Desde el rincón /
Cabildo abierto. Revista de análisis político. Puno, Perú. N° 11, noviembre-diciembre 2005. Pág. 18.

¿Hora de 90 minutos?: a tiempo diferente, actitud diferente (*)

Me sugirieron comentar ¿y ahora qué? después del NO del referéndum del 30 de octubre sobre integración regional, olvidado a menos de 48 horas de saberse los resultados preliminares. La realidad, en muchos casos, nos habla mejor que cualquier comentarista y ven: ¡NO PASÓ NADA!. Hoy la coyuntura está atravesada por la necesidad de hacer de Puno una zona franca o de tratamiento especial: comercial, industrial, turística; una propuesta que, si bien podría ser válida, adolece del mismo mal del que hizo mucho daño a la propuesta de integración regional: LA EXCLUSIÓN, en el debate o en el planteamiento, de la población que es la que al final de cuentas, sufrirá las consecuencias, como la sufrimos hoy con la propuesta de San Gabán. En esa perspectiva, no me pareció que valía la pena comentar algo.

Sin embargo, me muero de ganas por pronunciarme sobre algo evidenciado en noviembre, en donde todo el mundo se preocupa de hacer actividades por el "cumpleaños de Puno". Tengo poco miedo a equivocarme, pues, estoy segura que podemos confirmarlo en todos los casos: nuestra hora tiene 90 minutos y para algunas instituciones !120!, dependiendo de cuánto poder quiera hacernos sentir la institución organizadora.

Desde hace tiempo vengo buscando las razones de esta aparente falta de respeto. Debe haber razones más profundas para este fenómeno, de lo contrario no fuera tan masivo y generalizado. Ustedes saben, y si no fue explícito ahora lo hago, que el tema de mi columna en Cabildo Abierto es el de la interculturalidad. Con ese análisis voy buscando explicaciones y lo que voy encontrando es que los "prestamos culturales" occidentales, impuestos por nuestros "conquistadores" son mucho más notorios, evidentes y además estudiados: el idioma, la religión, la forma de producción, el tipo de economía, la idea de justicia, el machismo, el culto al yo, y otros más que se quedan en el tintero; pero y ¿a la inversa?. Bueno, no encontré estudios tan claros de la incidencia de la "forma de pensar" andina en nuestra sociedad "mestiza". Sabemos que nuestro comportamiento es muy solidario, estamos siempre dispuestos a apoyar al resto, somos comedidos, preocupados por el resto ¿no será expresión de reciprocidad?, o será que ¿esperamos ser correspondidos (correspondencia)?. Pero en esto de nuestra puntualidad me puse a escarbar en las posibles diferencias. Encontré que en el pensamiento occidental, hegemónico mundialmente, y en nuestro país oficial también, el tiempo es concebido lineal y horizontalmente. Hay un pasado, que es el que dejamos atrás, el que hemos recorrido, que muchas veces no queremos ver; hay un presente y hay un futuro, que es el tiempo que tenemos por delante, generalmente la esperanza o nuestras expectativas están puestas allí. El día empieza a las 0 horas y de allí en adelante tenemos 24 horas exactas, de 60 minutos cada una. El tiempo en el mundo andino, marginado, excluido, ninguneado, no oficial, informal, mayoritario, es concebido diferente. No hay linealidad porque todo se relaciona y se interrelaciona, podríamos decir que es cíclico o de acuerdo a los ciclos que se den en esta relación holística. El pasado representa el tiempo realizado, vivido y se ubica por delante, se puede ver; el presente es parte del ciclo, es el hoy; y el futuro, está detrás, no se puede ver. En ese pensamiento, la esperanza está en la experiencia vivida y todos los días son diferentes (puede el lector imaginarse entonces, porque la gente de campo, respeta mucho a los abuelos y generalmente para ellos la edad no es algo que les interese, a veces ni pueden decir en que año nacieron o cuántos años tienen). El tiempo es bueno o no es bueno para lo que tienen que hacer y en conciencia a lo que hicieron para mantenerse en buenas condiciones dentro de esta relación holística con todo su entorno físico y espiritual. Tengo la impresión que esta forma de concebir el mundo, que en los andinos originarios funciona; en los mestizos ha quedado en su inconsciente histórico y no saben concientemente por qué, pero actúa. Por ejemplo las 7 en punto para un acto protocolar o académico es relativo, probablemente para la mayoría de las personas en nuestro medio, no es bueno porque, y es el argumento mayoritario, la gente va a llegar una hora más tarde; o está lloviendo, o no he terminado de hacer lo que tenía, o en fin... Los europeos por ejemplo, conspicuos exponentes de la cultura occidental, están pensando que la hora "es la hora", no antes ni después, ya está fijada e importa poco si es buena o mala; si llueve, se pondrán su ropa para lluvia y estarán a la hora, y si no terminaron de hacer algo, lo dejarán y tratarán de planificar mejor su tiempo, total el tiempo es oro (por no decir dinero, tiene un costo o un valor), no hay otro tipo de consideración.

Pensando entonces las diferencias, creo que hay más asuntos que tratar y que tiene que ver con el tiempo: planificar, programar, plazos, entre otros; pero, ya me pase del número de palabras que me han asignado y trataré de dosificar mejor para la próxima (¿El espacio también será diferente?).

(*) Ana María Pino Jordán
promotora@casadelcorregidor.pe