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Desde el rincón/
Cabildo
abierto. Revista de análisis político.
Puno, Perú. N° 4, enero 2005.
Pág. 14.
La Virgen de La Candelaria y su festividad (*)
Harta tinta se ha empleado al rededor de este tema, unos más versados
que otros y otros cargados más de tradición oral o de leyenda
que de evidencia. Definitivamente aún falta más investigación
de archivos para aproximaciones históricas. Sin embargo, y objetivamente,
La Virgen de La Candelaria es parte de la imaginería católica,
introducida por los conquistadores (que algunos prefieren denominar invasores)
españoles. Que si esta virgen, la que actualmente se venera en
el Templo de San Juan Bautista el 2 de febrero, es la que trajeron de
España o de Buenos Aires, creo que es irrelevante. Para entender
la festividad si es importante entender lo que posiblemente representaba
esta Virgen para España y los españoles de la época
en que se trasladaron a América.
Averiguando al respecto con algunos amigos, sobretodo andaluces, el por
qué se le dice la virgen morena y por qué se la representa
con una vela y una luna en cuarto menguante con estrellas a sus pies,
ellos expresaron, también de su tradición oral, que la Virgen
de La Candelaria fue la patrona de los mineros de carbón en la
región de Andalucía, zona que fue dominada o colonizada
o en posición de los moros durante muchos siglos, razón
por la que su gente es morena y el hecho que tenga a sus pies el emblema
de los moros (la media luna con estrellas en sus puntas), representa la
victoria cristiana sobre los musulmanes; la presencia de la vela para
esta misma tradición es la identificación de la Patrona
con la actividad de los mineros, que generalmente trabajaban en túneles
y necesitaban de luz, en buena cuenta La Virgen los cuidaba y alumbraba
su vida. Recordemos que los españoles que llegaron a esta parte
de América, vinieron en busca de metales preciosos y que éstos
se dedicaron inicialmente a la actividad minera; lógicamente tuvieron
que traer a sus patrones religiosos protectores y particularmente en Puno,
los que desarrollan la actividad minera fueron precisamente andaluces.
Al imponer su dominación los españoles, la población
nativa para preservar sus creencias, costumbres y tradiciones, le tuvieron
que poner el ropaje del dominante. Es así como las imágenes
de las vírgenes visten a los apus, venerados por la población
a lo largo y ancho de los Andes, tal como lo manifiesta y muestra Teresa
Gisbert en sus profusos estudios sobre el arte colonial. Hay quienes sostienen
que la Virgen, figura femenina, es la identificación católica
de la Pachamama. Lo cierto es que en febrero generalmente, y hasta el
día de hoy, en carnavales se celebran una serie de ritos propiciatorios
y de agradecimiento a la Madre Tierra. Inclusive, se le asigna a la Virgen
el tratamiento de deidad andina, se la considera como parte de la familia
(Mamita Candelaria) y se establece relación con Ella según
principios andinos, uno de los cuales es la reciprocidad ("Todo lo
que le das a la Virgencita, ella te devuelve el doble"). ¿De
cuándo empieza la veneración, que continúa hasta
nuestros días, cada año con mayor boato y adecuación
a los tiempos? Hay quienes señalan que la empieza los criollos
y españoles, vecinos de la ciudad de Puno, durante el sitio en
el que los mantuvo Tupac Katari (1781). La situación en la ciudad
era tal que sólo les quedaba rezar mientras esperaban refuerzos
y sacaron a la Virgen en procesión. Por lo que sucedió luego,
se la hace responsable del milagro de haber hecho aparecer luces de antorchas
por los cerros como si fueran los refuerzos realistas que venían
a apoyar a los debilitados españoles que resistían el embate
indígena que engañados por esa apariencia, se repliegan
permitiéndoles a los españoles reacomodar sus fuerzas hasta
la llegada real, efectiva, de los refuerzos.
Después de ese acontecimiento la población hispana sale
de Puno con dirección al Cusco donde permanece por cerca de un
año. La rebelión de Tupac Amaru está estudiada por
diversos investigadores (Ramos Zambrano, A.; 1982, entre otros) y las
fechas coinciden sorprendentemente con esta tradición oral respecto
a la veneración. Otra historia es la que corresponde a la de los
conjuntos folklóricos, que inicialmente fueron al parecer de gremios
y no de barrios (Velásquez G., José L., 2004), y otra más
las de su fusión con la veneración a La Virgen de la Candelaria.
Hay entonces, mucho que investigar aún. Sea como fuere, iniciado
el siglo XXI, la festividad de la Virgen de la Candelaria en Puno escapó
a la exclusividad del ámbito religioso católico; es una
manifestación popular, de religiosidad o de fenómeno social,
con dinámica propia, con mecanismos sociales y culturales que aseguran
su reproducción y que ninguna autoridad o jerarquía, burocrática
en el mejor sentido de la palabra, podrá alterar. ¡Salvo
error u omisión!.
(*) Ana María Pino Jordán
promotora@casadelcorregidor.pe
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