasta el estribo. Andan en cuadrillas de siete en siete y de ocho en ocho, más y menos, como en la parentela o camarada, y, apalancando todos juntos a una, levantan grandísimos céspedes, increíbles a quien no los ha visto. Y es admiración ver que con tan flacos instrumentos hagan obra tan grande, y la hacen con grandísima facilidad, sin perder el compás del canto. Las mujeres

andan contrapuestas a los varones, para ayudar con las manos a levantar los céspedes y volcar las raíces de las yerbas hacia arriba, para que se sequen y mueran y haya menos que escardar. Ayudan también a cantar a sus maridos, particularmente con el retruécano hailli» (V, 2).

Este texto de Garcilaso, denso y preciso, es un modelo dificilmente superable de literatura etnográfica sobre una herramienta agrícola. En pocas líneas, describe la herramienta: forma, dimensiones, materiales; luego su manejo en équipo, incluyendo entonces aspectos sociales; termina por los objetivos agronómicos del trabajo. Esta última parte, con el vocabulario utilizado, indica sin duda alguna que se trata de voltear céspedes, es decir hierba de poca altura, pastoreada por animales, lo que implica rotaciones en las cuales se suceden cultivos y hierba pastoreada – exactamente lo que podemos observar todavía.

En cambio, con respecto a las tierras arenosas de la costa,
«no las barbechan, porque no lo han menester. Siémbranlas con estacas gruesas a compás y medida, haziendo hoyos, en los cuales entierran las cabezas de las sardinas, con dos o tres granos de maíz dentro dellas».

Así, si bien pudiendo ser empleada en otros trabajos, la función o destino de la chaquitaclla era voltear céspedes (o, si se prefiere otros términos, pastizales o praderas).

Sabiendo que el césped es el más difícil de los medios que sirven para la agricultura, tenemos que precisar dónde y por qué se tiene que voltear céspedes en los Andes. Es lo que hizo COOK en 1920, situándose dentro del marco de la estratificación ecológica de los Andes:


«Tres principales tipos o sistemas deben ser distinguidos en el estudio de la agricultura antigua de los Andes peruanos. En los valles bajos, por debajo de los 1500 metros, el cultivo estaba limitado probablemente al sistema de agricultura itinerante con quema, el mismo que aún se practica a baja altura en América tropical (...) Por encima de este piso, en los valles intermedios o templados de los Andes orientales, entre los 1500 y 3300 metros, la agricultura descansaba en el sistema de andenes (...)
En los valles aún más altos, entre los 3300 y 4200 metros, el clima es más frío, la humedad más abundante y las pendientes más suaves. Hay menor necesidad de andenes o de irrigación, pero las gramíneas de altura y otras plantas pequeñas forman un césped denso y fibroso, una condición similar a la de los países del norte en donde el arado es la herramienta básica de la agricultura. (…) El cultivo de las praderas de altura se realizaba con el trabajo humano, facilitado por un instrumento especial para romper el césped»
.


Luego de describir la chaquitaclla y el trabajo extenuante que ella exige pese a su empleo en equipo, COOK analiza la rotación «estrictamente subordinada a las actividades pastorales», observada en La Raya, a más de 4200 metros de altura: a fines de la estación de lluvias (abril), los campesinos voltean sólo estrechas fajas de césped, marcando las líneas en donde plantarán las papas, pero es más tarde que rompen la totalidad del terreno ; y el césped duro se descompone en un suelo suelto y oscuro durante la larga temporada de crecimiento.

Al año siguiente, siembran cañihua, sin preparación adicional del suelo: «Las adventicias y las hierbas vuelven a tomar posesión del suelo mientras que la cañihua crece, y enseguida se deja el terreno en pastoreo durante varios años antes de una nueva labor. Los períodos de cultivo son demasiado breves como para destruir las raíces fibrosas de las gramíneas y otras plantas en el suelo, de modo que sólo puede haber muy poca erosión. En las zonas favorables este sistema es permanente, y nada indica desde cuándo se le practica o cuántas veces el césped ha sido volteado».

En resumen, la chaquitaclla tiene como función en la agricultura andina voltear céspedes para sembrar papas, dentro de rotaciones en las cuales algunos años de cultivo suceden a un largo tiempo de descanso pastoreado, todo ello en altura.

COOK concluye por fin: «Esta herramienta bien puede simbolizar la agricultura de las tierras altas. Las praderas de altura planteaban un problema especial que fue resuelto por la chaquitaclla».


Estamos así frente a una paradoja que plantea una pregunta: Por un lado, esta herramienta elegida como emblema por investigadores modernos resuelve un problema difícil minimizando la erosión, y su resultado es sorprendente para quien no lo haya visto; y de otro lado esta misma herramienta es considerada como arcaica, obsoleta, irrisoria: ¿cómo entenderlo?

Los resultados agronómicos del trabajo con la chaquitaclla son del todo notables y los rendimientos por hectárea que permite alcanzar lo demuestran bien. Pero es al precio de un trabajo a la vez extenuante, como Cook lo ha señalado, y muy lento:
En el distrito de Nuñoa, ubicado a más de 4000 metros de altura, «La actividad más dura y prolongada realizada por los hombres es la labranza con la chaquitaclla que con frecuencia dura un día entero. El consumo de oxígeno y de energía por trabajador sobrepasa el 60% de los valores máximos..., y es superior al de todas las demás actividades agrícolas» (THOMAS, 1972). Y son necesarios en total más de cuarenta días de trabajo por ha...

Es este problema de la lentitud del trabajo, agravado por las restricciones climáticas, que los campesinos han tenido y tienen aún que resolver.

Por ello asocian varias soluciones: la velocidad del trabajo (es decir la extensión arada por persona y por día) se incrementa con el trabajo en equipo; y la combinación de diferentes modalidades de labranza permite a la vez reducir la extensión que se tiene que labrar, y distribuir el trabajo en diferentes épocas del año, transfiriendolo de la época más crítica hacia otras.

1.3. La labranza en la organización del trabajo y del espacio

1.3.1. Estrategias de labranza

Las restricciones climáticas
En los Andes del Perú y Bolivia, la breve estación de lluvias está seguida por una larga estación seca. Terminándose las lluvias, en abril o mayo, el suelo se seca y se vuelve demasiado duro como para ser trabajado; las plantas dejan de crecer y terminan por ser matadas por las heladas nocturnas que, a gran altura, se producen desde que la cobertura de nubes desaparece.

Es preciso, pues, que todos los cultivos hayan llegado a su madurez al fin de la estación de lluvias; y para ello deberán haber sido sembrados - y por tanto arados - con suficiente anticipación:

En altura, todas las siembras deben realizarse entre el momento en que llegan las primeras lluvias, de setiembre a diciembre dependiendo del año y de la región, y aquel en que ya es demasiado tarde para sembrar, que se sitúa entre octubre y diciembre, según la altura y el tipo de cultivo: ¡un margen bien estrecho! En estas condiciones, el hecho de que una familia, con su propia mano de obra, tenga necesidad de casi un mes de trabajo por cada hectárea labrada, aparece como realmente crítico...
«Que a los indios en este reyno se le han de darle licencia en tiempo de sementeras el dicho corregidor y padre y visitador (…) y los jueces que no le detenga en fiestas ni en la doctrina (…). El trabajo es romper tierras vírgenes, que ellos llaman chacmay mita; pasando este tiempo, no se puede romper tierra y para arar la sementera que ellos llaman yapuy-pacha, sembrar tarpuypacha - chacmaypacha y no sembrando en aquel mes y día señalado, si pasa un punto, ya se pierde la sementera» (GUAMAN POMA, p. 860).

La solución más evidente a este problema es adelantar la labranza a la

estación seca, irrigando el suelo para que sea menos duro. Es sin duda el papel principal del riego, puesto que después "normalmente" las lluvias son suficientes para asegurar la alimentación hídrica de los cultivos:«...si era tierra de acequias, que en toda la mayor parte de este reino las había y las usaban; aunque fuese en la sierra donde llueve, usaban de ellas para (...) arar las tierras y sembrar, y después quedaba a las lluvias. Esto era en la sierra». (Pedro PIZARRO, 1571, f. 57 v).

«El riego no es indispensable para que los sembríos se desarrollen. En estos valles, muchas veces el agua sólo se usa para ablandar la tierra, no así para humedecer las plantas. (...) el riego sólo se utiliza para facilitar inicialmente el laboreo de la tierra, y no para regar las plantas». (KAERGER,1979/1899, pp. 22 y 27

Pero es exactamente en el momento en que es más necesaria para la labranza y la siembra, que el agua de regadío es menos abundante y la más disputada: muy pocos son los lugares en que todos los campesinos disponen de ella para todas sus parcelas. Ha sido preciso, pues, inventar otras soluciones que descansen en la combinación entre modalidades de labranza realizadas en períodos diferentes.

1.3.2. Fechas y modalidades de labranza

«En este mes de febrero han de romper tierra virgen (...) es la gran fuerza del agua del cielo que traspasa la tierra y así se dice chacmayquilla (...) en este mes tengan gran cuenta de que se rompa tierra virgen para sembrar mais o trigo papas (...) porque la tierra está blanda (...)» (GUAMAN POMA, p. 1134).


A falta de irrigación, una solución para sortear las restricciones climáticas consiste en adelantar la labranza a la mitad o al fin de la estación de lluvias precedente.

Otra solución es al contrario postergar la labranza hasta un momento en que haya menos trabajo o el suelo esté húmedo en profundidad. Como la siembra misma no puede ser demorada, se planta primero las papas en el césped, y luego se voltea la tierra cuando las plantas han brotado de la tierra.

Las labranzas están así distribuidas en diferentes 4 épocas:
- inmediatamente antes o después de la siembra,
- cuando el riego lo permite, adelantadas en temporada seca,
- adelantadas al final de la época de lluvias que precede,
- postergadas (noviembre a enero).

La fracción de la superficie efectivamente volteada varía también, y con ella el tiempo de trabajo por hectárea:

a) La labranza completa (t'aya en la región del Cuzco, mutta o lluja en el Altiplano de Puno) sólo es posible antes de la plantación. Exige un trabajo tedioso: un grupo de dos chaquitacllas voltea sólo entre 150 y 250 m2 por día. Además, no se puede sembrar directamente una parcela labrada de esa manera: se necesita romper y pulverizar los terrones con mazas, y más tarde aporcar dos veces.

b) La labranza en camellones antes de la plantación ("wachu" en quechua del Cuzco; "chajmay" o "chapa" en el Altiplano). La proporción de la superficie de la parcela labrada varía entre 1/3 y 2/3, lo que reduce en proporción el tiempo de trabajo: un grupo de tres personas ara una parcela de 500 a 1000 m2 en una jornada de trabajo. Esta permite ganar tiempo al momento de la labranza y de la siembra, y posteriormente un solo aporque es necesario.

c) La labranza en camellones después de plantación directa en el pastizal del descanso ("ccaja" o "q'aha" en el Altiplano de Puno, "ticpa" en el valle del Mantaro). Cada tubérculo se coloca en el fondo de un hoyo, bajo un terrón cortado con un golpe de chaquitaclla. Es muy rápida, y la fecha de siembra depende menos de la humedad del suelo. Es la modalidad menos erosiva. Por fin, atenuaría los ataques de las larvas de insectos, retardando la labranza que destruye numerosos depredadores.


1.3.3. Rendimientos por hectárea y productividad del trabajo


Los rendimientos por hectárea son extremadamente variables.
Las mediciones de producción campesina en la provincia de Chumbivilcas en 1985, año de clima "normal", indicaron los rendimientos por hectárea los más altos después de labranza completa: hasta 50 toneladas en variedades híbridas y 25 toneladas en variedades nativas. En parcelas labradas en camellones, el rendimiento no pasa de 20 t. por hectárea, sin que aparezcan diferencias significativas entre variedades "mejoradas" y nativas.

Para comparar y juzgar la eficacia de las técnicas empleadas, los agrónomos suelen medir la producción por unidad de superficie, que llaman el «rendimiento» del cultivo. Pero, ¿es este "rendimiento" el que interesa a los campesinos? Cuando el factor que perciben como el más restrictivo en la unidad de producción es el tiempo de trabajo disponible en la época de la labranza,

¿no será la producción conseguida por día de trabajo de labranza lo que les interesa y que guía sus decisiones?

En los Andes - como en otras partes del mundo, y hace algunos decenios en Europa - las unidades de superficie agrícola no son constantes, porque en realidad miden la extensión labrada en un día: masa con la chaquitaclla, yunta o jornal con el arado, etc... En estos casos, calcular un rendimiento por "unidad de superficie" llega de hecho a medir la productividad del trabajo.

Lo mismo cuando otro factor es limitante. En 1567, GARCI DIEZ indicaba que se cosechaba 10 fanegas por cada fanega de papa sembrada; 30 fanegas por una de maíz; 70 et 80 por una de quinua, et 50 por una de cañihua. Lo que importa aquí es la expressión del rendimiento relativamente al factor percibido como escaso o limitante: la semilla guardada de la precedente cosecha.

Desde un punto de vista económico, en las agriculturas tradicionales manuales, esta oposición está ligada al las disponibilidades y costos relativos de la semilla y del trabajo: los altos rendimientos relativamente a la semilla exigen técnicas de siembra que necesitan de mucha en mano de obra (siembra en líneas, en hoyos con raleo, en almácigos con trasplante), al contrario de la siembra al voleo que necesita mucho menos trabajo pero consume más semilla.


Como la labranza completa exige mucho más tiempo que la en camellones, la jerarquía entre modalidades se invierte cuando se la establece según la productividad física del trabajo de labranza: la producción de papa por día de trabajo invertido en la labranza de terrenos en descanso es más elevada en las parcelas labradas en camellones que en las de labranza completa. Esto se vuelve más cierto todavía si se considera el conjunto de los trabajos del suelo, antes de la siembra (desmenuzar los terrones) o después (aporcar). Pero el volteado completo es, en la estrategía campesina, una inversión para razonar a nivel de toda la rotación y no de un solo año de cultivo. Los campesinos dicen que la reservan para las tierras destinadas a numerosos años de cultivo.

La elección de la modalidad de labranza, pues, no corresponde solamente a la relación entre las disponibilidades de trabajo y de tierra, ya que todas las superficies no son idénticas ni equivalentes. Los problemas que se tiene que resolver (sequedad o exceso de agua, ...) así como los riesgos de erosión y de mala cosecha difieren mucho en función de la pendiente y de la altura. Cada

modalidad de labranza es el primer eslabón de una cadena de operaciones técnicas adaptada a condiciones ambientales y a niveles de riesgo - es decir, a niveles de producción esperada - diferentes:

- La labranza completa es adaptada a terrenos sin problemas de exceso de agua; favorece la aireación del suelo y la infiltración de lluvias en el subsuelo. Pero, en pendientes muy empinadas, deviene peligrosa: la tierra mullida es fácilmente llevada a la pendiente por el peso del agua que allí se acumula.

- La labranza en camellones antes de la plantación se practica en las parcelas en donde los riesgos (clima, erosión) son más importantes.

- la labranza en camellones después de la siembra parece ser la más apropiada para las condiciones más húmedas. El campesino la utiliza allí donde los riesgos son los más elevados, particularmente al límite superior de los cultivos en la altura. Con ella, también puede decidirse a plantar aun cuando le haya faltado antes tiempo para arar, o si él logra con retraso los medios de producción (semilla, créditos...). Esta modalidad limita las inversiones al estricto mínimo necesario. Pese a bajos rendimientos por hectárea, aquellos cultivos pueden ser muy interesantes para él porque valorizan su mano de obra en épocas donde tiene poco trabajo. Participan también de la dispersión de riesgos.

1.4. Arado de palo y chaquitaclla


Son, pues, los mismos campesinos los que eligen bien el arado, bien la taclla, para efectuar operaciones de cultivo completamente diferentes, según el tipo de agricultura que ellos practiquen en cada piso ecológico, y según el momento en que la parcela se halle en la rotación de cultivos
La labranza con la taclla se realiza una sola vez en la rotación, para romper el césped del descanso (sobre un suelo compactado po el pisoteo de los animales), para destruirlo volteándolo y fabricar camellones en donde las papas puedan crecer sin temer el exceso de agua.
Contrariamente a la chaquitaclla, el arado no voltea el suelo y por tanto no puede enterrar el césped. De todas maneras, no es para eso que fue inventado : " la función primitiva y esencial del arado de palo no es preparar el suelo sino enterrar las semillas "" (Sigaut, 1975). Así, el arado de palo será utilizado sólo después de la destrucción del césped durante el primer año de cultivo. Los años siguientes, y también en los campos cultivados todos los años, mulle la tierra para que reciba la semilla.

Conclusión de la primera parte

Comenzamos esta parte preguntándonos por qué la chaquitaclla se había impuesto como símbolo de la agricultura andina. El estudio de las funciones de esta herramienta, así como de la repartición de las tareas con otros instrumentos, nos remite a las rotaciones colectivas con largo tiempo de descanso a gran altura, ya que la chaquitaclla está destinada ante todo a la labranza de esos terrenos.

2. LOS SISTEMAS DE BARBECHO SECTORIAL DE ALTURA

La chaquitaclla es una herramienta concebida para roturar el pastizal luego de varios años de descanso pastoreado, en los sistemas de barbecho sectorial de altura. La pregunta de "¿por qué los campesinos se sirven todavía de esta herramienta?" remite, lógicamente, a estas otras: ¿Por qué estos sistemas? Y, antes que nada... ¿qué son realmente? ¿Cómo están manejados?

2.1. Descripción y funcionamiento

Un esquema aparentemente mecánico y rígido...

La literatura describe así estos sistemas de rotaciones colectivas:
- Asocian a un cierto número de familias en un determinado territorio; éste se divide en un número n de sectores, sobre los cuales se turnan los cultivos de la rotación;

- cada ciclo de utilización de la tierra dura el mismo número n de años, durante los cuales se suceden en primer lugar cultivos (o asociaciones de cultivos anuales), luego un descanso pastoreado; todas las familias siguen colectivamente la misma rotación;
- las tierras constituyen propiedad privada de cada una de las familias; en lo ideal, cada familia posee parcelas en cada uno de los sectores;
- Cuando un sector está cultivado, cada familia tiene derecho de uso exclusivo de sus parcelas. Inversamente, cuando no está cultivado, su uso es colectivo: todas las familias tienen derecho de pastoreo para su ganado en todo el sector.

... pero una realidad mucho más adaptativa

Esta presentación da la idea de algo mecánico, definido una vez por todas por una ley inmutable. Pero, en la realidad, los campesinos manejan permanentemente estos sistemas y toman cada año sus decisiones según las circunstancias.


Al contrario de lo que muchas veces se escribe, durante los periodos agrícolas (privativos), en la mayoria de las comunidades cada campesino hace lo que quiere sobre sus campos - excepto pastorear allí su ganado. Puede dejarlos sin cultivar o cultivar otra especie que la que está prevista en la rotación. La única cosa determinada por la regla colectiva son las fechas de entrada y de salida del ganado: antes de la siembra, la fecha en la cual todos deben sacar su ganado ; después de la coscha, la fecha a partir de qué se autoriza la presencia del ganado. De hecho, los campesinos traen su ganado en sus campos en el curso de la cosecha: el pastoreo es así privado al comienzo, cuando los residuos de cosecha son abundantes, y se vuelve colectivo cuando se acabó la cosecha.
Aquellas fechas corresponden por supuesto al ciclo de la especie cultivada prevista en la rotación, lo que autoriza cualquier cultivo cuyo ciclo está incluido, y al contrario hace muy arriesgadas (cosecha immadura o daños del ganado) los cuyo ciclo es más largo. Es así que encontramos campos de papas (ciclo corto) en un sector de cebada, pero casi nunca al revés.

Cada año antes mismo que las fechas, la autoridad que maneja esta zona de producción toma las decisiones colectivas sobre la rotación misma. Puede dejar en descanso más tiempo que los demás un sector que no juzga bastante "descansado", haciendo varíar la orden de los sectores de un ciclo a otro. En Japo en Bolivia, cuando la vegetación en un sector está rala al término de 9 años de descanso, los campesinos lo dejan descansar un ciclo más, o sea en total 21 años. En Laraos, en 1984 la asamblea de la comunidad decidió no sembrar cebada, y por lo tanto dejar en descanso un sector donde la producción que se esperaba no justificaba la inversión de trabajo y semillas. (Más en detalle, en Laraos cada uno de los sectores observados durante un año dado resulta de la reunión de cuatro a seis subsectores contiguos. No se reúnen necesariamente los mismos subsectores para formar un sector en los ciclos subsiguientes).


Estos sistemas se encuentran en regiones muy disímiles en los planos ecológico, económico y cultural, como son:
- los valles secos de la costa peruana, próximos a la enorme aglomeración de Lima, donde el español tiende a convertirse en lengua única;
- la sierra más húmeda de la región del Cuzco, donde los campesinos hablan quechua;
- el frío altiplano, de habla aymara.

El hecho de que a pesar de todo estos sistemas posean características comunes tan numerosas y determinantes, lleva a plantear numerosas preguntas: ¿Para qué sirve el largo descanso pastoreado? ¿Por qué no separar en el espacio los terrenos que se cultivan todos los años, donde la labranza sea fácil, de aquéllos reservados para pastos permanentes? ¿Por qué aceptan los campesinos las restricciones del manejo colectivo? Y, en fin, ¿por qué todo ello solamente a determinadas alturas? Más abajo, los campesinos manejan sus tierras diferentemente.


Para intentar explicar las constantes y variaciones en los barbechos sectoriales colectivos, y su existencia misma, se puede apelar a diferentes tipos de puntos de vista, que no se excluyen mutuamente, y pueden muy bien ser complementarios.

2.2. Ventajas y limitaciones de la contigüedad de las parcelas

La reunión de un gran número de parcelas cultivadas en conjunto reduce el perímetro total de separación con las tierras en descanso pastoreado, y con ello el peligro de daños en los cultivos por vagancia de los animales domésticos. Ello permite disminuir el tiempo que cada familia debe consagrar al cuidado de sus animales.

En ciertas comunidades del alto valle de Cañete, como Laraos, cada sector se halla cercado por completo mediante un muro o una barrera natural, a fin de impedir las incursiones de los animales. Allí donde la organización colectiva comunal ha desaparecido, cual es el caso de la comunidad de Tupe, tiene que cercarse cada parcela individual, y cada familia tiene que dedicar mucho más tiempo a vigilar sus animales. El agrupamiento en el espacio de los campos utilizados del mismo modo el mismo año, es una consecuencia lógica del acceso de los animales de todos los comuneros a los campos en descanso.

En cambio, los sistemas de barbecho sectorial son bastante rígidos y limitan la innovación y experimentación individuales; ya que el derecho de pastoreo en común en un sector, desde el momento en que se recoge la cosecha hasta la roturación y la siembra siguientes, impide toda siembra más precoz o toda cosecha más tardía que las decididas por la comunidad, siendo las únicas modificaciones que un individuo puede introducir las de escoger especies o variedades de ciclo más corto. Ello no impide sin embargo la introducción de técnicas nuevas, como lo veremos más adelante.


2.3. El orden los cultivos y la gestión del trabajo


La prioridad que los campesinos asignan a la papa puede explicarse por razones de seguridad alimentaria : los tubérculos mismos no son nunca dañados directamente por las heladas o el granizo, y sólo su parte aérea se ve afectada. Los campesinos andinos siembran esta especie exigente en el momento en que los niveles de elementos nutritivos en el suelo son más altos: después del descanso pastoreado. Pero si ésta fuera la única razón, podrían sembrarla también después de habas o lupino, que fijan el nitrógeno.

Pensamos que la razón principal es que esta secuencia minimiza el tiempo de trabajo total en la rotación y reduce la competencia entre cultivos en el calendario de trabajo:
- Los tubérculos, semillas de grandes dimensiones con mucha agua, no necesitan un suelo finamente mullido para germinar, y se contentan con los terrones grandes dejados por la chaquitaclla;

- la preparación del terreno para la papa sólo necesita roturar una franja de cada dos para formar camellones, en tanto que para los cereales hay que roturar todo el terreno;
- la cosecha de tubérculos pulveriza la tierra, y la deja preparada así para recibir los granos de los cultivos siguientes.
- los cereales consumiría sin duda mucho más energía si se cultivaran en terrenos vírgenes (el primer año de la rotación). Inversamente, si las papas se cultivaran después de granos, necesitarían siempre aporques. La labranza en camellones reúne labranza y aporque en una sola operación.
- Por el contrario, la cosecha de granos deja los surcos intactos, lo cual favorece el establecimiento de vegetación espontánea en los años de descanso que siguen.

2.4. El descanso pastoreado y el manejo de la fertilidad del suelo

GADE y RIOS (1972) explican la persistencia de la chaquitaclla de la siguiente manera: ya que la pobreza de los campesinos les impide la compra de abonos, el único medio de restaurar la fertilidad es el descanso pastoreado, a cuyo término la única herramienta capaz de roturar el pastizal y al mismo tiempo al alcance de los campesinos es la chaquitaclla. Las explicaciones más frecuentes y antiguas en torno a la existencia y ubicación de las rotaciones con largo descanso pastoreado se asientan en la noción misma de descanso del suelo (quechua samay), que permitiría la reconstitución de su fertilidad. ¿Que sabemos e verdad sobre ello?

En los Andes Centrales, muy escasos son los estudios agronómicos publicados (y realizados con buena metodologia...) que incluyen mediciones de rendimiento y resultados de análisis de suelos sobre estos sistemas.


En Nuñoa (Dpto. de Puno, Perú)
El primer estudio conocido fue ralizado al final de los años 1960, en Nuñoa, por encima de los 4,000 m. de altura, en la rotación: papas / cereales andinos / de dos a doce años de descanso

Los contenidos de minerales y de materia orgánica en el suelo aumentan a lo largo del período de descanso, pero a fines del mismo la fertilidad global de la tierra no parece suficiente para el cultivo de papa. Ello cambia con el traslado de fertilizante al campo de papas que se acaba de preparar: es entonces cuando la fertilidad resulta más elevada. Hacia principios del segundo año el nivel de la mayor parte de los elementos nutritivos se aproxima o cae por debajo del umbral de fertilidad ; los niveles más bajos son los que se alcanzan al comienzo del descanso, luego de la cosecha de cereales. Resulta, pues, claro que se debe aplicar un fertilizante al campo al final del descanso si se desea una buena cosecha de papas. La explicación del largo tiempo de descanso como medio de recuperar la fertilidad es pues insuficiente.


En el pastoreo los rebaños recogen los elementos nutritivos en grandes extensiones y los concentran en sus excrementos, una parte de los cuales queda depositada de noche en el corral, y que finalmente son llevados por los campesinos a lo alto de los camellones donde se siembran las papas. Esto quiere decir que los elementos nutritivos que provienen de toda la extensión pastoreada son concentrados en una área limitada de tierra. La producción vegetal depende de los elementos nutritivos acumulados por los rebaños en una gran extensión de pastizal, lo que justifica la aserción de Cook hablando de una rotación "estrictamente subordinada a las actividades pastorales". La abundancia de deyecciones depende a la vez del tamaño del rebaño y de la relación de áreas entre pastos y cultivos.

En Japo (Bolivia)
El estudio más reciente fue realizado en 1996-1997 en Japo, también encima de los 4000 m de altura, en la rotación:
papas / cereales / cebada / 9 años de descanso.

Al igual que en Nuñoa, el contenido de elementos nutritivos del suelo apenas varían a lo largo del descanso. Sólo aumenta netamente la fitomasa, constituida en un 90 a 95% por las raíces de la vegetación. Al término de 9 años de descanso, esta fitomasa es en promedio de 10 t/ha, et se necesita algo de 30 años para alcanzar las 20 t/ha de la vegetación " natural " al lado.

El rendimiento de papas no está correlado don la fitomasa, sino en los campos sin fertilización, ya que los campesinos echan más abono en los campos donde la fitomasa es menos abundante. El nitrógeno contenido en la cosecha de papas proviene en su mayor parte de la descomposición de la fitomasa, pero sólo puede ser aprovechado por la planta si se aporta fósforo, que es el elemento limitante. - los aumentos de rendimiento son proporcionales a las dosis de fósforo.


De igual manera que en Nuñoa, la recuperación de fertilidad por el descanso es insuficiente y es necesario aportar fósforo. La diferencia, y la novedad, es que este aporte se hace en forma química: en menos de 10 años, los campesinos fueron capaces integrar los abonos químicos de manera racional y eficiente en el sistema.

2.5. Intervalo entre cultivos y lucha contra las enfermedades y parásitos

Cuando una misma comunidad maneja varias rotaciones colectivas a diferentes alturas, la duración o proporción de descanso aumenta con la altura. En Ambana, en la vertiente oriental de los Andes de Bolivia, GRESLOU y VACHER (1980) han identificado 9 rotaciones diferentes, cuyo tiempo de descanso varía de 5 a 15-20 años. Más abajo, casi no hay descanso. La interpretación habitual es que cuanto más se asciende, el frío hace más y más lentos los fenómenos, y con ello se demora la reconstitución de la fertilidad del suelo. Pero observamos también que el lapso entre dos cultivos de papas es siempre por lo menos 12 años. Este lapso es esencial por razones fitosanitarias.


A gran altura los problemas fitosanitarios más graves son los causados por nemátodos (gusanos minúsculos) que atacan las raíces de la papa; la cosecha puede ser totalmente perdida en casos extremos. Algunas especies tienen una forma de resistencia, el quiste, que contiene cientos de huevos y que les permite sobrevivir largo tiempo en el suelo en ausencia de papas. La población de parásitos en el suelo puede ser reducida considerablemente por un espacio de 5 a 6 años entre dos cultivos sucesivos de papa. Otras plagas y enfermedades, como el gorgojo y la verruga, tambien necesitan un largo intervalo de tiempo etre dos ocurrencias de la misma espci cultivada en l mismo terreno.

El número total de especies vegetales cultivables disminuye con la altitud, y las rotaciones sectoriales se encuentran, por lo general, por encima del límite superior del maíz, trigo, lupino, incluso arvejas y alfalfa: si no es conveniente que una misma especie, cualquiera que sea, retorne con demasiada frecuencia al mismo terreno, la solución es reemplazar las que no se pueden cultivar por el descanso, cuya duración aumenta así con la altura.

Conclusión parcial

Es en las alturas elevadas que los campesinos disponen de menos "grados de libertad" en lo que concierne a la elección de especies por cultivar, de su rotación y de las fechas, pues las exigencias del medio natural son allí las más fuertes. Todos se ven obligados por el clima a hacer más o menos la misma cosa y al mismo tiempo: lo que cada cual hace es necesariamente semejante a la norma colectiva, que no es entonces sentida como una restricción suplementaria, al contrario de lo que acontece en alturas más bajas, donde cada cual hace lo que quiere en sus parcelas. Ello no impide sin embargo técnicas nuevas, como lo vimos con la introducción de los abonos químicos en Japo.


Consecuencias para la evolución de estos sistemas

Enrique MAYER ha propuesto una representación gráfica de los diferentes mecanismos y etapas de la desintegración de los barbechos sectoriales en el valle del Mantaro, en los años 1970:
(0)   Sistema de barbecho sectorial tradicional sin modificar.
(1a) Para darle tierra a un número crecente de familias, aumentar el tamaño de
       cada sector eliminando a otros, lo que también disminuye el número de
       años de descanso para cada sector.
(1b) Alargar el ciclo de cultivo sin cambiar el tamaño del sector, a expensas de los
       años de descanso. Se producen más cultivos, repitiéndose algunos en la
       secuencia de rotación.
(2)  Ambos procesos se combinan para que queden solamente dos sectores, uno
       bajo cultivo y otro en descanso, que alternan anualmente. La comunidad ya
       no dictamina qué se siembra.
(3)  Abandonar cualquier reglamentación del uso de la tierra. Las familias por su
      cuenta deciden los patrones de rotación

(4) Progresivamente se abandona el descanso en la rotación

Esta secuencia histórica da también una representación geográfica de la situación actual en el valle del Mantaro, ya que las comunidades de la zona baja comenzaron este proceso más temprano que las de las zonas intermedia y alta.

Pero en la medida en que las explicaciones agronómicas ofrecidas más arriba sean correctas, parece muy difícil que esta evolución pueda llegar a su término en las alturas elevadas, pues hay dos razones que impiden sustituir allí el descanso pastoreado por el uso de químicos:
- como toda compra exterior, la de abonos no se puede justificar para los campesinos si no están seguros de vender el producto de la cosecha a un precio suficiente. Pues bien, en las alturas elevadas no están seguros ni siquiera de cosechar todos los años.
- los productos químicos no desempeñan otro papel que sí cumple el descanso pastoreado: acumular materia orgánica y proteger el suelo contra la erosión y lixiviación de los elementos nutritivos - papel cuanto más importante tanto más se hallan las rotaciones sectoriales en pendientes pronunciadas.

A no ser que se transporte cada año desde la puna grandes cantidades de deyecciones animales, la supresión del descanso (como en las zonas más bajas) no nos parece una solución viable; parece posible, en cambio, mejorar la productividad del sistema:
- utilizando abonos químicos: es lo que vimos en el ejemplo de Japo. Pero el citado artículo no dice con qué dinero los campesinos pagan el abono.
- eventualmente, enriqueciéndolo mediante especies forrajeras más productivas, sembradas al mismo tiempo que el último cultivo de cereales para no aumentar la cantidad de trabajo;
- en todos los casos, esperando que la cobertura vegetal se establezca bien, para emplearla como pastizal.


2.6. Evoluciones recientes


La semejanza entre los sistemas de barbecho sectorial andinos y las rotaciones colectivas tri o cuatrienales que se usaban antiguamente en Europa, sugiere que la existencia de tales sistemas obedece a profundas razones. Pero también sugiere las mismas posibilidades de evolución. Desde unos 30 años se ha descrito evoluciones diferentes, e incluso contradictorias, según las condiciones locales: población en aumento o en disminución, posibilidad de desarrollar una producción comercial rentable, y ello en interacción con las características del medio natural. Ya vimos el ejemplo del valle del Mantaro, diferenciado según la altitud, y él de la introducción de abonos químicos en Japo.

Ya en 1946 MISHKIN escribia que, a causa del aumento de población, "las pastos de algunos años, es decir los campos en descanso, se han visto reducidos con el correr del tiempo". Cuando la extensión total por familia disminuye mucho -

por cualquier causa que sea - o cuando la apertura al mercado introduce nuevas técnicas, las reglas colectivas pueden ser modificadas o hasta abandonadas.

El aumento de la población, y el del carácter comercial de la agricultura pueden conducir a una disminución del tiempo de descanso de la tierra, lo que Esther BOSERUP llama intensificación agrícola.

2.6.1. ¿Hacia un abandono de las rotationes colectivas? Algunos ejemplos en las zonas altas de Paucartambo

Zimmerer (1991) describió evoluciones contrastadas entre comunidades.

Un primer caso está vinculado a la expansión del la producción de papas maway, que se venden mucho más caro que las demás. Su cultivo no es compatible con las reglas del barbecho sectorial : en el tiempo, se realiza en la época seca, lo que no permite el libre pastoreo ; en el espacio, sólo puede hacerse en lugares húmedos, los huayares, que están dispersos entre varios sectores. Los campesinos abandonaron entonces las reglas colectivas hasta la altitud límite para las papas maway, más o menos 3,900 metros. Se necesita pues que las tierras cultivables encima de este límite estén suficientemente extensas para que un sistema de barbecho sectorial se mantenga en una comunidad.
En otro caso, los jóvenes que no poseían tierras pidieron campos a la comunidad ; ésta les otorgó parcelas de personas muertas sin herederos, pero en cantidad insuficiente para vivir si se respetaba el largo periodo de descanso. La comunidad prefirió entonces abandonar las rotaciones colectivas para evitar conflictos y luchas por tierras cada vez más caras.

Un tercer caso es el de una antigua hacienda en la cual existe una gran desiguald social entre comuneros. Los más pobres, que ocupan las zonas más altas, amnazaron separarse políticamente de la comunidad a menos que ellos puedan poseer más campos. La comunidad les otorgó campos cuyos dueños habían muerto sin herederos, y redujó de 7 a 6 el número de sectores y de años en la rotación, a expensas del descanso.
En otro caso, por fin, la producción comercial de cebada cervecera ofrece una buena remuneración a los campesinos que decidieron cultivar más. Hubieran podido repetir un año más de cebada al fin de la rotación a expensas del descanso, pero la falta de pastizales en la comunidad les hizo preferir substituir habas por cebada.

2.6.2. Extensión y creación de nuevos sectores


En los últimos años en Japo en Bolivia, los campesinos cercaron los terrenos los más fertiles (en las depresiones) o los más cercanos de las viviendas y los sacaron de las rotaciones colectivas. Así cada campesino puede reducir individualmente la duración del descanso, de acuerdo con las posibilidades agronómicas naturales (en las depresiones) o debidas a la proximidad de las viviendas (guano de corral). Pero, al contrario de lo que pasó en el valle del Mantaro, no deshacen las rotaciones colectivas, que extienden labrando nuevas tierras nunca cultivadas antes (Pestalozzi, 2000).


Éste es un ejemplo de que, donde hay disponibilidad de tierra, el aumento de la población puede traducirse en la construcción de nuevos sectores para extender las zonas de barbecho sectorial. A fines de los años 1970, la comunidad de Antauta en el norte del departamento de Puno consideró que la situación social y política le garantizaba una seguridad suficiente como para construir nuevos sectores en laderas que aparentemente nunca habían sido cultivadas antes, a 4,300 m. de altura…

2.6.3. Concentración en las buenas tierras cercanas

En otros lugares, al contrario, el éxodo rural, que afecta sobre todo a los jóvenes adultos, reduce la presión demográfica. Por ejemplo, en el alto Cañete (Wiegers et al., 1999), la población se redujó en promedio de un 1,5% por año durante la últimas décadas.


Por falta de mano de obra, los campesinos abandonan los campos más alejados (algunos de los cuales a 3 horas de camino), o los cultivan menos frecuentemente ("desintensificación"). En 1996, apenas un 10% de los campos fueron cultivados en algunos sectores. También sustituyen el último año de cultivo (cebada) por descanso.

En cambio, los que lo pueden (los más ricos) intensifican los potreros con riego cerca del pueblo, mediante el uso de fertilizantes, pesticidas y variedades mejoradas de papas; reducen la duración de la alfalfa (que sustituyó al descanso hace un siglo), tal vez porque la competencia del kikuyo les obliga a ello.

Con estos cambios, trasladan el cultivo de papas de las zonas de barbecho sectorial en secano con rendimientos inseguros, hacia los potreros donde el riego asegura la cosecha y permite así la compra de insumos.

2.6.4. Conclusión

Que los campesinos lo mantengan bajo la modalidad del barbecho sectorial, que lo intensifiquen o al contrario lo abandonen, el uso agrícola de las tierras altas no es aislado ni independiente: los mismos campesinos (o sus vecinos) explotan otros pisos, con otros sistemas, otras técnicas. Las relaciones entre todos estos pisos son al mismo tiempo de competencia y de complementaridad; las evoluciones futuras podrán ser muy contrastadas según que la una o la otra sea dominante.