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En: "Alasita" Revista de Difusión Cultural. Nº 21 - Mayo 2024. Pág. 14-15. |
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Es tradición que los pueblos del Altiplano celebren durante todo mayo sus rituales a la Cruz. Es posible que la tradición se extienda por toda la América colonial ya que fue traída e impuesta, como festividad católica, calendarizada para el 2 o 3 de mayo; ahora es celebrada, en distintos lugares de la región, cada domingo de mayo. Para los fieles creyentes del catolicismo, la Cruz es uno de sus símbolos más importantes y el hecho que se la ubicara en el Gólgota, una colina elevada, cerca de Jerusalén, permitió que su réplica, en estas latitudes andinas, encubrieran la relación sagrada que tenían los pueblos nativos con sus elevaciones geográficas, ya sean cerros o montañas —que los denominaban Apus o Achachilas. Fue así probablemente que mientras los católicos recordaban la gesta del Calvario, los nativos además realizaban rituales a sus Apus. La cultura andina es relacional y en su sentido filosófico “la relación es sagrada” (Esterman, 2006), todo se relaciona con todo en el Pacha y todo lo que existe es considerado sujeto, “persona”, y su importancia está dada por la función que cumplen para producir y reproducir vida (Pino, Riquelme, 2015). En ese entender, el Apu parael poblador andino, es vital. Además de darle pertenencia, permite la existencia de una gran variedad de flora y fauna que conforman ciclos biológicos propios; también piedras o arcillas especiales. Por su forma, atrae la lluvia y los rayos, chacanas muy importantes para la relación con el cosmos. Al permitir la infiltración de agua de lluvia, los convierte también en chacanas para su relación con el subsuelo o el mundo interior ya que esas corrientes subterráneas que se van formando van a emerger tierras abajo, en los manantes. También son colectores de agua que se almacenan en lagunas o en bolsones subterráneos de agua, que se van utilizando durante todo el ciclo agropecuario. En consecuencia, el ritual de mayo resulta casi lógico en su tiempo cíclico ya que ha dejado de llover y se le retribuye en estricta reciprocidad. Además comienza la temporada de frío y son los Apus, los que van a permitir el discurrir de las corrientes de vientos fríos o heladas para la preparación de tunta, chuño, caya, charqui, chalona y similares. La tradición exigía que en un ritual en donde todos debían participar, debía estar presente todo aquello que se relaciona: ganados, cosechas, casas, caseríos, corrales, si es que los hubiera también zorros, perdices, vizcachas, espejos de agua, redes —si era un lugar circunlacustre—, telares —si era una familia de tradición textil—, etc. Todo esto estaba presente como miniaturas (illas y mollos), de allí que en la cumbre de los cerros, donde generalmente se ubica la Cruz, era posible verlas y sin ir muy lejos, hasta hace algunos años, lo que se adquiría en la Feria de Alasitas (casas, carros, etc.) se llevaba al cerro Azoguini para bendecirlos y que se hicieran realidad. Se ha resignificado la tradición y hoy la feria del 3 de mayo se ha convertido en “feria de los deseos” para una población eminentemente urbana. REFERENCIAS ESTERMANN, Josef. PINO J., Ana M. y RIQUELME M., Ibar R. |
(*) Ana María Pino Jordán promotora@casadelcorregidor.pe |