Tareas pendientes para comunicadores interculturales indígenas (*) | ||
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Ponencia preparada para el Encuentro Internacional de Comunicadores Indígenas, organizado por REDCIP, |
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En alguna reunión anterior señalaba que ustedes son comunicadores sociales pero además, tienen dos aspectos que los distinguen de cualquier otro comunicador: son comunicadores interculturales y se reconocen como indígenas. Quiero detenerme en esto de “interculturales”. El entendimiento más elemental del término es el que induce a pensar que se trata de lo que se mueve, transita, entre culturas; de allí también esa denominación de “puente” (entre culturas). Al autoidentificarse como indígenas lo más lógico es que se planteen como objetivo realizar una “discriminación positiva” de la información de lo que ocurre en los pueblos originarios, para hacerla visible e ir empoderándolos y priorizar al mismo tiempo los sucesos que ocurren fuera de la realidad de los pueblos, que los atañe, y que deben hacerlos de su conocimiento. Como diría el profesor Eland Vera, la dinámica descrita es funcional y corresponde al ámbito del manejo de la información. Pero, la interculturalidad como concepto va más allá. Pretende conectar, relacionar matrices culturales o civilizatorias (también llamadas horizontes de sentido) a través del diálogo, su herramienta principal. Este diálogo debe reunir condiciones. En principio, su necesidad se presenta cuando hay conflicto por asimetrías o inequidades; está lejos de ser un ejercicio lúdico o una conversación cotidiana. Lo que pretende es buscar armonía, restablecer equilibrios, lograr respeto en la convivencia. Si buscamos que el diálogo sea fructífero, tiene que ser de igual a igual, de lo contrario podríamos considerarlo “diálogo de sordos”, “estéril”, y sus logros, cuando se ha ganado alguito, resultarían más de lo mismo o un autoengaño. Para que sea un diálogo entre iguales, es importante que desde el poder del otro, se reconozcan: sus legítimas diferencias, su dignidad como pueblo y sus ciudadanías. De allí que en primera instancia, la lucha política que, como indígenas, realizan por lograrlo es fundamentalmente estratégica pero, en los momentos actuales, es tarea sumamente difícil. Sin esa condición, un diálogo sería un “saludo a la bandera” porque estaría orientado a la concertación cuando no a la negociación y dejaría su carácter de intercultural. El reconocimiento no sólo tendría que ser de su existencia sino también de que todo el territorio que hoy se llama nacional y que define a la república, se lo debe a los pueblos preexistentes a la presencia europea (principio recogido por el Convenio 169) y que invisibilizar, marginar, subalterizar, está lejos de solucionarse con un proceso de aculturación, resultado de prácticas coloniales. En este panorama, se me ocurren dos desafíos enormes para ustedes: La interculturalidad es una forma de comunicación1 y la comunicación trasciende la información, entonces ¿Qué hacer? ¿Con que herramientas? ¿Con que horizonte?; uno, para dejar de hacer el juego a otros intereses o, para no caer en un juego que nos convierte en “tontos útiles” y dos, para obtener resultados. Creo que, como en el futbol, primero tenemos que examinar la cancha y al contrincante. En el quehacer de ustedes, la cancha son los medios, la opinión pública y ¿el contrincante? ¿Serán los operadores del sistema que invisibilizan, marginan, subalterizan, inferiorizan? y que además, se puede imponer al árbitro. Desde allí hay que anotar que si bien interculturalidad es entendida como el diálogo entre culturas, con frecuencia se obvia precisar la dirección del diálogo. Ya desde la década de los 80, del siglo pasado, empieza a visibilizarse el término. Sin embargo, “mucha agua corrió bajo el puente”: la caída del muro de Berlín, los 500 años, la globalización económica, el internet, el movimiento zapatista, el cambio de siglo, los intensivos flujos migratorios y la posmodernidad, lo que hizo emerger la existencia de culturas diversas y permitió ir rompiendo el mito de la cultura hegemónica; es decir, que creamos que lo que se piensa en el “primer mundo” es universal y ocurre de la misma manera en todo el planeta (“mundialización”). Estos acontecimientos han logrado que un término algo ambiguo (“interculturalidad”), vaya siendo manejado y utilizado según intereses diversos, al punto que hoy, casi al final de la segunda década del siglo XXI podamos no sólo ubicar, sino también situar, las diversas acepciones que el término "interculturalidad" soporta. La primera gran corriente ideológica originada a partir de la necesidad de reconocer las diferencias culturales y promover que se las tolere para una armónica convivencia social fue la del Multiculturalismo.2 Desde esta corriente podemos ubicar varias de sus acepciones:
Podemos inferir que estas acepciones de interculturalidad tiene un sustento más sociológico. Desde la práctica de la primera corriente va emergiendo el Pluralismo cultural o pluriculturalidad en la propuesta de considerar la necesidad de la coexistencia de las diferencias culturales. Esta corriente va evidenciando sobre todo la existencia de pueblos originarios al interior de sus sociedades nacionales y va promoviendo su interrelación. También entonces encontraremos acepciones nuevas del término y podemos ubicar: Sin embargo, hay una corriente que aún le falta una denominación pero que se sustenta en la filosofía intercultural10. Con esa orientación, la interculturalidad está situada (“lugar cultural”, topoi) y se la está trabajando como “interculturalidad liberadora” o “emancipadora” (ya que las anteriores podemos ubicarlas como “liberales”). Esta propuesta considera el derecho a la diferencia; es decir, el derecho de "ser" y "estar" de cada cultura en diálogo permanente y cotidiano, de igual a igual, preservando cada una su propia dinámica cultural pero buscando enriquecerse mutuamente. Allí también hay acepciones y se puede ubicar: Les toca a ustedes evaluar lo que están haciendo como comunicadores indígenas y optar por el sentido que necesitan imprimir a su ejercicio como comunicadores interculturales. Se requiere autenticidad, consecuencia y mucha creatividad para encontrar las metodologías y herramientas adecuadas. Octubre 2019 NOTAS 1. Como lo trabaja Austin Millán (2000) 2. Ver: Barabás, A. (2014), Kymlicka (1996), entre otros 3. Ver: Tubino (2011) 4. Ver: Entrevista a Ramiro Restrepo (2013) 5. Ver: Tubino (2011) 6. Asesorados por Catherine Walsch 7. Austin, op. Cit. 8. Trabajada por Fornet-Betancourt y que también deja entrever Estermann en sus últimos escritos. 9. En palabras de García Canclini 10. Que según su impulsor R. Panikkar, no es una corriente más de la filosofía, sino es otra filosofía o filosofía otra. 11. Que es lo que plantea y desarrolla Diana de Vallescar. 12. Panikkar (2001) (**) Cambios decididos, en último momento, por los organizadores, impidieron que la ponencia se presentara.
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(*) Ana María Pino Jordán promotora@casadelcorregidor.pe |