Antonio Rengifo Balarezo (Lima, 1937) |
Hace más o menos un siglo, la región altiplánica atravesaba por un proceso de convulsión social semejante al de ahora. Recordar parte de esa época, lo permite Antonio Rengifo que ha estudiado el periodo entre 1895 y 1925 a través de la relación entre la exportación de lanas, actividad productiva primario exportadora, y los movimientos sociales que se originaron como respuesta. Hoy, también la alta conflictividad en la región, es, curiosamente, resultado de otra actividad primario exportadora: la explotación minera y de recursos energéticos. |
Del autor |
Ha sido docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, San Martín de Porras, Agraria La Molina, Cenfotur, entre otros centros académicos. Autor de artículos, reseñas, ensayos, ponencias y libros. Fue uno de los dos ganadores del Concurso Los 7 Ensayos de la Realidad Peruana, organizado por el Centro Cultural Puerta Abierta y la Casa Museo José Carlos Mariátegui, realizado en octubre del 2009. Se vincula con Puno desde 1965, cuando se desempeñó como Supervisor regional del Programa Universitario de Cooperación Popular; y luego como Docente en la Universidad Nacional Técnica del altiplano (1967), en la Facultad de Ciencias Económicas. |
Algunas publicaciones Sin embargo, estudió mucho de la historia de Puno y su gente; de allí que a continuación se consigna la lista para las personas que estén interesadas: 1998. Así nomás nos curamos... La medicina en los Andes. 1998. EL Ayarachi. Grupo Kuntur Chaya ayarachi de Paratía. Autora: Nanda Leonardini Herane. Presentación (ARB). I Convocatoria Nacional "José María Arguedas". Avances de Investigación. Danza. Bib. Ncl. del Perú/Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, mayo de 1998. pp.75/78. 1990. Exportaciones de lanas y movimientos campesinos en Puno: 1895/1925 Tesis para optar el título de licenciado en Sociología. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de ciencias sociales, Escuela académico profesional de sociología. Lima 3 de diciembre de 1990. 1988. Rebelión India En coautoría con el historiador Pablo Macera. Comentarios al informe Maguiña de 1902. Ediciones Rikchay-Perú, No. 22, Lima, 1988. Reimpresión: Lima, 1991. 1987. Limitación de la artesanía para la promoción social de la población pauperizada. II curso-taller Artesanía y arte popular “José Sabogal Wiesse” organizado por la Asociación de artesanos Kamaq Maki y auspiciado por CEDEPAS. Huancayo, Ocopa, 8/15 de Noviembre 1987. 1986. El problema de los centros artesanales en Puno. En: Cambio, revista n. 17, Lima, 7 de Agosto de 1986. En: Los Andes, Puno, 29 de Mayo de 1986. En: Artesanía y Desarrollo, revista n.1, Puno, Octubre de 1988, pp. 4-5. 1984. El campesinado puneño ante las encuestas (Una sucinta revisión histórica). Escuela Superior de Administración de Negocios (ESAN). Manual de lectura Para la capacitación de funcionarios públicos del departamento de Puno. Lima, noviembre de 1984. En: Álbum de Oro, tomo XI, Ed. Samuel Frisancho Pineda, Puno 1984. (Apareció con el título: “Los encuestadores y el campesinado puneño”). 1981. Folklore y política. Ponencia presentada al IV congreso nacional de folklore. Puno, febrero de 1981. 1980. A propósito de las llamadas “tecnologías apropiadas”. Cuadernos Médico-sociales. Revista trimestral Nos. 10 y 11 del Círculo de Investigaciones Médico-sociales, Lima, Julio-Setiembre y Octubre-Diciembre de 1980, pp. 65/73 y 83/88 respectivamente. 1979. Las artesanías rurales de ayer y de hoy. Perú Agrario. La revista del agro nacional, año III, n. 13. Lima, Setiembre-Octubre de 1979, pp. 277/95. 1979. El “huaccho” expiatorio. Plantemiento del problema del desarrollo capitalista de la ganadería ovina en la Sierra central y en la sierra sur del Perú. Ponencia al I simposio: Investigaciones agrarias del sur del Perú. Publicación de la Universidad Nacional Técnica del altiplano. Puno 1979. En: Qwllaw. Revista año I, nº 1. Puno, 4 de noviembre de 1983. 1979. El indigenismo. Ponencia al I encuentro: Nacionalidades Quechua/Aimaras y Minorías nacionales en el Perú. Organizado por el Centro de estudios de Proyección e Investigación de la Universidad Nacional san Antonio Abad del Cusco y la federación departamental de Campesinos del Cusco. Cusco, 30 de noviembre al 4 de diciembre de 1979. 1978. Movimientos campesinos en Huancané y en Chucuito 1900/1925 Expositor en el I Seminario: Lengua y cultura aimara. Auspiciado por la Organización De Bases aimaras (OBA). Lima, 20 al 25 de febrero de 1978. 1977. Lineamientos para la elaboración de un diagnóstico del sector artesanal de Puno. Ministerio de Industria y Turismo, D.G. de Artesanías Lima, 1977. 1977. Semblanza del Mayor de caballería Teodomiro A. Gutiérrez Cuevas llamdo “Rumi Maki” Defensor calificado de los indios y enemigo de gamonales. En: Campesino. Revista Nº 7 Lima setiembre de 1977, pp. 61/88. En: Álbum de Oro. Tomo VIII, Ed. Samuel Frisancho Pineda. Puno, enero de 1981, pp.53/68. 1969. Esbozo biográfico de Ezequiel Urviola y Rivero (Muñani, Azángaro 1895-Lima 1925). En: Campesino, revista nº 1. Lima, enero-abril de 1969, pp. 18/36. En: Los Movimientos campesinos en el Perú: 1879/1965. Delva editores. Lima, octubre 1977 pp. 179/209. • En Internet: ° Conflicto en Puno, su dilema. ° Esbozo biográfico de Ezequiel Urviola y Rivero. En: Los Movimientos campesinos en el Perú. 1979/1965 de Wilfredo Kapsoli, Delva editores. Lima 1977 Primera edición. ° LATIN AMERICAN. A guide to economic history 1830/1930. Roberto Cortés Conde & Satanley J. Stein, editores. University of California press 1977. |
Biblioteca de la Casa del Corregidor. Puno, Perú |
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EXPORTACIÓN DE LANAS Segunda parte |
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Grimaldo Antonio Rengifo Balarezo Junio, 2011 |
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2. El despojo de los pastizales de los indios comuneros; expansión e incremento del número de haciendas. Ya en 1895 se muestran signos de una reactivación de la exportación de lanas. Esta demanda externa de lanas estimula a los hacendados o gamonales del sur a expandir sus haciendas y a “comprar” coercitivamente la lana de los comuneros; y no a introducir cambios tecnológicos significativos en el manejo de pastos y ganado. Una de las formas que utilizan los gamonales para expandir sus haciendas es el despojo directo de las tierras de las comunidades, tal como lo testifica quien fuera agente fiscal en Azángaro por los años que comprende la primera etapa del estudio: “Después de 1895 se produjo la transformación rápida de las comunidades en latifundios a tal punto que los ayllus han desaparecido en algunas provincias y en las restantes, los pocos que aún persisten, ven sus tierras cercenadas por la avidez de los hacendados que se las anexan…” (9)
El despojo directo de tierras comunales también era enmascarado mediante el procedimiento judicial; pues los indios – a los cuales los gamonales querían usurpar sus tierras – terminaban confinados en la cárcel al final de la tramoya judicial. En este sentido es revelador lo que describe el ya aludido Dr. Frisancho: “…desde el momento que un hacendado se propone una agresión contra los indios, recurre al abogado a consultarle la combinación del plan; acordado éste, el primero dirige la ejecución del delito, y el abogado inmediatamente que se ha ejecutado, inicia ante el juez, juicio criminal contra los indios que son los verdaderos damnificados, por fantásticos crímenes que él califica de monstruosos. La tramitación del sumario, en fuerza de usos y prácticas inveteradas, no puede dejar de acomodarse a la actuación ya predispuesta por el denunciante, pues, la secular influencia del rabulismo, lo ha reducido al papeleo de los informes periciales y a la recepción de los testigos ofrecidos. Por supuesto, el número de testigos es abrumador, y la uniformidad de sus exposiciones es capaz de llevar la evidencia al ánimo del juez más dubitativo. En fuerza de los elementos de convicción el juez lleva su función dictando auto de culpa contra los acusados. En el plenario, se repite, con ligereza de variantes, lo hecho en la secuela sumarial; sólo que termina con la condena definitiva de los procesados; es decir, con la definitiva reversión de la justicia”. (10)
Es de esta manera que se realiza el despojo de las tierras comunales, empujando a los indios contra los cerros a las peores tierras. Otra de las formas “legales” utilizadas por los gamonales es la que informa el polifacético estudioso puneño E. Romero: “Otras invasiones fueron legalizadas con la instituciones creadas por el Código Civil, como la llamada INTERDICTO, que resultó un arma violenta y eficaz frente a la ignorancia y el analfabetismo de las masas indígenas”. (11)
Cuando se quiere arrebatar grandes extensiones de pastizales a numerosos indios de comunidades, la modalidad frecuentemente utilizada por los gamonales es la de la inventar una sublevación de indios para tener pretexto de recurrir al uso de la fuerza pública; y luego, de las violentas represiones dedicarse al saqueo y, por lo general, la anexión de las tierras y ganado de los prisioneros, muertos y fugitivos. Pero, como en el gamonalismo un latifundio tiene valor no sólo por la extensión, sino, sobre todo, por al cantidad de indios adscritos a la tierra, la usurpación de tierras comunales trae aparejado la adquisición de los mismos indios para trabajarla; pues los indios han sido compelidos contra los cerros a las peores tierras y para sobrevivir se ven en la necesidad de perder su libertad personal. O mejor dicho en palabras de Lenin referidas a una situación similar en Rusia: “El campesino se encuentra en tal estado de estrechez, debido a las tierras usurpadas por el terrateniente, que no tiene más alternativa que morirse de hambre o caer en la servidumbre”. (12)
A pesar que para los indios esa es la principal alternativa resultante de la lucha entre gamonales e indios comuneros, no es la única. Ya que precisamente bajo esas condiciones se incuba el fenómeno del bandolerismo, que es una forma de protesta social individual o de pequeño grupo. Así lo hace saber el jurisconsulto puneño José Frisancho Macedo, en una extensa nota que transcribimos: “Antes de 1910 las indiadas de Samán – distrito de Azángaro, del departamento de Puno – sobrepujaban a los vecinos en la intensificación de labores agrícolas y en actividad comercial, pues recorrían lejanos parajes haciendo intercambio de productos. Por aquel año un hacendado que los explotaba procedió a despojarlos de sus tierras ejidales. Entonces los indios se irguieron en actitud defensiva. Tan legítima actitud – considerada por los hacendados como crimen de rebelión – dio lugar a que acudiera un numeroso destacamento de soldados a batir a los indios. Después de la refriega, en que los indios fueron deshechos despiadadamente, irrupcionó la tropa auxiliada por gente mercenaria propia del hacendado sobre las diseminadas viviendas de los vecinos, entrando a ellas a saco, para apropiarse de cuanto querían y quemar lo restante en la hoguera crepitante de la pajiza cabaña. Por su puesto que, por derecho de conquista, los expedicionarios se adjudicaron todo el ganado de los indios. Después de la tragedia, sobre las lomas de la escueta pampa de Samán, surgieron como espectros centenares de hombres, mujeres, y niños: eran los que por haber huido se salvaron del exterminio (…). Todo lo habían perdido. La justicia social los perseguía como a criminales. ¿Dónde acudir? Sobre la estepa, bajo la indiferencia de los cielos invernales ¿Dónde encontrar ápice de sustento para la madre anciana, para el niño exhausto que llora, lacerante, para la mujer que calla, pero que acaso desfallece porque el hijo que palpita en sus entrañas reclama nutrición?
(…) En Samán la indiada resolvió la dubitación que conflagró su conciencia, lanzándose a la criminalidad. La hasta entonces pacífica comarca, será en adelante guarida de bandoleros. De allí saldrían en noches de horror, ululantes matones que, en pos de presa robarían y matarían, no importa qué a sus propios hermanos, otros indios asaltados en sus viviendas (…) Tal es la génesis del bandolerismo que cunde en todas partes de la sierra: he ahí la tragedia”. (13) La contraparte del despojo de los pastizales de los indios comuneros es la expansión e incremento del número de haciendas. En tal sentido, existe un hito bien definido que marca dicha expansión e incremento; y que, además, coincide con el inicio del gobierno de Don Nicolás de Piérola en el año 1895. Así lo asevera el doctor Frisancho: “Desde la independencia del Perú hasta 1895, los terratenientes de la sierra fueron meros conservadores de las haciendas coloniales, sin que en ese lapso se conozca un solo caso de haberse latifundizado las pequeñas parcelas de las comunidades indígenas”. (14)
A comienzos del siglo, cuando aún era muy joven, Manuel Quiroga – uno de los pro – indigenistas más extraordinarios de Puno – hace un aporte sobre la evolución de la propiedad en “La condición de la Propiedad Rústica en Puno”. Tesis presentada en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, para obtener el Grado de Bachiller en derecho. Por otra parte, Bertram señala algunos años antes el comienzo de la expansión de las haciendas: “Durante el largo y continuo crecimiento de las fortunas de la industria lanera desde 1880, la forma de respuesta predominante del terrateniente había sido la expansión de sus haciendas a través de la incorporación de tierras ocupadas por indios, pero para la década de 1910 casi todas las grandes haciendas habían sido consolidadas y los costos sociales de ulteriores expansiones se volvían prohibitivos al fortalecerse la oposición de los indios”. (15)
En este lapso, como demuestra Alberto Flores, se da un gran crecimiento del número de haciendas en desmedro de las propiedades de la Iglesia y de las comunidades, lo que revela, el clima de agitación social que se vivía en aquella época: (16)
La expansión de las haciendas a expensas del despojo de las tierras comunales no indica ningún aumento de la productividad, e incluso, ni del volumen de las lanas exportadas. En los gamonales el estímulo de la demanda de lanas no opera para su transformación en empresario ganadero; sino para reforzar su poder monopólico, impidiendo por cualquier medio el acceso directo de los indios al mercado de las lanas. Esta observación también la encontramos en Laura Maltby, en su investigación para obtener el doctorado y que abarca el mismo período que nuestro estudio: “Si el incremento de la cantidad de lana producida en Puno por el mercado internacional no resultó de la mejora de la crianza de ovino o técnicas comerciales, fue por el método disponible más fácil para tal incremento, la expansión física de la cantidad de pastos en posesión de los hacendados”. (17)
El seguimiento pormenorizado del despojo de tierras y por consiguiente la expansión e incremento de haciendas de una de las más connotadas familias de gamonales de Azángaro, es descrito en un folleto anónimo de comienzos de siglo titulado “La mancha que limpia o La biografía criminal de los Lizares”. Uno de los Lizares, precisamente, fue quien presentó al parlamento un proyecto de ley para erradicar a los indios. Dicho proyecto fue motivo de burlas y su autor catalogado como un gamonal ultramontano. Sin embargo, esa actitud da pie para plantear el problema de la modernización. A simple vista, Lizares con su proyecto de erradicación de indios parece un hacendado cavernario, pero su intención es romper, primitiva y directamente, las relaciones sociales existentes. El indio no sólo representa el resultado de la opresión y explotación colonial y republicana, sino representa, sobre todo, la pequeña propiedad privada basada en el trabajo personal. Y ¿esto qué? Pues, en el siguiente enunciado de Marx hallamos respuesta; “… el modo de producción y de acumulación capitalista, y por lo tanto de la propiedad privada capitalista, presupone la aniquilación de la propiedad primitiva basada en el trabajo personal. Su base es la expropiación del trabajador”. (18) Así, fue como en la década del ’20 la poderosa empresa norteamericana Cerro de Pasco Co. erradicó a los indios de las comunidades envenenando transitoriamente sus pastizales, ganado y hasta a los propios indios para expropiarlos, y después de desbrozado el campo de “maleza” implantar relaciones capitalistas y rehabilitar los pastizales en la sierra central bajo la forma de ENCLAVE minero-ganadero. Por la misma fecha, los ingleses tuvieron a nivel de ideas erradicar a los indios de las altiplanicies de Cuzco y Puno para desarrollar capitalistamente la ganadería ovina, pero desistieron. Esta última situación que se presentó en Puno, será tratada en la última etapa del presente estudio; puesto que es el período de tiempo que le corresponde. 3. La respuesta de los indios. La respuesta a los abusos de los gamonales, por lo general ha venido de los indios comuneros; no se desconoce que también los indios de haciendas han realizado acciones en protesta a su situación, pero de ellas se tiene menor información, tal vez, porque al darse en los linderos de las haciendas han sido reprimidas sin que trascienda y también porque la sujeción al gamonal era casi absoluta. Por esta razón nos concretaremos a la respuesta que ha dado las comunidades. La respuesta de los indios ante el gamonalismo ha sido diversa: constitución de escuelas, defensa legal ante los poderes públicos, levantamientos campesinos, bandolerismo, etc. Los intentos por constituir escuelas deben ser tomados como una de las actitudes defensivas de los indios. Ellos querían aprender a leer, escribir y a realizar cálculos económicos. Querían premunirse de instrumentos para ejercer las libertades civiles, concurrir directamente al mercado y recurrir directamente ante los poderes del Estado. Con el fin de obtener escuelas los indios, año tras año, han elevado solicitudes al Supremo Gobierno para que le designen solamente profesores; puesto que ellos aportaban el terreno, el local y el mobiliario de la escuela, pese a esos aportes, sus peticiones resultaron infructuosas por interposición de los gamonales. Y es más, cuando lograban persuadir a algún “misti” para que les oficie de profesor, los gamonales trataban de disuadirlo por cualquier medio; y si aún se mantenía firme el profesor, entonces incendiaban y arrasaban la escuela. Así queda patentizado el aserto de J. C. Mariátegui: “Una igualdad que no existe en el plano de la economía y de la política no puede tampoco existir en el plano de la cultura (…) la enseñanza obedece a los intereses de orden social y económico”. (19)
Aunque los indios recurran al poder judicial, patrocinados por abogados proindigenistas, no es garantía suficiente para que el juez de la provincia falle imparcialmente; puesto que el gamonalismo controla también al poder judicial. Esto se corrobora con la información proporcionada por quien nada menos fuera agente fiscal de Azángaro por esos años: “(…) no existe un solo caso, absolutamente uno sólo, en que el indio, no obstante de haber sido víctima de frecuentes crímenes, haya alcanzado justicia contra algún hacendado. Por eso, al convencerse de la irrisoria eficacia de la sanción legal, ha estallado en la reacción violenta de la sublevación o alzamiento contra los terratenientes (…)”. (20)
Ante la frustración de alcanzar justicia en la provincia o el departamento, los indios alientan la esperaza de ser escuchados y de que sus demandas sean acogidas en la capital de la república. En vista de ello, envían mensajeros o delegados indios a Lima para presentar solicitudes y memoriales al Presidente de la república y a algunos parlamentarios indigenistas; así mismo, visitan las redacciones de los periódicos, donde denuncian los abusos de que son víctimas y claman justicia. Los indios que llegaban a Lima fueron acogidos y orientados en sus gestiones principalmente por la Asociación Pro – indígena; puesto que su metodología era esa. (21) En 1901 los indios de Santa Rosa de Juli, provincia de Chucuito, vienen en delegación a Lima a exponer sus quejas contra el subprefecto Don Mariano Vicente Cuentas quien obliga a los doce ayllus de la localidad a realizar trabajos gratuitos para construir edificios públicos y casas de los gamonales. El entones presidente Candamo dio apoyo a los indígenas y envió al Dr. Alejandrino Maguiña como comisionado del Gobierno para recoger información y recepcionar los memoriales que presentaran los indios en Juli. Es a raíz de estos hechos que en 1903 el Mayor Teodomiro Gutiérrez Cuevas reemplaza a Cuentas en la Subprefectura de la provincia de Chuchito. El nuevo subprefecto, que posteriormente – en 1914 – adoptara para el combate el nombre de “Rumi Maqui” (Mano de piedra) realizará una acción mayor a favor de los indios aboliendo los trabajos gratuitos y “el reparto de las lanas” lo que significó un golpe demoledor a los cimientes del gamonalismo en tanto suprimió una de sus principales fuente de acumulación. El mayor Gutiérrez también abrió una escuela dominical en el atrio de la iglesia de San Pedro de Juli, necesidad sentida por los indios que querían entrar en la esfera del mercado con nociones de lectura y cálculo para sus operaciones. Pero para ello, a la vez, representaba otro golpe al gamonalismo que usufructuaba de la ignorancia del indio. Muerto, al poco tiempo, el presidente Candamo, lo sucedió Don Serapio Calderón, terrateniente cuzqueño, quien accedió a la solicitud de los parlamentarios puneños. Así fue destituido el mayor de caballería Teodomiro A. Gutiérrez Cuevas como subprefecto de Chucuito. De inmediato los indios solicitaron al nuevo gobernador la restitución del subprefecto Gutiérrez, lo que resultaba algo totalmente paradójico puesto que todas las autoridades explotaban a los indios y siempre los indios se quejaban de las autoridades.; Es por ello, que Gonzáles Prada escribe un artículo titulado: “Autoridad humana”, y de él extraemos el siguiente párrafo: “…algunos millares de indios claman porque no se renueva de sus funciones a un subprefecto… No hace muchos días un grupo de senadores y diputados del departamento de Puno solicitó la inmediata deposición de Gutiérrez. Los solicitantes no alegaron causa legal ni motivo serio; parece que alguien adujo como razón inamovible que “no destituir al subprefecto de Chucuito después de haberlo solicitado a una fracción del congreso implicaba inferir un desaire a los representantes”. Lo de siempre: el gamonal que en las provincias fragua las elecciones tiene por defensor en Lima al elegido del fraude: simple cambio de servicios entre buenos compadres”. (22)
De la afirmación contenida en la parte última del párrafo se darán cuenta, poco a poco, lo indios por experiencia propia. Otra delegación de indios llegó a Lima en octubre de 1911: “Han venido a esta imprenta Melchor Ramos y Gregorio Mamani (…) son indígenas netos, puros sin mezcla de otras razas, han venido como mensajeros de los distritos de Santiago de Pupuja y de Arapa, de la provincia de Azángaro (…). Pusieron en nuestras manos el memorial de doce páginas que han elevado al gobierno, el cual contiene graves acusaciones contra el vocal de la corte de Puno, Dr. Alejandro Cano quien posee las fincas de Ccalla y Charquismo en la provincia de Azángaro y cuyos empleados resultan la más grave amenaza contra los indígenas, pues los actos de bandolerismo que cometen, rayan en lo inverosímil. Dicen que el propio vocal apoya y alienta a sus empleados. Cuentan un caso concreto que el Dr. Cano fingió comprar el fundo de Llallahua a quien no era propietario, expulsó al verdadero, destruyó los enseres y arrojó al ganado que allí pastaba. El prefecto Álvarez tuvo noticia de hecho y mandó que se restituyera a su dueño, pero sólo se llegó a cumplir en parte.
El memorial es un hacinamiento de atropellos y desgracias. Ojalá en esta vez se les escuche y no clamen en medio del más doloroso abandono”. (23) Una forma poco usual de reaccionar de los indios ante el abuso de un gamonal, fue la de buscar la protección de otro gamonal, que tuviera rivalidad con el anterior. Al respecto, es muy ilustrativo el caso que sucedió en el distrito de Chupe(a?), provincia de Azángaro: “los señores Salas (hacendados de la provincia de Azángaro) también hacían uso de la prepotencia contra la gente campesina. Los campesinos para defenderse de esa prepotencia se fueron en busca de un amo y lo encontraron en la persona del Sr. Angelino Lizares Quiñónez, quine tenía mucha influencia en la provincia. Este se presentó como el lobo que se disfraza de cordero e hizo de su propiedad a todo el distrito de Chupa. De 1912 a 1925, sólo una pequeña parte de Chupa era parcialidad o de pequeños propietarios. Todos los vecinos de ese entonces eran amigos de Lizares y sino… pobre de aquel que no lo era, ese estaba en la cárcel o tenía que huir a Bolivia”. (24)
Los indios, en su afán de defenderse del gamonalismo buscan aliados en su lucha; era esta vez, de tipo diferente al descrito en líneas anteriores. Para ello se agencian la venida de pastores adventistas extranjeros. La penetración de los adventistas en Puno, data de 1913. Ese mismo año se suscita la querella del indio Manuel Zúñiga contra el obispo Valentín Ampuero a raíz de la instalación en la parcialidad de Platería del misionero adventista Fernando Stahl y de la creación de una escuela. A raíz de su prédica los indios de dicha parcialidad no aceptaban realizar servicios sin paga a las autoridades del distrito. Esto genera la ira de los gamonales y autoridades. (25)Por último, una de las formas de responder ante la violencia del gamonalismo, que se diferencia de todas las otras, es emplear, como último y desesperado recurso, la violencia misma: a la fuerza oponerle la fuerza. Por ello es que a lo largo de la historia de Puno se suceden numerosos movimientos campesinos. Desalentados los indios por la no restitución del ex subprefecto Gutiérrez, en 1904, se levantan en Zepita y Pomata (provincia de Chucuito). Un regimiento del ejército va en apoyo de los “mistis” y termina en una violenta represión. En 1905 se levantan los indios de Ilave (provincia de Chucuito) contra las autoridades ediles, quienes impusieron el impuesto a la venta de ganado o “sisa”. Se produce una violenta represión que se extiende a otras provincias de Puno y a los departamentos de Cuzco y Apurímac. Esto permitió a los latifundistas imponer con mayor energía su dominio sobre los comuneros. Como vemos todos los años se realizan levantamientos en defensa de sus propiedades: Chupa (Azángaro) 1909; Azángaro 1911; Pomata (Chucuito) 1912; Juli (Chucuito) 1912; San Antón (Azángaro) 1912; Huancané 1913; Samán, Arapa, Caminaca y Achaya 1913; Escanchuri (Azángaro) 1913. En el mismo año, el 14 de setiembre, según Gilberto Salas se produce “El formidable combate entre las tropas de línea y los indios en la pampa de Samán”. (26) En suma, los indios de las comunidades, que no estaban sujetos a un latifundio, apelan a cualquier recurso en irían tomando conciencia, a través del proceso de la vida misma, que tenían que confiar en sus propias fuerzas y en ingeniarse la manera de crear organizaciones autónomas de campesinos. Para lo cual, como veremos luego, empezarán a iniciar acciones que subvierten el orden establecido. 4. Contribución al planteamiento del “problema del indio” En la capital de la República no sólo había predominancia del pensamiento conservador, sino también existían personalidades y pequeños grupos de exponentes del pensamiento renovador y radical que se preocupaban, desde diversas perspectivas, por la población indígena. Entre las personalidades más destacadas figuran Santiago Giraldo, González Prada, Pedro S. Zulen, Joaquín Capelo y Dora Mayer. Los pequeños grupos tenían una abigarrada composición, pues sus miembros lo constituían anarquistas, socialistas, masones, libre pensadores, protestantes, jóvenes intelectuales, aristócratas de espíritu romántico, etc. El puneño Santiago Giraldo fuel el primer parlamentario peruano que apoyó una huelga obrera y que difundió la idea socialista en el parlamento. Ha sido autor de una extraordinaria obra que apareció en 1903 en Lima: “La raza indígena en los albores del siglo XX”. Esta obra de 168 páginas aún es poco conocida y difícil de ser hallada. Igual suerte corrieron los pocos números que editó del periódico “El indio” que circuló por la misma época (27). Este abogado acogió y guió en Lima a la primera delegación de indios puneños que llega a Lima a reclamar justicia, al iniciarse el presente siglo. Gonzáles Prada, el valiente crítico social de verbo encendido y vigoroso, se hace presente el iniciarse el siglo con su artículo titulado Autoridad Humana, en el que publicita un paradójico reclamo que hacen los indios de Chucuito para intentar la restitución del ex subprefecto Teodomiro Gutiérrez Cuevas, en ese artículo pasa revista sucintamente a algunas masacres de indios en Puno. Por esa misma fecha plantea el llamado problema indígena y precisa la vía de solucionarlo: “¿De sólo ignorancia depende el abatimiento de la raza indígena? (…) Donde las haciendas de la costa suman cuatro o cinco mil fanegadas, donde las estancias de la sierra miden treinta y hasta cincuenta leguas, la nación tiene que dividirse en señores y siervos. (…) Se requiere también poseer un ánimo de altivez y rebeldía, no de sumisión respeto con el soldado y el monje. (…)
Nada cambia más pronto ni más radicalmente la psicología del hombre que la propiedad: al sacudir la esclavitud del vientre, crece en cien palmos. Con sólo adquirir algo, el individuo asciende algunos peldaños en la escala social, porque las clases se reducen a grupo clasificados por el monto la riqueza”. “La cuestión del indio, más que pedagógica, es económica, es social. ¿Cómo resolverla? (…) Si el indio aprovechara en rifles y cápsulas todo el dinero que desperdicia en alcohol y fiestas, si en un rincón de su choza o en el agujero de una peña o cueva escondiera un arma, cambiaría de condición, haría respetar su propiedad y su vida. A la violencia le respondería con la violencia, escarmentando al patrón que le arrebata las lanas, al soldado que le recluta en nombre del gobierno, el montonero que le roba ganando y bestias de carga. Al indio no se le predique humildad y resignación sino orgullo y rebeldía. (…) En resumen: el indio se redimirá merced a su esfuerzo propio, no por la humanización de sus opresores”.(28) El pensamiento y la integridad moral de Gonzáles Prada se hará extensiva en Puno a través del Dr. Francisco Choquehuanca Ayulo, con quien mantuvo amistad personal. El nombre de Pedro Salvino Zulen está íntimamente ligada al de la Asociación Pro – indígena, ya que cuando aún era alumno de la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, fundó en Lima, el 13 de octubre de 1909 dicha asociación y fue, junto con Dora Mayer, su principal animador hasta que dicha institución se extinguió en mayo de 1916; él ocupó la secretaría general y ella estuvo encargada de las publicaciones. El origen de la Asociación se puede encontrar en los conversatorios que se organizaban en el centro universitario. Este centro estuvo conformado su mayoría por jóvenes intelectuales aristócratas, entre los cuales figuraban Oscar Miró Quesada, Víctor Andrés Belaúnde, los hermanos Alayza y Paz Soldán, José de la Riva Agüero y otros. Fue Pedro Zulen –“mestizo de chino y criollo”, como diría Basadre– quien introdujo en esos conversatorios la discusión sobre “El problema Indígena”; así lo asevera Dora Mayer: “Yo conocí a Zulen el 24 de abril de 1909, con motivo de la discusión sobre el problema indígena propuesta por él en las conversaciones organizadas por el Centro Universitario”. (29) Hablando en tercera persona, la misma Dora Mayer nos ha dejado otro testimonio del origen de la Asociación Pro – Indígena, en el que se destaca su participación: “A iniciativa de la señorita Julia Rosa B. Delaney concurrió a tan interesantes actuaciones varias veces Dora Mayer y se entusiasmó hasta el punto de participar en el debate con un discurso pronunciado el 24 de abril de dicho año. Pedro S. Zulen acogió las ideas vertidas en el discurso y se manifestó dispuesto a constituirse en ejecutor de ellas; así nació la Asociación Pro-indígena, que fue fundada formalmente el 13 de octubre de 1909”. (30)
En sus memorias Víctor A. Belaúnde tiene las siguientes frases de reconocimiento para Dora Mayer: “Llevamos (…) a la Secretaría [de la Asociación] a la señorita Dora Mayer que consagró su vida, su inteligencia y su actividad constante a esta obra”. (31) Exactamente lo mismo podría decirse de Pedro Zulen. Pedro Zulen hizo numerosas denuncias contra los abusos de que fueron víctimas los indios. Como uno de los tantos ejemplos pudiera revisarse el documento: “Recurso de Pedro S. Zulen sobre el cobro injusto de contribuciones en Puno”.; publicado en la prensa limeña a fines de enero del año de 1912. En la revista de la Asociación pro–Indígena, que dirigía Dora Mayer, apareció en su primer número –octubre de 1912- Un artículo de Pedro Zulen: “¿Cómo celebraremos nuestro centenario?”; ahí empieza a contribuir con el planteamiento del problema del indio: “El feudalismo no ha sido desterrado todavía de la humanidad, porque existe en todas las secciones del territorio peruano. He aquí el país de esclavos que se llama “La República del Perú”. (…) ¿No será posible transformar ese estado social indigno sustrayendo a nuestro indígena de la condición servil en que se halla, haciéndolo ciudadano altivo, consciente de quien hoy es un analfabeto triste y pordiosero?...” (32)
Joaquín Capelo, uno de los más altos exponentes de la filosofía positivista en el Perú, es otra de las personalidades vinculadas a la Asociación Pro – Indígena. De él, Víctor Andrés Belaúnde rememora en sus memorias: “Como lo he recordado formamos la Asociación Pro – Indígena llevamos a la presidencia al Doctor Joaquín Capelo, el más prestigioso e influyente tribuno de nuestro parlamento”. (33)
Una llamada de atención sobre la intensa labor parlamentaria de Joaquín Capelo en defensa de los indígenas, nos la hace el prestigioso historiador Jorge Basadre: “Algún día será preciso catalogar y clasificar todas la s denuncias que en la cámara de senadores hizo Joaquín Capelo a favor de los indígenas. Aparte de sus intervenciones mencionadas en otras páginas del presente libro, se ha de recordar, aquí, tan sólo como ejemplo, unas cuantas entre las muchas que tuvo a lo largo de su intensa labor parlamentaria.
Así en la sesión del 4 de agosto de 1911 reclamó contra los abusos cometidos en Chucuito con motivo de la conscripción militar al extremo de haberse enrolado a mores de edad y a casados y de haberse producido robos y atropellos. En la sesión del 11 de Agosto de 1911 pidió acción judicial contra atropellos cometidos en Puno, Andahuaylas y Oyón”. (34) La asociación tuvo delegados en el ámbito nacional especialmente en los departamentos y provincias más densamente pobladas de indios y mantuvo una correspondencia profusa con el interior del país. Así como en Lima, también en el interior del país existían personalidades que colaboraban con la causa de los indios. En Arequipa se ha de mencionar a los abogados Modesto Málaga y Francisco Mostajo, ambos delegados de la Asociación Pro – Indígena. Es pertinente advertir, que así como la proporción de personalidades que colaboraban con los indios en “provincias” era menor, así también el riesgo que corrían esas personas era mayor en “provincias” que en Lima, por ser el ambiente “provinciano” mucho más pequeño y cerrado. De ahí el mérito de los abogados puneños Francisco Choquehuanca Ayulo, de Lampa, y Manuel A. Quiroga, de Pomata; ambos delegados de la Asociación Pro-Indígena. NOTAS
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