Desde el rincón /
Cabildo abierto. Revista de análisis político. Puno, Perú. N° 16, agosto 2006. Pág. 18.


28 de julio: ¡¿FIESTA NACIONAL?!
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Julio es, según el calendario cívico peruano, el mes patrio. Desde el primero, las calles y plazas de cualquier ciudad, grande o pequeña, van llenándose de los colores nacionales (blanco y rojo); los servidores públicos y algunos privados, lucen escarapelas como prendedores o solaperas. Los medios de transporte colectivo, lucen también sus banderitas y los medios de comunicación, tanto escritos como hablados o televisivos, se llenan de propaganda o saludos alusivos a tan magna fecha teniendo como música de fondo acordes melodiosos de un vals peruano, o un buen punteo de guitarra. En casi todos los pueblos, se realizan desfiles militares, tanto de civiles como de soldados. El ambiente social es sorprendente por las múltiples actividades que se realizan y también por la expectativa de algunos días de vacaciones.

Y me pregunto: ¿Cómo será la fiesta fuera de las ciudades? ¿Los peruanos no urbanos vivirán la fiesta con la misma unción, con la misma expectativa? ¿Qué significará para ellos Julio, el mes de la peruanidad?

Tratando de responder tales interrogantes, mi análisis fue de menos a más, al punto que fui encontrando también elementos de exclusión cultural en la manera cómo se festeja "nuestras fiestas patrias".

Julio es el mes de la Patria porque se recuerda que un 28 de dicho mes, en 1821, el libertador José de San Martín declaró al Perú, libre e independiente, de la corona española. San Martín lideró la campaña independentista que gestaron los criollos en Buenos Aires durante los primeros años del siglo XIX, campaña que en la Gran Colombia, casi en la misma época, tuvo a Bolívar como su líder. Criollos se denominaban a los hijos de españoles nacidos en América y eran discriminados, relegados, considerados "españoles de segunda categoría" por haber nacido en tierras y entre gente salvaje. Hartos de esa discriminación, entre otras razones por supuesto, y teniendo como aliados a los mestizos, ambos dueños de indígenas y esclavos -que les podían servir como "carne de cañón"- dieron forma, imbuidos del "pensamiento libertario" de la revolución francesa y de su sentimiento americanista, a su deseo de soberanía. Fueron ellos, los que organizaron las repúblicas latinoamericanas.

La celebración de las "fiestas patrias" hasta el día de hoy, responde y se corresponde, a esa gesta libertaria. Digo se corresponde, porque ese movimiento excluyó a todo lo nativo, lo autóctono, por considerarlo "primitivo", "salvaje", "sin valor", frente a la modernidad del momento. Lo lamentable es que esa mentalidad continuó y hasta ahora pervive en un buen porcentaje de los peruanos, sobretodo en los que se irrogan alguna obligación política. La fiesta entonces, luce los símbolos patrios que identifican a la república peruana, entona la música y baila los ritmos que se generaron en el proceso de mestizaje; en buena cuenta, se hacen banquetes de criollismo manteniendo la exclusión; es más, el programa central de la fiesta oficial gira en torno a desfiles militares y actividades castrenses.

Si hubiera conciencia de que el Perú, república independiente y soberana, alberga a una sociedad diversa también en su mestizaje, producto de la mezcla entre culturas diferentes -que han resistido, por decirlo de alguna manera, el colonialismo mental de la cultura hegemónica-, las "fiestas patrias" tendrían que ser diferentes, tendrían que ser inclusivas. Tendríamos que bailar todos los ritmos, disfrutar de todas las comidas, escuchar todas las músicas, hacer no solo un tipo de fiesta, sino muchos tipos de fiesta, de celebración; en fin, sentir un país de "todas las sangres" o un país en donde si bien todos somos iguales, "algunos somos más iguales que otros".

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(*) Ana María Pino Jordán
promotora@casadelcorregidor.pe