Mi encuentro con el Escudo de Puno (*)

En: Diario Los Andes. Edición especial: Puno 340 años de historia y tradición. 4 de noviembre, 2008. Año 80, N° 22995. 26pp.

 

En el esfuerzo de poner en valor La Casa del Corregidor, restaurar la casa no era suficiente; había que reconstruir también su historia. Sólo tenía el dato que la Casa y lo que hoy es el Museo Dreyer conformaron una unidad arquitectónica, que Augusto Dreyer vendió el inmueble al Banco Central de Crédito Cooperativo del Perú (Banco CCC) y que el Instituto Nacional de Cultura, al declararla monumento histórico de arquitectura colonial doméstica, la denominó “La Casa del Corregidor”; es así que mientras se realizaban los trabajos en La Casa, comencé la búsqueda con el apoyo de Guido, ex colega de trabajo. Las peripecias de lo que significó la tareita y su resultado, para quien le interese detalles, se puede encontrar en el http://casadelcorregidor.pe/descarga/HISTORIA-DETALLADA.pdf

En las imágenes, ya sean de pinturas o de fotografías de La Casa, aparece un gran paredón o tapial entre la casa misma y el local de la Policía. La fachada actual de esa parte del frontis, correspondió al estudio del abogado Carlos Barriga. Según su versión, hizo construir un par de ambientes en 1940 sobre un área propiedad de su madre; también me informó que la casa de los Dreyer fue en realidad de doña María Costa, esposa de Carlos, que el solar contiguo, en donde hoy está el edificio de la Facultad de Derecho de la UNA, fue de la familia Costas, de la cual su madre era descendiente, y que el terreno sobre el que él edificó fue de la familia Costas y no Costa. Este pedazo, lo vendió posteriormente a Augusto Dreyer. En consecuencia había que buscar qué fisonomía tenía esta parte la fachada, antes de todos estos hechos y si tenía alguna función útil para la propiedad de los Barriga de Noriega.

Buscamos primero, si La Casa aparecía mencionada, o dibujada como parte del conjunto de la Plaza mayor y La Catedral, en crónicas de viajeros del siglo XIX (Raymondi, 1863; Squier, 1863; Wiener, 1875) o como edificación importante en Puno a principios del siglo XX (Romero, 1928; Torres Luna, 1948, Gutiérrez y otros, 1978). Al revisar el trabajo “De aldea a ciudad” de Ignacio Frisancho (1996) que trata de la trayectoria histórica de la ciudad de Puno, encontramos el plano de reconstrucción de la ciudad antes de 1668; otro plano de 1701, y finalmente otro de 1734 (todos elaborados sobre la base del plano de la ciudad consignado por Gutiérrez para 1870); sin embargo, no aparecía este detalle.

En este proceso de búsqueda, encontramos un documento histórico importantísimo en el segundo piso del Museo Municipal Dreyer que lo habían utilizado para tapar una ventana que tenía vidrios rotos; lógicamente el agua de la lluvia había deteriorado, al punto que se estaba perdiendo la información que contenía. Se trata de un plano topográfico de la ciudad de Puno elaborado en 1875 por don José Hernán Rodrigo Caballero, para posiblemente hacer obras de infraestructura urbana. En el plano, como en cualquier otro, porque es usual hasta ahora, hay una memoria descriptiva en donde se da cuenta de lo que alberga el espacio consignado; entonces hay datos de vías de acceso, características de la población, cómo estaba administrada, los establecimientos educativos, cómo se informaba, los edificios públicos que había, los establecimientos públicos y las propiedades o solares y a quienes pertenecían. Cuando vi el plano por primera vez, no puede hacer un registro fotográfico, sólo tomar datos y rogar para que lo sacaran de esa ventana y lo pusieran en otro lugar más adecuado; tiempo más tarde, en el 2002, pude registrarlo en la foto que ustedes pueden apreciar.

Ojalá que la rabia o la pena que les produzca verla se pueda transformar en pedido concreto para que el Gobierno Municipal actual haga restaurar esta joya histórica. Regresando a la búsqueda, este valioso documento, confirmó lo dicho por el Dr. Barriga pero tampoco daba luces sobre esta parte de La Casa, pues la mostraba como unidad separada.

Carlos Dreyer al querer reedificar la casa de su propiedad, supuso que esta área vacía, contigua a su casa, fue un “callejón de servicio” de propiedad medianera, por lo que contrato los servicios de un abogado (el Dr. Adrián Cáceres-Olazo) para llegar a establecer sus derechos como propietario. Es así que se entera que uno de sus antiguos dueños fue Manuela de Orellana, única hija de Joaquín de Orellana, último Corregidor de Puno (1782). Según los que conocieron a Carlos Dreyer, éste era un admirador de Orellana y estaba muy orgulloso de ocupar la casa en la que supuestamente había vivido; sin embargo el último corregidor de Puno, nunca vivió en esa casa, según nos pudimos enterar posteriormente.

Quise enterarme el por qué don Carlos Dreyer admiró a Joaquín de Orellana y comencé a indagar sobre el último Corregidor de Puno. Encontré el trabajo de Ramos Zambrano (Puno en la rebelión de Túpac Amaru, 1982) en donde pude ubicar las razones de esa admiración. Resulta que Don Joaquín había sido la autoridad militar, Comandante General de las Provincias del Collao (1780), que organizó la defensa de la ciudad cuando Diego Cristóbal la sitiaba como parte del levantamiento de Tupac Amaru. La valentía e inteligencia de Orellana fue tal que le valió el reconocimiento de propios y ajenos, amigos y enemigos. Luego encontraría que Joaquín Antonio de Orellana y Quevedo nació en Cuenca, Ecuador, y que probablemente fue descendiente de Francisco de Orellana, el descubridor hispano del río Amazonas, que provenía también de Cuenca. Regresé a revisar el trabajo de Frisancho con más detenimiento y allí aparece descrito, con minuciosidad, lo que él denomina los “Tiempos Revueltos” y que corresponde a los asaltos a la Villa de Puno por la huestes de Túpac Amaru y la defensa de la Provincia de Paucarcolla y la propia Villa, organizada por don Joaquín de Orellana; así mismo, le dedica un capítulo a la autenticidad del escudo de armas de Puno conferido por el Rey Carlos IV de España, en 1805,  al elevar a Puno al rango de ciudad y que es el que actualmente ostenta nuestro municipio (Frisancho, I.; 1996:159)

Sobre la base de un documento de archivo, señala:

“La defensa de Puno fue de suma heroicidad, tanto que se ganó el nombre de “la Sagunto de América”, en referencia al pueblo de Sagunto (en Valencia – España), célebre por la heroica resistencia que ofreció a las tropas de Aníbal, que sólo pudo someterla después de un terrible sitio, lo cual ocurrió el año 218 años antes del nacimiento de Cristo.

Papel importantísimo, en esta defensa, jugaron los castillos de Santa Bárbara (en el hoy Arco Deustua), Huacsapata y San José (que figuran representados en el Escudo de Puno), lo mismo que los cañones y culebrinas que mandó fundir Orellana, y las “balas maestras” y los “pedreros” o lanza piedras y las lanzas fabricadas por sus defensores. Y sobre todo, la valentía, pundonor y resistencia física y moral del Corregidor Don Joaquín de Orellana, tanto que en el Escudo de Armas de Puno “se mira grabado un brazo de aquel héroe bizarro, como en ademán de sostenerla”, …” (pp. 194-198)

El mismo autor completa la descripción de los símbolos que ostenta nuestro Escudo, de la siguiente manera:

“En el Escudo de Armas de Puno, está representado en primer lugar el Lago Sagrado de los Incas, a cuyas orillas se encuentra, mantelada de plata, firme, íntegra y vigilante la Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno, con sus tres castillos, en color gul o rojo, simbolizando los Castillos de Santa Bárbara, Huacsapata y San José, construidos con lealtad y victoriosamente para la defenza (sic) de la Corona Española, Corona Real que proteje a estos castillos, y, por encima de la cual emerge gallardo el brazo de Orellana, blandiendo una espada en defensa de esta dicha Villa y de la estirpe española y de ahí la divisa “Contra Aliam Pugna Domun” es decir “combate sólo contra los que no son de tu estirpe”. (Pág. 201).

Así me encontré con el Escudo de Puno y la historia me llamó la atención. He buscado otras versiones históricas, sin éxito. Pero lo que más me sorprende es que preguntados, hasta el día de hoy, tanto autoridades como ciudadanos comunes y corrientes, si conocían el significado de los símbolos contenidos en el escudo, tendría que decir que me sobran los dedos de la mano para indicar a los que dieron una explicación con el detalle que darían por ejemplo para el Escudo Nacional. La pregunta que ronda entonces es ¡¿por qué?!. ¿Se enseña en las escuelas? ¿Lo saben y lo ocultan? ¿Vivimos la contradicción de nuestros orígenes? ¿Minimizamos nuestra herencia hispana y maximizamos nuestra herencia indígena, o al revés y viceversa?. Un escudo constituye parte de la simbología que sustenta la identidad ¿cómo se explica ésta a través de Escudo de Puno?

Para terminar el relato sobre la búsqueda que motivo este encuentro con parte de la Historia de Puno, les contaré que la respuesta a lo que configuraba ese paredón entre La Casa del Corregidor y la Prefectura la encontraría luego en el Archivo Histórico Regional de Puno.
(*) Ana María Pino Jordán
promotora@casadelcorregidor.pe
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