Comunicación intercultural para la defensa de la Madre Tierra (*) |
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Interculturales quiere decir que se mueven entre culturas diferentes, no sólo en forma o modo de ser sino en fondo, de raíz civilizatoria diferente, propiciando la comunicación pero sobre todo el diálogo intercultural; en buena cuenta son puentes, chakana (quechua/aymara), entre sociedades construidas sobre cimientos culturales distintos. Ser intercultural es muy distinto a ser mestizo o producto del sincretismo, pero eso sería materia de otro debate. Me explico, cultura es todo aquello que los grupos humanos han ido configurando a través de su existencia como grupo en convivencia, desde sus inicios inmemoriales hasta ahora (es decir, en el transcurrir de miles, de miles, de años) y eso que ha sido configurado en su devenir social e histórico, le ha dado y le da sentido a su vida en un espacio o territorio determinado. De esa forma se ha construido la cultura europea, las culturas africanas, las asiáticas, las amerindias, las australianas, en fin… La cultura hegemónica, hasta ahora, globalizada encima, es la que entró avasalladoramente, en los diferentes continentes, con los colonizadores europeos. Su objetivo fue dominar y para dominar mejor tuvo que uniformizar al mundo, de allí que nos han hecho creer que es la cultura universal, la única y que no hay diferentes culturas, sino diferentes clases sociales, sobre la base de diferentes condiciones económicas. En ese objetivo, en los últimos 500 años, diseñaron los modelos que hoy nos rigen: el liberalismo económico, la democracia, las religiones teocráticas, controlados y disciplinados todos esos modelos a través de su propuesta de Estado-nación y el libre mercado. Es una cultura que considera al “ser”, al individuo, como el rey del universo y el que puede utilizar todo lo que esté a su alcance para buscar su bienestar y como diría la canción de Nacha Guevara, “para que unos sean felices es necesario que los demás sean desgraciados”; como vemos, desde la hegemonía, las asimetrías resultan producto del destino. Se entiende perfectamente, a partir de esa comprensión de la vida, que este foro trate de la comunicación para la defensa de la Madre tierra; es clarísimo quienes son los que la destruyen en nombre del progreso y su bienestar. Las culturas nativas, la mayoría de las que fueron colonizadas, daban, y aún dan, a su vida otro sentido. Seguramente en los encuentros de mundo indígena lo pueden notar. En el caso nuestro, la matriz o sentido cultural es el andino amazónico. La vida se la siente más que se la racionaliza. Este es un sentido en donde todo se relaciona con todo y lo que hagan unos tiene efectos en todos. A ese todo se denomina tanto en quechua como en aymara “Pacha”; Pacha es tiempo-espacio, universo, mundo, cosmos. Ese sentido, ha ido conformando sociedades comunitarias, donde el sujeto es colectivo (de allí organizaciones como el ayllu o las comunidades campesinas p.e), y la relación entre todos y con todo, se cuida celosamente a través normas de vida como son por ejemplo las de la reciprocidad, complementariedad, correspondencia, paridad, y otras formas de comunicación, algunas de las cuales son simbólicas y otras rituales. De Pacha, viene el término Pachamama, que se ha traducido como Madre tierra; pero, según la interpretación del vocablo hecha por Bertonio, a finales del siglo XVI ― y que dicho sea de paso trabajó consultando a Martín de Santa Cruz, un indígena Cara Cara, nativo en lengua aymara que se formó en la escuela de Juli― Pachamama está referida a la tierra para cultivos de pan llevar, de allí obtenían lo que los alimentaba y permitía vivir, trabajar y procrear ; es decir, su equivalente actual sería “chacra” y su acepción está circunscrita a la alimentación para la especie humana principalmente. Pero, el sentido cultural andino va más allá que lo puramente humano, hace que consideremos a todo lo que nos rodea: plantas, animales, minerales, estrellas, hasta microbios, anchanchos, chinchilicos, y en general todo, con tanto derecho a la vida como el que tenemos nosotros, los humano; nada es un recurso que se pueda utilizar indiscriminadamente, se cuida el equilibrio y la armonía, se pide permiso, se da las gracias, se apoya y respeta mutuamente; los humanos (jaques o runas) somos parte de ese todo. La mayoría de ustedes responde a este sentido cultural y cuando hablamos de defensa también tendríamos que hablar de defender ese sentido de vida, ese sentido cultural que tiene tanto derecho a “seguir siendo” y “seguir existiendo” como cualquier otro sentido cultural. La cuestión indígena entonces es un derecho, va más allá que una reivindicación, pero ese es también un debate más amplio que trasciende al tema del foro. Como comunicadores interculturales ustedes se mueven entre estos dos sentidos de vida y su objetivo debería ser el propiciar su entendimiento, propiciar que ambos sentidos, legítimos los dos en tanto son construcciones sociales e históricas, puedan entenderse y respetarse… ¿difícil no? Parecería una utopía, es algo como imposible, porque de un lado el poder sustenta la arrogancia de pretenderse la mejor opción civilizatoria (por su herencia colonial) pero por el otro, lo indígena tiene a su favor o como contrapoder, el hecho que es hoy en día la reserva moral de la humanidad y la reserva del conocimiento que permitirá su sobrevivencia. No es tarea fácil ser comunicadores interculturales, requiere de mucha creatividad, compromiso y cuidado porque el modelo hegemónico nos ha metido en nuestra forma de pensar, a través del sistema educativo principalmente, muchas trampas; como diría un dirigente afrodescendiente americano “las cadenas de la colonia ya no las tenemos en los pies sino en las mentes”, y es que mucho de la práctica de vida indígena la analizamos con los lentes de la cultura dominante y entonces distorsionamos su sentido, lo idealizamos o ideologizamos o lo folklorizamos y entonces, el remedio puede resultar peor que la enfermedad. Tomemos en cuenta que, como comunicadores interculturales, tenemos que hacer un triple esfuerzo de comunicación, somos intérpretes: uno, interpretamos los acontecimientos y problemáticas que son realidad hecha noticia, para que sea entendida principalmente por los decisores políticos que se mueven con criterios de cultura hegemónica; dos, para nuestras bases socio-culturales que deciden con criterios de cultura andina (porque estos criterios, aún erosionados, perviven en el inconsciente colectivo del cual provenimos); y tres, para propiciar el diálogo intercultural que va más allá que un simple y cotidiano intercambio de palabras o ideas, es un diálogo dialogal o duologal o dialógico; es decir, las que se comunican o dialogan son lógicas distintas, modos de concebir la vida distintos, por eso es que hay quienes consideran que la interculturalidad es un tipo de comunicación y que el diálogo debería permitir enriquecimiento mutuo entre las sociedades que están en contacto directo y ahora inclusive entre las que no, ya que todas las culturas con incompletas. No nos queda otra, debemos persistir en el desafío que significa el rol de chakana, de puente, en una perspectiva de buen vivir. |
(*) Ana María Pino Jordán promotora@casadelcorregidor.pe |