Desde el Rincón /
Cabildo abierto. Revista de análisis político. Puno, Perú. N° 19, Dic., 2006. Pág. 22.


Los gritos de la exclusión (*)

Otra vez el pueblo gritó y gritó fuerte. Ojalá ahora sí haya quien lo escuche y además tenga las condiciones, objetivas y subjetivas, para hacerlo. Los resultados de las elecciones para gobiernos regionales son, a mi manera de ver, ese grito fuerte por la inclusión y no sólo debido a una exclusión socio-económica.

La población ha pedido que se consideren sus criterios, sus formas de pensar, sentir, organizarse, producir, creer, hacer justicia, negociar, concertar; en síntesis, de decidir. Los pueblos excluidos han reclamado el reconocimiento de su identidad cultural. Es lo que interpreto de su reacción a favor del discurso ganador a la presidencia del Gobierno Regional de Puno (disertado por Hernán Fuentes). Un discurso político, hablado en quechua y aymara, en donde el estribillo principal fue el "antisistema", el mismo que le dio resultados a Ollanta Humala en la primera vuelta electoral de las elecciones generales y que ni él, ni el resto de la clase política consideró más allá de la contienda electoral.

¿Qué significado tuvo el "antisistema"? o mejor aún ¿qué significa el sistema para la población excluida, que en buena cuenta, en nuestro país, constituye la mayoría? Sistema significa estructura de Estado, de gobierno, poder ejecutivo (centralizado y vertical), poder judicial (Derecho Romano y corrupción), poder legislativo (elitista y misti); también significa modelo económico, modelo educativo, por supuesto todo en idioma oficial. Nada de lo que histórica y legítimamente se construyó como sociedad autóctona, originaria, con usos y costumbres, su filosofía, cosmovisión, ética, su forma de producir y reproducir (asegurar sobrevivencia), sus formas de relación y gobierno, su tejido social y político, se ha incluido en ese Estado que se supone es de todos los peruanos.

Algunos señalan que el grito fuerte, dado no sólo en Puno, en el resto del país también, es producto de la exclusión social. Estoy de acuerdo en parte. Esos análisis consideran que la población del país es homogénea, casi por decreto, porque todos estamos bajo el paraguas de los planteamientos que nos rigen: los de la cultura occidental y "cristiana" (señalado en términos filosóficos y no confesionales), de modo que minimizan o excluyen, el hecho que nuestra sociedad está compuesta por muchas sociedades singulares, que es lo multicultural, multiétnico, multilinguístico que nos caracteriza y es además nuestra mayor riqueza: la diversidad. Si la razón fuera sólo de carácter socio-económico, difícilmente podríamos explicar por qué, estas poblaciones, como la de Puno por ejemplo, luego de una presencia de casi 10.000 años sobre esta geografía, no se ha extinguido ya.

Es claro entonces, que el factor de exclusión, que gravita hoy con mayor peso en la vida política del país, es la exclusión cultural. Lo que la gente pide a gritos es que la considere en su diversidad. Políticamente sería más estratégico analizar la realidad con los criterios de los excluidos; de seguro se encontrará en ese grupo o sociedad excluida, paralelos de sentido, de democracia, de ciudadanía, de liderazgo, de gobernabilidad.

Desde el ejercicio de la cultura dominante (es decir, desde la oficialidad del sistema expresado en el gobierno, encargado de la administración del Estado que nos representa como peruanos), es absolutamente indispensable, para mantener nuestra vigencia como país en un mundo globalizado, considerar como tarea prioritaria la inclusión de las identidades culturales de los que conforman el "otro Perú". De eso depende que lo que hoy son gritos, no pasen a acciones más desesperadas. Hay que hacer puentes de entendimiento para la acción. Una actitud de apertura de la sociedad "oficial", y sus líderes, a notar las diferencias, y una opción por la inclusión y por el diálogo intercultural, son más que necesarios.



(*)  Ana María Pino Jordán
       promotora@casadelcorregidor.pe