Desde el rincón /
En consecuencia, EL MENSAJE de los electores es también nítidamente
diferenciado. Por fin las diferencias, concordantes con nuestra condición
de sociedad multicultural, son visibles a través de una elección
democrática. Por tanto, el éxito del mandato entregado resulta
condicionado a la capacidad, de los que han recibido en encargo, de entender
y/o interpretar este mensaje pluralizado. ¿La habrá?, es la "pregunta del millón". La duda aparece cuando se escuchan también los mensajes de ese otro cincuenta por ciento de la ciudadanía, que algunos han calificado como "moderna", afincada en la tercera parte del territorio peruano, que optó por el "cambio responsable" al estilo del príncipe de Salina, en El Gatopardo, que sostenía que era necesario cambiar alguito para que nada cambie. Los intereses de esta "sociedad moderna" se pusieron en riesgo durante toda la campaña electoral. Cualquier propuesta que no fuera la de la continuidad del "orden establecido" significaba retroceso, en el peor de los casos estancamiento. La elite de esta parte de la sociedad peruana necesita, para mantener sus "conquistas" (léase privilegios), controlar el poder político pues el económico ya lo hace. ¿Es posible que se interesen por "los otros"? ¿Es posible que pongan en duda los beneficios del TLC? ¿Es posible que pongan en duda el modelo económico? ¿Es posible que consideren una mejor redistribución de la riqueza, que además es de todos los peruanos? ¿Es posible que quieran probar un sistema educativo intercultural? ¿Es posible que les interese la naturaleza para disfrutarla más que para explotarla? (léase esquilmarla) Es probable que toda la experiencia de vida partidaria del APRA (su "muñeca" en el manejo político), no le sea suficiente, básicamente por la ambigüedad ideológica que lo sostiene. En consecuencia, toda esa población frustrada en sus expectativas, una vez más, por el resultado de las elecciones, va a buscar hacerse escuchar fuerte y por otros medios, al margen que haya líderes que sirvan de interlocutores o parlantes. Y no van a ser suficientes ni programas sociales masivos, ni "democracia
participativa" así no más. Las diferencias no son sólo
geográficas, sociales, económicas, son fundamentalmente
culturales y una democracia participativa para que sea eficaz, tendrá
que basarse en un diálogo intercultural; entonces la pregunta
se convierte en: ¿Está preparada nuestra clase política
para ello? ¿Estamos preparados todos? |