La exportación de quinua y algo más… (*)


En: PUNO Cultura y Desarrollo. II Época, Nº 2, julio 2015, pp. 12-13
Brisas 2

La quinua (Chenopodium quinoa) considerada como el “grano de oro” andino, es legado de nuestros antepasados, específicamente altiplánicos. Su domesticación, en estas geografías, la lograron las primeras sociedades que se conformaron en estos espacios hace más de seis mil años (de la era actual). Granos de quinua se los ha encontrado en las excavaciones arqueológicas de Jiskairumoko, cuenca del río Ilave, realizadas por Marc Aldenderfer (investigador norteamericano) entre 1999 y 2004, quien las reportó como del periodo Arcaico.

Podríamos decir que junto con otros productos nativos, la quinua es en parte responsable de que la vida haya continuado en el Altiplano hasta nuestros días. De no haber sido por estas y otras condiciones biodiversas, que en gran medida también se las debemos al Lago Titikaka, la meseta estaría despoblada pues la gente o se hubiera ido (migrado) o quedaría sólo en los cementerios.

Según pruebas realizadas, la quinua como alimento contiene 16 % de proteína de alta calidad por su contenido de aminoácidos esenciales. Además, su elevado contenido de calcio (136 mg/g), junto con la tradición culinaria para su consumo (mazamorra de quinua con cal, chupe de quinua con leche y habas, pesque, entre otros potajes), hace que probablemente sea responsable de una buena dentadura en niños y huesos fuertes en ancianos (un indicador podría ser la longevidad de ancianas y ancianos que encontramos en comunidades).

En la economía de las familias campesinas y de tradición rural, la quinua, al igual que todos los productos que se pueden almacenar, como habas, papa, chuño, tarwi, charqui y otros cereales, conforman la “alcancía” no sólo a modo de reserva para “seguridad alimentaria”, sino también como producto que al ser comercializado en cualquier momento del ciclo anual, provee liquidez monetaria para contingencias familiares, como enfermedad, requerimientos de escolaridad, o la atención a cualquier situación imprevista. Al ser apreciada en el intercambio (trueque), forma parte también de la dieta de la población alpaquera o de altura.

Luego de muchos años de intento, tal vez más de 25, y utilizando ingentes recursos económicos, tanto desde el Estado, como desde la cooperación internacional, canalizada a través de proyectos y ONG’s, en el último quinquenio se ha producido el boom de la quinua blanca y dulce en los mercados mundiales, principalmente los del “primer mundo” quienes preocupados por el efecto en su salud por los alimentos producidos a gran escala o industrialmente, con mucho fertilizante, agroquímicos y químicos y habiendo “redescubierto” la agricultura orgánica y sus beneficios como alternativa.

Hace cinco años el precio de la quinua lavada y para consumo local, en los mercados y ferias de Puno, era de 2.50 soles y en el 2014 se la conseguía a 25 soles. Este año (2015), los precios han bajado por la devolución de envíos de quinua que ha sido testeada como no orgánica en los países de destino y porque las áreas de cultivo de quinua se ha incrementando sobretodo en la costa, región donde la agricultura es un negocio de agro-exportación, intensiva, a gran escala, y también porque su cultivo se ha incrementado o introducido en países vecinos.

Paralelamente, noticias sobre ciertos indicadores de salud en nuestra población son alarmantes. En Juliaca hace algún tiempo se reportó el altísimo porcentaje de niños menores de cinco años con problemas de caries; es decir, malos dientes. La última noticia es sobre la anemia que está presente en los niños puneños y que es la más alta del país (junio 2015). Hemos tenido hace pocos días la visita del Ministro de Salud para analizar el problema in situ y la preocupación se puede ver en la publicidad oficial de programas sociales como Qali warma y distribución de “multi micronutrientes”.

¿Cuál es la lógica? ¿Ahora no solo exportamos comodities sino también la poca salud que conservábamos, a tal grado que somos merecedores del apoyo de los programas sociales? CEPES mostró hace algún tiempo (La Revista Agraria 149, Marzo 2013) que la población reemplazaría el consumo de este valioso grano por arroz y fideo, e investigaciones en curso están dando como resultado un balance negativo de la exportación de quinua en la región; es decir, estamos trayendo quinua de otras regiones, concretamente de Arequipa. En suma, estamos devaluando el principal “capital” de la región: “su capital humano” y empobreciendo generaciones futuras.

Con los resultados que estamos viendo, alguna Universidad o Instituto de Investigación debería recoger estas evidencias empíricas para determinar si hemos ganado o perdido con el boom de la quinua.

Creo que la exportación es buena para la economía del país pero también es bueno mantener niveles adecuados de seguridad alimentaria (oikonomía). Políticas que consideren ambos criterios podrían denominarse con propiedad “inclusiva”; política que así como promocionan la gran agricultura agroexportadora de la costa, promocionen la pequeña agricultura de autoconsumo y seguridad alimentaria de la sierra y selva que en buena cuenta es la que alimenta a esa parte del país excluido.

ANEXO

“El calcio es un componente esencial de la alimentación, cuyo aporte diario recomendado es de 400 mg/día para niños de 6 a 12 meses y 1300 mg/día para adultos. La quinua aporta con un promedio ponderado de 104mg/100 g de porción comestible, el mismo que se puede incrementar significativamente, cuando se consume mazamorra de quinua con cal” (la negrilla es de los autores).
En: Canahua M., Alipio; Valdivia F., Roberto; Mujica S., Ángel; Hallasi A., Miozelit. Beneficios nutritivos y formas de consumo de la quinua (Chenopodium quinoa Wild) y de la kañihua (Chenopodium pallidicaule Aellen). Puno, Perú: CARE PERÚ/UNA-II/CIRNMA, 2003. Pág. 24

“La quinua… contiene 12 mg [de hierro]/g de materia seca…por lo que es una fuente natural valiosa para reducir la anemia…”. (Ibídem, p. 25)

VALORES NUTRITIVOS DE LA QUINUA COMPARADOS CON OTROS ALIMENTOS

(*) Ana María Pino Jordán
promotora@casadelcorregidor.pe
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