Mirando nuestras raíces desde la relacionalidad andina. Balance preliminar de la exposición Illas y Mollos (*)


En:
Pino Jordán, Ana M. Kamisaraki. Rescatemos la chakana y nuestros achachilas. Puno, Perú: 3 de mayo del 2017, Nº 9
. Pp. 11-14
Alasitas 18

Desde enero y hasta junio, La Casa del Corregidor expone la muestra Illas y Mollos como expresión del contexto cultural andino (para otro contexto se las podría considerar como piedras ceremoniales).

Decidir su exposición fue por un lado audaz, pues partimos de una inicial interpretación de lo que entendemos como el horizonte de sentido del contexto cultural andino, confiando tal vez en herramientas teóricas más adecuadas, interculturalmente hablando.

Por otro lado, sentimos que era casi un atrevimiento pues era mostrar un corpus sagrado; sin embargo, consideramos que se trataba de una tradición en peligro de extinción y que esa era, paradójicamente, la razón por la que se podía hacer la exposición, pues si se la hubiera conservado en su sentido cultural, tal vez, difícilmente se las habría podido mostrar como parte de una colección.

La gran duda y por tanto, la apuesta, fue el cómo recibiría el puneño de hoy una exposición de Illas y Mollos. Ha estado próximo a la tradición pues recuerda su niñez o sus tradiciones familiares pasadas junto con sus abuelos o familiares mayores; sin embargo, aculturado (asimilado) principalmente por el sistema educativo que sólo ha validado la cultura dominante (antropocéntrica, comúnmente reconocida como occidental-moderna), ha perdido el sentido de los rituales andinos o los ha resignificado.

Como en otras oportunidades similares, en lo que va del balance de la actividad, la relación con nuestras raíces es más emocional cuando no romántica. El efecto del sistema dominante, hegemónico, es tremendo pues pensamos y creemos que la cultura andina dejó de existir hace tiempo con más de 500 años de contacto, además la hegemonía logró algo peor: que la inferiorización que se hizo de las culturas originarias diera resultado y pensamos o creemos que es imposible que podamos aprender algo de ellas. Se evidencia la apreciación por la aparente indiferencia con la que se recibe la exposición. Señalo lo de aparente pues puede incidir en los resultados otros factores.

En este primer balance los réditos están dados por los comentarios de quienes han pasado por la exposición y han sentido o reconocido lo valioso de la cultura andina y sus posibles aportes para enriquecer la humanidad o para quienes se aproximan a lo andino con otros paradigmas. En lo particular, para los que estamos interesados en el tema desde la organización de la muestra, ha sido otra metodología de búsqueda de información. La conversación e intercambio con quienes venían a reencontrarse con las Illas y Mollos permitió ir ratificando supuestos y evidencias, modificando o planteando otros nuevos.

Entre lo que vamos ratificando está el carácter sagrado de la Illa. La mayoría de visitantes locales lo corroboran. También que se trata de una tradición en extinción; personas mayores las recuerdan asociadas a sus padres o abuelos y gente joven la desconoce.

Se ratifica asimismo la ausencia de políticas interculturales desde el Estado, que reconozcan el derecho a la diferencia cultural; y cuando nos referimos a él, incluimos a los gobiernos locales y regionales y por supuesto políticas de sectores como educación incluida la formación universitaria.

Respecto al tema mismo, es clara la designación de illa que según las evidencias está asociada a lo sagrado. Sin embargo, aún es ambigua la designación de mollo o mullu o muyu. Puede estar referida al hecho de que todos son de piedra, como concluye Riquelme (2017) en el texto presentado en el catálogo, sobre la base del informe de Esquivel y Navia (1707) que señala “y cierto género de piedras que dicen mullu” o sobre algunos topónimos como Molloco, Mulla Contiwasa, donde existen canteras de piedra blanca o trabajan la piedra; pero también puede estar referido el vocablo “mollo” a la acción de reunir en círculo como propuso desde la lingüística, en conversación personal, Justino Llanque para el aymara (palabras con la raíz muyu) y visitantes de la exposición para el quechua (muyumy: juntar; muyu: círculo). Una posible aproximación sería que mollo o mullu es lo que se relaciona y por lo tanto debe participar en el ritual; por consiguiente tiene que ir juntándose en el tiempo y estar reunido en los rituales.

Hasta antes de la exposición, y como se refleja en los textos del catálogo, la gente hacía referencia indistinta a illa o mollo. Para nosotros, era más o menos claro que illa era el conjunto de mollos (Q’oñi Qepi) (Fig. 1); es decir, mollo sería la unidad. La duda surgía con lo que Núñez y Villegas (1992) denominaban Illa chacra (Fig. 2) ya que también se trataría de un mollo. Sin embargo los visitantes, que recordaban haberlos visto, hacían mención a las Illa chacra como si hubiera sido la única en posesión de la familia. Era posible, pues allí se encontraban reunidos la casa, los campos de cultivo, colcas, ganados, cochas, en algunas se incluyen gallinas, perros, etc., de allí que la denominación illa le sería propia.

Illa.jpg
Fig. 1

Illa-chacra
Fig. 2

Señalaba que la designación de illa estaba más claramente asociada a lo sagrado, pero a su sentido andino. En un anterior trabajo, recogido en la revista Pluralidades 4, consignamos que la cultura andina es relacional ― a diferencia de la cultura antropocéntrica-occidental-moderna que se ha construido en torno al ser―, todo se relaciona con todo, es holística y, siguiendo lo hallado por Estermann (2006), lo sagrado es la relación. La relación se cuida y renueva a través de los rituales y en ellos todos deben participar. Una illa entonces es todo aquello que se relaciona y está presente en el ritual. Podría inferirse, inicialmente claro, que illa es la relación de todo con todo. Así resultaría coherente pensar que Illa’pa (que en los vocabularios tempranos de Gonzales Holguín o el Lexicon de Fray Domingo de Santo Tomas [1560] es el rayo pero también el relámpago y el trueno) constituye en sí relación pero también relaciona el mundo celeste con el mundo terrenal; o que illarimi ch’aska que es el lucero de la mañana (Urton, 2005) es sagrado por la relación que hace del día (claridad, luz) con la noche (oscuridad). También los visitantes informan que illa se denomina a la piedra a la que le cayó un rayo, o a la boca del manante; en ambos casos la relación entre mundos es inmanente.

Se plantea así nuevas búsquedas o aproximaciones que de acuerdo a lo sugerido por dos investigadores de Universidad Nacional de Jujuy (Lucila Bugallo y Mario Vilca) tendría que hacerse con metodologías distintas a las de significado-significante o la de simbología, en sus palabras tendríamos que aproximarnos a entender la función por analogía.

BIBLIOGRAFÍA

ESTERMANN, Josef. 2006. Filosofía andina: Sabiduría indígena para un mundo nuevo. La Paz, Bolivia: ISEAT, 2da. Ed., 413 pp.

GONZALEZ HOLGUIN, Diego. 1952. Vocabulario de la lengua general de todo el Perú llamada Lengua Qquichua o del Inca (Prólogo: Raúl Porras Barrenechea) (Edición facsimilar de la versión de 1608. Incluye addenda). Lima, Perú: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1989. 707 pp. 3ra. Ed.

NÚÑEZ, L. VILLEGAS, R. 1992. “Las artes tradicionales: talla en piedra”. En: Artesanía Peruana: Orígenes y evolución. En: María del Carmen de la Fuente y otros. Lima, Perú: ALLPA S.A, 275:170-189.

PINO J., Ana M. y RIQUELME M., I. Robin. “Coexistencia en ‘sociedades paralelas’. Una búsqueda para su diálogo con-vivencial. En: PLURALIDADES. Revista para el debate intercultural. Puno, Perú: Nº 4, 2015. Pp. 25-55.

RIQUELME MORENO, I. Robin. 2017. “Illas o Mullus. Denominación, percepción y elementos simbólicos”. En: Illas y Mollos. Catálogo. Puno, Perú: La Casa del Corregidor. 67:5-16 pp.

SZEMINSKI, Jan. Editor. 2006. LÉXICO QUECHUA DE FRAY DOMINGO DE SANTO THOMAS 1560.  Lima, Perú: Ediciones El Santo Oficio - Códice Ediciones S.A.C., (En: Español, Quechua). 741 pp.

URTON, Gary. 2006. En el cruce de rumbos de la TIERRA y el CIELO (Traducción: Alberto Miori). Cusco, Perú: CBC, Agosto. 257 pp.

(*) Ana María Pino Jordán
promotora@casadelcorregidor.pe
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