Ponencia en el Foro “Balance 2004 y perspectiva 2005 de la Reserva Nacional del Titicaca”. Puno, diciembre 17, 2004

Interculturalidad en Sistemas de Gestión Integral

Ana María Pino Jordán


Quiero empezar agradeciendo a los amigos de la Reserva Nacional del Titicaca (RNT) por invitarme a compartir con ustedes algunas ideas sobre este tema.

La RNT en su exposición de motivos para tratar este tema expresa su necesidad de posesionarse mejor dentro de los propios organismos del Estado y la empresa privada y para tal efecto ha incorporado a diversas comunidades aledañas a la reserva, en procesos de planificación en diferentes comités locales. Menciona también que por otro lado diversas organizaciones del Estado con competencias administrativo-jurídicas junto con empresas privadas vienen participando con mayor o menor incidencia en un Comité de Gestión Interinstitucional en la conservación y el desarrollo sustentable de la RNT. En consecuencia, tenemos en torno a la misma tarea, a diversos actores: organismos del Estado, empresa privada, gobiernos locales y comunidades campesinas.

Es allí que creo conveniente tratar un aspecto que hasta ahora ha sido invisible (o poco considerado) no sólo en la gestión, sino también a la hora que planificamos desarrollo: este aspecto es el de la interculturalidad, que en buena cuenta es la comunicación intercultural o la comunicación entre culturas producto de su relación, establecida por necesidad de una o de ambas partes.

Ustedes se estarán preguntando ¡¿y, eso, qué tiene que ver con lo que nos ha convocado?! Para empezar veremos quiénes son los actores en este sistema de gestión. Por un lado, es un organismo oficial llamado RNT inmerso dentro de lo que conocemos como aparatos del Estado, que maneja lógicas, normas y políticas determinadas al igual que la empresa privada y también los gobiernos locales que responden o son parte de la estructura del Estado; y, por otro lado, las comunidades que en su mayoría son quechuas o aymaras, que desde hace mucho, inclusive antes de la conformación de este Estado oficial o formal, tienen características propias, tienen formas de organización propia, tienen lógicas propias, tienen normas propias que no necesariamente concuerdan (inclusive muchas veces se confrontan) con las del Estado. Nos encontramos ante dos tipos de sociedades que conviven en el mismo espacio y lo que ha sucedido hasta ahora es que estos dos tipos de sociedades no se han encontrado de buena forma. El Estado y sus instituciones establecen lo que hay que hacer, las planificaciones son en función de los objetivos o presupuesto de estas instituciones, no son en función de las propuestas o los presupuestos o condiciones que tiene la población agrupada en las comunidades y que vive, por derecho ancestral además, sobre los recursos que el Estado controla. En consecuencia, el resultado es una comunicación en un solo sentido, desde lo que establece la ley (o la sociedad oficial) hacia, y muchas veces impositivamente, sin consulta, los que viven, cuidan y mantienen los recursos. La RNT reconoce que se requiere todavía un mayor tratamiento sobre la forma de armonizar los diferentes intereses, expectativas, criterios. ¡¿Cómo hacerlo?!

Es allí donde entra la comunicación intercultural para poder establecer puentes de comunicación que permita una relación horizontal entre los diferentes actores, ponernos en condición de respeto mutuo con el otro que corresponde y responde a otros patrones culturales, en condición de reconocer que somos diferentes, no mejores o peores, sólo diferentes; no adelantados ni atrasados, sólo diferentes; y que podemos tener propuesta diferentes frente a un mismo problema, tan válidas las unas como las otras, a pesar inclusive que la ley establezca tal o cual cosa. Nos encontramos con formas y estilos diferentes y allí nos tenemos que poner de acuerdo, ese es el éxito de la gestión integral, tenemos que considerar todos los aspectos y hay algunos que no se han incluido en las lecturas, ni en los análisis, como son por ejemplo tradiciones, usos y costumbres, normas, cultura, y que finalmente dificulta la gestión porque los intereses que tienen un trasfondo cultural, son los que están detrás de nuestra toma de decisiones. Se da el caso p.e. que se llega a un acuerdo pero si para uno de los actores (digamos que las comunidades) va en contra de su tradición o cultura, pues no lo cumple a pesar que lo aceptó dentro del conjunto tal vez por conciliar, por ser incluido; el resultado es el fracaso de la gestión.

Comúnmente, cuando se habla de interculturalidad algunos entienden que se trata de escuchar al otro y traducir lo que él otro dice a nuestros criterios; sin embargo, con la interculturalidad lo que se pretende conseguir es comprender al otro, entender sus criterios y sobretodo respetarlos. Un ejemplo. Es probable que las instituciones públicas o privadas que necesiten la incorporación de dirigentes en sus trabajos, estén deseando que la comunidad elija a un joven (hombre y con posibilidades de formación), alfabeto, soltero, sin responsabilidades familiares como para que pueda dedicarse más al trabajo del comité, si fuera el caso; ese es más o menos el perfil de gente que necesitan; mientras que la comunidad, aplicando sus criterios tal vez, escogerá a un varón, con responsabilidad familiar para que sea responsable y tenga el apoyo suficiente para desempeñarse en el cargo y no importa mucho si es alfabeto si es que tiene que pasar el cargo, porque ya le toca; ese es el perfil de un buen dirigente que pueda representarlos bien. Como vemos, los perfiles de lo que es deseable en un buen delegado responde a diferentes criterios.Estos son aspectos que no se han tratado suficientemente. Por un lado, los organismos oficiales tienen y manejan criterios que sin querer queriendo los imponen, y la comunidad tiene y manejan otros criterios que muchas veces no los mencionan por el temor de ser criticados, de ser mal considerados, de ser excluidos, y los mantienen en reserva, sólo los mencionan entre ellos. Una comunicación intercultural, respetuosa de las diferencias, permitiría que éstos, así como muchos otros criterios, se pongan sobre la mesa, al descubierto y para consideración de todos los actores. Necesitamos para una buena gestión, entender las diferencias, el por qué de ellas (más allá de las primeras respuestas), sólo así podremos entender el porqué de tal o cual decisión, recordemos que la toma de decisiones es el punto medular en cualquier gestión. Entonces cuando hablamos de gestión integral no solamente estamos hablando de una gestión en donde se integren y comprometan todos los actores sino estamos hablando de una gestión en términos holísticos en donde todos los elementos y todas las características de todos los actores sean considerados.

(*) Ana María Pino Jordán
promotora@casadelcorregidor.pe
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