Luis Enrique Rivera Vela (Puno, 1966) es Antropólogo, realizó sus estudios en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en el 2003 obtuvo el grado de Magíster en Antropología en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente es docente de Pre-grado y de Maestría en la Universidad Nacional del Altiplano de Puno. Como especialista en temas de antropología de la religión, identidad cultural e interculturalidad ha participado como ponente en seminarios, congresos y foros nacionales e internacionales. El trabajo con el que amablemente colabora permite conocernos mejor y al hacerlo, interactuar con también mejores perspectivas de futuro y desarrollo. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
¿MESTIZOS, QUECHUAS O AYMARAS? Dudas y reafirmaciones para una autoidentificación étnico-cultural (*) |
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Enrique Rivera Vela eriveravela@yahoo.es Setiembre, 2008 |
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1. INTRODUCCIÓN 2. CATEGORÍAS ÉTNICO-CULTURALES DE AUTOIDENTIFICACIÓN La población de la ciudad de Puno está conformada, principalmente, por migrantes e hijos de migrantes procedentes de las zonas rurales del departamento, que se instalan en la ciudad con toda su familia y, en otros casos, envían a sus hijos para que sigan estudios superiores en la ciudad, muchos de los cuales, una vez culminado sus estudios, prefieren quedarse en la ciudad, migrar a otra ciudad, y pocas veces regresar a sus lares de origen. Pero a la vez un buen número de población puneña, según los datos de los dos últimos censos realizados en el Perú (1981 y 1993), tiende a emigrar a otras ciudades en busca de mejores oportunidades para su desarrollo personal y familiar, de esta manera hacia 1993 los cinco departamentos que han recibido mayor cantidad de migrantes puneños son: Arequipa (27 511), Lima-Callao (18 011), Tacna (9 566), Moquegua (5 579) y Cuzco (5 176). Aunque la presente investigación está referida solamente a la manera como se autoidentifica la población de la ciudad de Puno en la actualidad, es necesario mencionar un artículo escrito por Rodrigo Montoya (1986) en el que presenta un amplio listado de categorías utilizadas por los campesinos y los terratenientes del altiplano peruano y de los andes en general, con las que se perciben recíprocamente; según dicho artículo “Cuando los aymaras del altiplano peruano hablan de sí mismos se llaman qaqe (hombre, gente)” mientras que “Los quechuas se llaman a sí mismos runa, natural”; de otro lado, las categorías utilizadas por los terratenientes para referirse a los campesinos cuando éstos no están presentes son: “indio, cholo, unu qaqe (gente del perro), indígena, aborigen”; y, cuando están frente a ellos los llaman: “hijo, hija, hombrecito, mujercita”. CUADRO Nº 1
Los resultados del cuadro, muestran que del total de encuestados/as, la mitad (50.8%) se autoidentifica como mestizo/a, con el 17.7% se encuentran quienes se autoidentifican como indígena, un 10.8% como indio/a, el 6.9% como criollo/a, sólo el 0.8% como blanca[4]; de otro lado, el 10.0% no se identifica con ningunas de las categorías propuestas, ellos/as prefieren autoidentificarse como cholo/a, campesino/a, andino/a o nativo/a. También se observa que el 3.1%, no se identifica con categoría alguna, pues opinan que ya no se debe hablar de cuestiones raciales “porque todos somos iguales”. La segunda pregunta fue: De las siguientes categorías ¿con cuál de ellas se identifica más? De igual modo que la anterior, también se debía responder el porqué de dicha elección, los resultados se presentan en el cuadro N° 2: CUADRO N° 2
Los resultados de este cuadro, permiten sostener que al menos tres cuartas partes de los entrevistados (76.2%), se autoidentifican con una categoría étnica: el 50.8% como quechua y el 25.4% como aymara; los/las demás optaron por autoidentificarse como indígena (12.3%), o como indio/a (3.8%). Con ninguna de las categorías antes mencionadas el 4.6% y el 3.1% menciona otra categoría (puneño, andina). Comparando ambos cuadros, se observa que la mitad de encuestados se autoperciben como mestizos/as[5]; así mismo se observa, también, que frente a las categorías étnicas, la mayoría prefiere autoidentificarse o como quechua o como aymara, al menos así se puede constatar en algunos de los testimonios recogidos:
En otros testimonios se observa que el mestizaje se da, también, porque uno de los padres es de procedencia aymara y el otro de procedencia quechua; en este caso como en el que le sigue, además de mostrar una autoidentificación como mestizo, lo hacen como indígena:
Al parecer son las mujeres quienes además de considerar la mezcla racial, atribuyen su condición de mestizaje de acuerdo a sus apellidos de origen español, o por pertenecer a familias dueñas de grandes propiedades en la localidad, no obstante, cuando se les formuló la segunda pregunta, hicieron alusión a sus orígenes étnicos:
Recordemos que más de una cuarta parte de encuestados (28.5%) se autoidentifica como indígena (17.7%) o como indio/a (10.8%) en una primera instancia; sin embargo, en la segunda pregunta disminuye al 16.1% quienes aún se autoidentifican como indígena o como indio/a, analicemos las razones. La mayoría de quienes se identifican como indígena hacen alusión a ser descendientes de los habitantes del antiguo Perú: “porque soy descendiente de los Incas” (varón, 35, secundaria, Puno, quechua), idea que varía al presentarle la categoría quechua con la que también se identifica: “porque mis padres fueron quechuistas y hablo quechua”. Un caso similar es el de una mujer de 26 años que se autoidentifica como indígena “porque es en la categoría que han clasificado a los peruanos que son de comunidades o que tienen esa condición”; pero, al presentarle categorías étnicas se encuentra en una disyuntiva por ser hija de padres quechuas y aymaras, por lo que afirma sentirse andina: “Me identifico como andina ya que soy aymara y quechua debido a que mis padres son aymara y quechua, por lo tanto también yo lo soy, sumado a ello la procedencia de mi comunidad” (superior, Arica, castellano). Entre quienes se autoidentifican como indios lo hacen por ser hijos de quechuas y/o aymaras: “porque mi padre y mi madre son indios aymaras de nacimiento“; sin embargo, al leer las categorías étnicas, eligieron una de ellas, en este caso aymara: “porque mi lengua materna es el aymara” (varón 18, superior, Puno, castellano-aymara). De otro lado entre los encuestados con menor nivel de estudios también se observa una mayor identificación con la categoría indio, y en algunos casos, sus respuestas muestran el carácter despectivo del término: “porque somos del campo nos ponen ese apodo”, así mismo se autoidentifica como quechua: “porque somos de esa gente y somos campesinos” (mujer, 54, primaria, Puno, quechua). Entre quienes no se identifican con ninguna de las categorías propuestas (blanco, criollo, mestizo, indio e indígena), indican otra como nativo o campesino, y al presentarle las categorías étnicas, la mayoría prefirió autoidentificarse con una de ellas, este es el caso de un varón de 25 años que se autoidentifica primero como nativo, para luego afirmar ser aymara “porque nací, me crié, vivo y pienso morir por mi nación aymara” (superior, Puno, aymara). En otro caso un encuestado afirma ser campesino: “porque soy descendiente del hombre que vive en el campo, que se dedica a la actividad agrícola, ganadería bajo las diferentes costumbres y tradiciones andinas”, para luego mostrarse como aymara: “porque soy hablante de la lengua aymara y cuasi conocedor de sus costumbres y cultura tradicional “ (varón, 22, superior, Huacullani, aymara). De los pocos casos en el que el/la encuestado/a se autopercibe como criollo/a se debe al hecho de haber vivido una temporada en alguna ciudad de la costa y/o porque uno de sus padres no es natural del departamento de Puno, este es el caso de un varón de 32 años de edad, nacido en Juliaca, él sostiene ser criollo porque “he crecido en la costa“, por ello no se identifica con ninguna categoría étnica, no obstante reconocer que su madre es natural de Puno. Con los resultados de ambos cuadros, además de las conversaciones que se tuvo con personas del lugar, es posible afirmar que desde épocas coloniales, las categorías que ha empleado la sociedad mayor para identificar a las poblaciones del interior del país, sobre todo de la zona de la sierra, son “indio”, “indígena” o “serrano”, categorías que conllevan una fuerte carga peyorativa y discriminatoria; como respuesta de rechazo a dicha categorización, en la actualidad la población de la ciudad de Puno, emplea con mayor frecuencia las categorías étnico-culturales quechua o aymara para autoidentificarse, generándose, de esta manera, un renacer y reafirmación étnico entre la población citadina puneña. 3. ¿MESTIZOS, QUECHUAS O AYMARAS? Dudas y reafirmaciones para una Pero qué es “indio” y qué “indígena” en el Perú, si bien es cierto como señala Albó (1995) “indio” es una categoría socio-étnica utilizada equívocamente por los europeos para nombrar a las poblaciones de los nuevos territorios descubiertos, creyendo que habían llegado a las Indias Orientales, con el pasar de los años se convirtió en una categoría que indicaba inferioridad racial y cultural en relación a “ellos”, idea muy extendida hasta nuestros días. De otro lado, la categoría “indígena” que sirve para referirse a las poblaciones descendientes de los antiguos habitantes que vivían en los territorios invadidos por los europeos, también está cargada de connotaciones despectivas y peyorativas. Ambos categorías con la que los europeos y sus descendientes identificaron a los descendientes de los antiguos pobladores de las tierras que invadieron, fueron construidas bajo la idea de superioridad racial y cultural europea occidental, y plasmadas a través del trato inhumano y la explotación al que fueron sometidas las poblaciones indígenas, nativas u originarias de estas tierras; estas ideas son las que se nos ha impuesto e inculcado de manera oficial, informal y cotidiana, es la idea con la que los peruanos hemos crecido y nos han socializado, de allí la poca identificación que la población suele tener hacia las categorías que delaten ser originario de estas tierras. ¿Y qué con lo quechua y lo aymara? ¿Acaso no son categorías étnicas a las que también se les suele considerar como inferiores? Es cierto que históricamente todos los grupos étnicos minoritarios, luego de la invasión española, fueron considerados como inferiores, idea muy difundida hasta épocas recientes; no obstante, lo que está sucediendo en las últimas décadas es más alentador de lo que se esperaba, como producto de la expansión indiscriminada del sistema capitalista occidental, la globalización del mundo, así como la universalización de nuevas ideas como el respeto a los derechos humanos y a las minorías sociales, hoy en día muchos grupos étnicos, antes invisibivilizados por la sociedad mayor, ahora están siendo visibilizados y, reclaman por el respeto a sus particularidades y que les permitan desarrollarse en este mundo globalizado sin necesidad de asimilarse del todo a las exigencias del mundo capitalista occidental, de allí que en todo el mundo se observa un renacer de las identidades étnicas y culturales de las poblaciones originarias, fenómeno que también empieza a observarse en el Perú. A pesar que las minorías étnicas en el Perú aún no logran tener la representatividad ni la fuerza que sí la tienen sus similares de Bolivia y Ecuador, los esfuerzos que realizan las instituciones que buscan sus reivindicaciones, ya sean ONGs, iglesias, asociaciones conformadas por ellos mismos, instituciones de enseñanza y hasta instituciones estatales como gobiernos regionales, municipios y otros, están permitiendo generar mayor autoestima a través del reconocimiento y/o fortalecimiento de sus identidades culturales; de otro lado, fenómenos como los medios de comunicación, las migraciones, el sistema educativo oficial, la tendencia globalizadora de la cultura occidental, además de los compromisos políticos e intereses particulares en los que se encuentran comprometidos algunos de sus dirigentes, se presentan como perturbadores para el logro de una mayor identificación étnica que les permita emprender proyectos reivindicativos comunes, o la conformación de movimientos étnicos sólidos. Como ya se indicó, en la ciudad de Puno, a pesar que un buen sector de la población se autoidentifica como “mestizo”, es más fuerte la autoidentificación como “quechua” o “aymara”, tal vez por la fuerte presencia de las mencionadas culturas en estos territorios o porque, así lo esperamos, realmente se está generando un renacer y una reafirmación étnico-cultural en su población. De otro lado, en entrevistas informales sostenidas con pobladores de la localidad, y al referirnos a la identidad nacional, la mayoría respondía que más que peruanos se sentían quechuas o aymaras, las razones que daban a tal afirmación, eran por el hecho de haber nacido en estos territorios, por tener como idioma materno una lengua nativa, por haberse criado en un hogar de padres de dicha procedencia y por no sentirse representados por quienes deciden el destino del país. Finalmente, lo que aún no queda claro es si esta fuerte autoidentificación hacia los grupos étnicos de procedencia, está motivado por una tendencia universal, por el contexto en el que viven y porque se está generando un verdadero sentir étnico, pues aunque me falta información para comprobar el siguiente supuesto, se tiene conocimiento que algunos migrantes puneños una vez que logran establecerse en otras ciudades, en el mejor de los casos suelen identificarse como puneños, dejando de lado las categorías étnicas, si es que acaso, no optan por asumir otras identidades regionales ocultando sus orígenes étnicos a través de un blanqueamiento y/o mestizaje, social y cultural. Si ser quechua o aymara, es percibido como algo natural en la ciudad y en el departamento de Puno, en la percepción de muchos pobladores de la sociedad mayor, sobre todo en las ciudades de la costa y en la capital de la república, ser puneño o de otra región de la sierra peruana, así como ser quechua o aymara, es ser indio, indígena o serrano con toda la carga discriminatoria que los términos conllevan. BIBLIOGRAFÍA ALBÓ, Xavier
DEGROGORI, Carlos Iván
FUENZALIDA, Fernando
JACOB, Jean-Pierre
GRANADOS, Manuel
MANRIQUE, Nelson
MONTOYA, Rodrigo
NOTAS: (*) Trabajo presentado en la XXI Reunión Anual de Etnología - 2007. Museo Nacional de Etnología y Folklore (MUSEF) de Bolivia. Agosto, 2007. [1] La encuesta se realizó en el mes de marzo del 2005, con el apoyo de estudiantes del octavo semestre de la carrera profesional de Antropología de la UNA-Puno, como parte del Seminario de Etnicidad e Identidad impartido en dicho semestre. [2] La encuesta se aplicó a 80 varones y 50 mujeres. Sobre el nivel educativo: 58 varones cuentan con estudios superiores, 21 estudios secundarios y 1 con estudios primarios; entre las 50 mujeres, 37 cuentan con estudios superiores, 9 con estudios secundarios y 4 con estudios primarios. [3] A pesar que esta investigación emplea la categoría étnico-cultural, fue necesario realizar la pregunta con el término “racial”, el mismo que ya no es utilizado por la antropología por su connotación discriminatoria. Si se hubiese empleado la categoría “étnico-cultural”, de seguro hubiese existido mayores confusiones entre los/las encuestados/as. [4] El único caso de autoidentificación como blanco, fue de una mujer de 19 años de edad natural de Puno, con padres de Arequipa y Puno. [5] En el Perú el mestizaje está presente por doquier, no sólo el mestizaje por el cruce de los españoles con los descendientes de los Incas, sino el mestizaje que se ha producido por el cruce de poblaciones de diversos lugares, pues recordemos que además de los descendientes de los pueblos originarios del Perú, la inmigración europea, asiática y africana, ha motivado que en el Perú actual lo “mestizo” sea lo predominante. [6] Para todo los casos, cuando se presentan los testimonio de los/las entrevistados/as, serán identificados/as por género, edad, nivel educativo e idioma materno. |