Desde el rincón /
Cabildo abierto. Revista de análisis político. N° 1. Puno, Perú. Octubre 2004. Pág. 9.

La interculturalidad ausente en nuestra vida política (*)

Hace unos días estuve invitada, como promotora de La Casa del Corregidor, un espacio de intercambio cultural en Puno, a participar en un foro sobre Periodismo / Democracia / Gobernabilidad, en el tema Libertad de expresión / Ética de la información / Ejercicio periodístico. Como podrá apreciarse, todos los temas giran en torno a un GRAN TEMA: Comunicación. Luego de haber planteado el problema, puede constatar una vez más, que el análisis intercultural está ausente en nuestro ejercicio como seres sociales y políticos.

La comunicación no es un tema cualquiera; es uno de los elementos vitales para la vida en sociedad, para la vida política, ya sea para la interrelación entre individuos, entre grupos, dentro de la familia, dentro de un colectivo social, dentro de un país. Entonces, para que la vida en este mundo resulte una maravilla, la comunicación tendría que ser efectiva, y sus dos polos: el emisor, que envía un mensaje, tiene que hacerse entender y el receptor, el que recibe el mensaje, tiene que entenderlo y para esto creo que no es suficiente comunicarse en el mismo idioma!

Llego a este punto pues vivimos en una sociedad que no es homogénea, y si bien todos somos iguales virtualmente (todos somos peruanos, nuestro idioma es el castellano, cantamos el mismo himno y usamos los mismos símbolos patrios), realmente unos somos más iguales que otros: somos una sociedad conformada por un conjunto de naciones, cada una con sus propias creencias, con sus propias costumbres, inclusive idiomas.

El estado oficial que nos aglutina, occidental y cristiano, ha tratado 183 años de integrarnos (sin contar los intentos en la colonia y tal vez antes de ella), y hasta hoy -fuera de la "sociedad mayor", entre comillas porque no encuentro un mejor término, mestiza y mayormente desarrollada bajo un pensamiento occidental: cultural, jurídica y políticamente-, seguimos siendo unos más iguales que otros, igualados algunos tal vez en marginación, exclusión o ninguneo en aras de la integración.

Entonces ¿¡cómo buscar que la comunicación sea efectiva si el tema adolece hasta ahora de un análisis intercultural para hacerla efectiva en la práctica!? Por ejemplo, nuestra zona (Puno), como muchas otras en nuestro país, es multicultural: es quechua, es aymara y es mestiza y a todos los que ejercen o pretenden ejercer de comunicadores, en nuestra zona, les pregunto: ¿alguno ha escuchado o conoce de algún trabajo que analice en términos interculturales lo que significa periodismo o democracia o gobernabilidad para quechuas o para aymaras? o ¿cómo se entiende en el mundo aymara o quechua lo que es libertad de expresión, ética, información?; entonces: si el ejercicio de la comunicación (léase prensa o cuarto poder) ha sido hasta ahora unilateral, es decir el emisor ha enviado mensajes, en un sólo sentido, desde su concepción occidental de las cosas, por qué nos quejamos de que la población quiera caudillos, que le interese un comino la democracia, que seamos aparentemente pasivos frente a normas que no representa su pensamiento o concepción del mundo y que por otro lado ni se han esforzado por hacerlas conocer y si lo han hecho, ¡¡no las entienden como suyas!! ¡¡Qué ética reclamamos!! ¿Cómo buscamos concertación? o ¿cómo buscamos diálogo? ¿cómo interpretamos sucesos como los de Ilave? ¿no parecería que sistemáticamente ejercemos y practicamos un diálogo de sordos? y no porque no nos escuchemos, o tengamos un oído selectivo, sino porque tal vez nos comunicamos con códigos que tienen diferentes significados para las partes dialogantes. De allí la necesidad de introducir urgentemente la temática de interculturalidad en la vida del país.

(*)  Ana María Pino Jordán
       promotora@casadelcorregidor.pe