Fray Alonso Ramos Gavilán, padre agustino, fue uno de los cronistas que se ocupó principalmente de la región del Collao; describe en detalle su topografía, templos y adoratorios del Sol y la Luna, a sus habitantes y sus costumbres. Los agustinos llegaron al virreinato del Perú en 1551 y la HISTORIA DEL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE COPACABANA, de la cual es el autor, fue publicada en Lima en 1621. A manera de aporte para la etnohistoria de Puno, extractamos un capítulo de ésta su crónica, en el que relata el calendario festivo de la época.
 


Capítulo XXIV:


DONDE SE TRATAN COSAS NOTABLES, Y CURIOSAS Y DEL COMPUTO, Y FIESTAS QUE TUVIERON


En: RAMOS GAVILÁN, Alonso
. HISTORIA DEL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE COPACABANA. Lima, Perú: Ignacio PRADO PASTOR. Editor, 1988. 618p. Ilus. [21,8x15cm.] Pp. 147-157

   
 

          Todos los Españoles curiosos, y en particular aquellos que con diligencia singular an gastado algún tiempo, en inquirir antiguallas destos naturales, y del Govierno que en tiempo de su gentilidad tuvieron, an hallado cosas de admiración. Destas notó muchas, y muy singulares el Licenciado Polo, y los Religiosos, y Clérigos, que en la adminis­tración de los Santos Sacramentos se an ocupado, en este nuevo mundo, y gran Pirú. El Concilio provincial que se celebró en Lima, en tiempo que governava Don Martín Enrriquez Visorey, y el santo Arçobispo Don Toribio Alfonso Mogorobejo, averiguaron los señores Obispos, y personas eminentes de todas las Religiones, que los Indios avían tenido repartimientos de tiempos, y su Cómputo, y Calendario, que es una de las más notorias muestras de su ingenio, regíanse por Lunas, y assí vinieron a dividir el año, en doze meses, y venían a dar otros tantos días como los latinos, y común quenta nuestra, y onze días que les venían a sobrar de la suya, los consumían en los mismos meses.

          Dio principio a su Calendario el mes de Diziembre, al qual pusieron por nombre Capacrayme; (que es como dixeran fiesta rica, y principal) porque en este mes se hazian grandes sacrificios en honra del Sol, del rayo, y truenos, y ofrecían gran suma de carneros, y corderos, quemándolos delante de sus ídolos, con leña labrada, y olorosa, ofrecían al Sol mucha plata, y oro, y los que en semejante solenidad no ofrecían algo, quedavan como corridos, y avergonçados. En el lugar del sacrificio ponían las tres estatuas del Sol, muy parecidas las unas a las otras, y las tres del trueno, porque el demonio todo quanto pudo hurtar de la verdad para sus mentiras, y engaños lo hizo; y assí les quiso a su modo dar a entender que avía trinidad, pero como Dios sabe lastimarle con sus propias armas, y vencerle con sus mismas estrategemas, de ay quiso que tomassen los Indios, indicación para no tener el misterio de la Trinidad por impossible. David juzgó por la mejor espada la que avía sido de Golias. Y Judas Macabeo, peleó toda su vida con la que avía quitado a su enemigo. Que no hay tan sabroso vencer, como rendir al contrario con sus mismas armas; y agora entiendo yo la traça de aver con Agustino, tan grande favor de herejes degollado la heregía; porque el demonio quedasse más corrido, viendo que bolviéndola contra él le atravessavan con su saeta. Y esso fue hazer que Pablo fuesse el muro de la Iglesia, siendo antes quien la desmantelava. Y un árbol determinó Dios fuesse nuestro reparo, en el mismo punto que en árbol perdimos la vida. Que assí entiendo yo el (Tunc) que la Iglesia canta. Ipse lignum tunc notavít, damna lígni ut solveret. Y fue conveniente assí, porque el mismo instrumento de nuestros mayores daños, fuesse el obrador de nuestros más crecidos bienes, y assí el embeleço con que el demonio quiso introduzir, entre estos miserables Indios una Trinidad fingida, gustó Dios que sirviesse para hazer más creíble la Trinidad verdadera.

          En la Provincia de los Charcas, en tiempos passados cierto Visitador, hizo una información en que averiguó, que los Indios tenían un ídolo llamado Tangatanga, del qual dezían que en uno eran tres, y en tres uno, desto haze mención el padre Acosta en su libro. Al mismo modo en la isla Titicaca, a donde esta va el principal templo del Sol, tenía tres estatuas, introduziendo el demonio trinidad, nombrávanlas por aquestos nombres, Apuynti, Churipynti, Intip guauqui, que quiere dezir el padre, y señor Sol, el hijo Sol, y el hermano Sol. Afirmando que era un solo Dios. Lo mismo afírmavan del trueno, diziendo que presidía en la región del ayre, que causava los aguaceros, y nieves.

          Por aqueste mes los Indios por sus parcialidades, juntavan en Copacabana cerca de la laguna, en una plaça grande todos los carneros, y corderos que avían de ofrecer en sacrificio en la isla, y al son de sus flautas, y adufes, poniéndoles unas borlas de muchos colores a todos, con gran gusto, y regocijo los llevavan a la isla, donde de muy ricos, y vistosos cumbis cubrían la peña, (adoratorio del Sol), y a prima noche encendían una gran hoguera, que imitavan luego las demás islas, porque los moradores dellas viendo los humos, y fuegos, seguían a la que tenían por cabeça. Otro día siguiente se hazía el sacrificio, de los carneros, y corderos; también se sacrificavan, muchos niños inocentes, y con la sangre de ellos rociavan la peña del adoratorio. Estava cubierta con planchas de oro, y plata, porque con los rayos del Sol reverberava tanto la peña dixeron los Indios, que no passava pájaro ninguno por junto a ella, sino es que por arte, y orden del demonio huyessen las aves de aquel lugar.

          En estas fiestas de Capacrayme, que siempre se hazían por Diziembre, el Inga, o sus Governadores armavan cavalleros a los moços, que en los juegos olímpicos se avían señalado, y a todos los hijos de los nobles del Reyno, les dava insignias de nobles vistiéndolos de camisetas, y mantas curiosas de cumbi, y en la cabeça les ponían (a un lado) una manera de borla, y el Inga (si se hallava presente, y sino sus Governadores) les hazían una plática, animándoles a que fuessen briosos, y se señalassen en las guerras, pues la nobleza los diferenciava de los plebeyos. Poníanles entonces unos pañetes (que llaman guaras) como si dixéramos calçones, y a esta cerimonia llamavan Guarachico, eran grandes los bayles que usavan, y antes de la fiesta, o bayle açotavan en los pies, braços a los nuevos cavalleros, y con su propia sangre les ungían el rostro, todo para dalles a entender que en servicio del Inga, si necessario fuesse, avían de derramar su sangre. A estas fiestas no acudía ninguna colla, pero después se les dava licencia para poder entrar, dándoles a comer de unos bollos, amasados con sangre de los animales, que se ofrecían en sacrificio. A estos bollos llamavan, y oy día llaman sanco, eran de mayz blanco, todo encaminado a dar a entender, que avían de guardar lealtad, y fidelidad al Inga; y que por a verse de hallar a semejantes fiestas, avían de estar limpios, que hasta el padre de la mentira, quiere dar a entender, no se paga de fiestas donde los coraçones están inmundos. Desto trata bien difusamente el Profeta Isaías. Calendas vestras, el solemnitates vestras, odivit anima mea 107. En gran enfado le entra despertando su ira, las fiestas que por solo regosijo particular sin atención al culto y honra divina se hazen.

          Al segundo mes, (que según su quenta) era Enero, llamavan Camay, era dedicado al supremo Dios, a quien nombravan Viracocha, usavan casi de los mismos sacrificios, solamente se diferenciavan de los demás meses, porque en éste recogían todas las cenizas de los animales que quemavan, y llevándolas a los arroyos, y ríos, las entregavan a su corriente, yvan tres, o quatro leguas, acompañándolas con muchas vozes, y alaridos, pidiendo a las aguas fuessen hazer depósito de aquellas cenizas en el mar, porque allí las avia de recebir el Viracocha, en cuya honra hazían aquel servivicio. También echavan por los ríos, y arroyos alguna sangre de animales, chicha, y comida, pareciéndoles con aquesta cerimonia, serían fértiles los años, y su Dios muy propicio.

          Al mes de Febrero llamavan Atumpocoy, sacrificavan cien carneros bermejos, regando las cenizas con mucha chicha, éste era el mes, quando sacavan a las donzellas a plaça pública donde las peinavan, y componían, para dar a entender era llegado el tiempo en que se avían de casar.

          Al mes de Março nombravan Pachapocoy, sacrificavan cien carneros negros, y con la sangre dellos regavan el suelo donde estava el ídolo, a quien se hazía el sacrificio.

          El mes de Abril tenía el nombre de Atiguayquin, ofrecían cien carneros listados, (que llaman moromoros) y con la sangre de ellos, regavan el adoratorio del Sol, ofreciendo muchas riquezas, assí de oro, como de plata, conchas, y mucha plumería de pájaros diversos, y muy vistosos. Ofrecían mucha coca y en todos los sacrificios que hazían al Sol, era costumbre poner muy ricas, y vistosas telas de cumbi, sobre el adoratorio del Sol, los que al sacrificio acudían, yvan con muestras, y señales de devoción, por el silencio que guardavan. Los animales que avían de ser ofrecidos, estavan adornados con rosas de varios colores.

          Al mes de Mayo, significavan con nombre de Atuncusqui, Aymoray, sacrificavan en él cien carneros de todos colores, y eran grandes los ritos, y cerimonias de que usavan, demasiándose los bayles, porque en aqueste tiempo era costumbre llevar a sus casas el mayz, que avían cogido de sus sementeras. En sus cantos (como si el mayz fuera cosa viva, y animada) hablavan con él, pidiéndole no se les acábasse. Y para esta cerimonia, escogían en la misma chácara algún mayz señalado, y poniéndole en una pirua, o troje, usavan de ciertas supersticiones, y tres noches continuas le velavan, al cabo de ellas cubrían la pirua, y como a cosa divina la reverenciavan, creyendo aquesta bárbara gente que tiesta suerte, se dava, y conservava el mayz. Donde avía copia de hechizeros, se juntavan en las casas principales de los Indios de más caudal donde usavan de sus cerimonias, invocando al demonio para que les declarasse, si aquel mayz tenía fuerça para el subsequente año, y como estava tan apoderado dellos, algunas vezes les respondía de la misma troje, diziéndoles que no, entonces cada uno, con la solenidad que podía, bolvía al lugar donde se avía cogido el mayz, y lo sacrificava al fuego, tornando de nuevo con otros cantos, y bayles, a encerrar en sus graneros el mayz, que avía de servir para semilla el siguiente año, y bolvían a consultar los agoreros, si sería bueno para guardar, y hasta que a gusto hallavan respuesta, no descansavan. A estas fiestas llamavan Aymoray, y en muchas partes del Pirú dura entre los Indios hazer algunas cerimonias destas, ocultamente.

          Aunque es verdad, en este pueblo de Copacabana, Pomata, Juli, y otros que están muy conjuntos a este santuario, an cessado aquestos ritos, respeto de la Virgen, que con sus continuos milagros, les a abierto los ojos, que tan ciegos se los tenía la Idolatría.

          En la confirmación desto que voy diziendo, quiero poner lo que vi por el mes de Mayo de 1618, que del pueblo de Pomata, dotrina de los padres del gloriosso santo Domingo, vino una India vieja, a que le dixessen una missa de nuestra señora, en ésta su santa casa en hazimiento de gracias, por la buena cosecha que le avía dado Dios, por intercessión de la Virgen su madre, a la qual se avían encomendado, señales manifiestas de que ya conocen la verdad, y el error en que avían estado sus antepassados.

          Al séptimo mes, que corresponde a nuestro Junio, llamavan Aucaycusqui Intirayme. Era general en todos el regozijo, que en este mes avía, por ser muy señalada. Aquesta fiesta era una de las solenes del Sol, sacrificavan cien carneros guanacos, hazíanse gran suma de estatuías, de leña de quinua labrada a su uso, y adornávanlas con muy ricas vestiduras, y hazían un bayle llamado cayo, estendiendo por los caminos por donde passavan, muchas flores. Vestíanse los Indios las más curiosas ropas, y por el consiguiente las mugeres, y casi todos se afeytavan, y la gente principal se ponía, unas patenas de oro en la barba, y todos yvan desta manera al adoratorio del Sol, a ofrecer sus sacrificios. Llevavan a compás de grandes bayles, y regozijos, los animales que se avían de ofrecer, que yvan con muchas borlas, y los rostros embijados, teñidos de rojo. La peña del adoratorio, se adornava con admirable artificio, y curiosidad. Por este tiempo usavan de grandes invenciones, y conforme los oficios en que se ocupavan, assí ordenavan sus bayles, que con apariencias, y rudas invenciones a su modo dezían aquellos en que se ocupavan. Los pastores baylavan de una manera, los guerreros de otra, y los Ingas de otra, y cada nación en sus bayles se diferenciava de las otras. Era grande la embriaguez porque avía licencia general para bever.

          A todos los padres de los niños, que avían de ser sacrificados en la isla, los festejavan primero como a personas que avían merecido ofrecer sus hijos al Sol. A los niños porque no sintíessen dolor en la muerte, los privavan de juyzio, adurmiendo sus sentidos con la chicha, que les hazian bever, y quando era llegada la hora del sacrificio, les escondían en la boca un gran puño de coca molida, con que los ahogavan, y con unas lancetas de un súbtil pedernal les sacavan sangre, con que rociavan la peña del adoratorio, y los sacerdotes se teñían el rostro.

          Esta fiesta de intirayme, celebravan casi por el mismo tiempo, que nosotros celebramos la del CORPUS CHRISTI e informados los señores Obispos, de los ritos, y cerimonias que por entonces usavan, con título, y ocasión de celebrar nuestro sacro santo martirio, quitaron muchas cosas, dexándoles solamente los bayles por ser regozijo, prohibiéndoles los cantares antiguos. El Rerevendíssimo señor Don Fray Luis de Oré del orden del Seráphico Padre san Francisco, y Obispo de la Imperial, en el libro que compuso intitulado, símbolo Indiano, traduxo muchos hymnos, y cánticos, para muchas festividades, assí de la Virgen, como del señor, y de santos. Lo mismo an hecho. Religiosos de otras órdenes, y en particular el padre fray Juan Caxica, Religioso de mi sagrada Religión, que con santo zelo del bien de las almas, y conservación destos naturales, compuso muchos cánticos devotos, y muchas oraciones en lengua de ellos. Escrivió aqueste padre, treynta y dos cuerpos de libros, en ellas a dos lenguas, Aymara, y Quichua que en ambas fue excelente, no dexando cosa de las necesarias, para la buena instrución, y enseñanza de los Indios, no se imprimen porque no tiene caudal la Religión, para costear la impressión, (aunque conoce bien para instruyrios son importantíssimos). Con estas cosas an ydo olvidando los cantares en alabança de sus Idolos y aficionándose con extremo, a las cosas de nuestra verdadera Religión.

          Al otavo mes, llamavan Chaguahuarqui, correspondía al de Julio, ofrecían cien carneros oques, (que es color que asimila al de las Viscachas). Las fiestas señaladamente se hazían en honra de la Luna, cuyo templo era muy frequentado.

          Al mes de Agosto nombravan Yapaquis, ofrecían otros cien carneros en sacrificio, y de ordinario era quemándolos, porque este mes invocavan a los ídolos, que tenían en sus chácaras, o heredades, y en honra dellos matavan gran su­ma de cuyes, y los quemavan juntamente con los carneros, y otras ofrendas para que sus Dioses, compadeciéndosse dellos, estorvassen el daño, que el agua, hielo, ayre, y Sol, hazían a sus sembrados.

          Al dézimo mes nombravan Corayme, éste correspondía al de Setiembre, en el qual ofrecían otros cien carneros blancos lanudos, éste era el mes que se hazía, aquella gran fiesta que ellos llaman Situa, en que se congregava todo el pueblo, esperando que saliesse la Luna nueva, y a su despuntar davan grandes alaridos, y hazían lumbres, y corrían, encendiendo unos hachones de ycho, y a vozes dezían baya el mal fuera, dávanse unos a otros con los fuegos, en señal de regózijo, nombravan a este juego Pancunco; bañávanse en esta fiesta en las lagunas, ríos, y fuentes, y después gastavan, quatro días continuos en banquetes, endereçando sus cánticos en loor de sus Dioses, y en particular de la Luna llamándola madre; las Indias preñadas la invocavan, ymitando en esto a los Romanos, de los quales dize el Poeta Cómico, que la veneravan, y que las preñadas la llamavan, unas vezes Juno, otras Lucina. Juno, Lucina, fer opem. A qualquiera eclipse de luna generalmente en todas partes. Indios, e Indias chicos, y grandes, davan muchas vozes, y encendían lumbres a son de sus tambores, llorando la enfermedad que su bárbaro antojo ymaginava en la luna, juzgando de aquel eclipse, la muerte, y fin de aquel Planeta, y para mayor tristeza, y muestra de dolor, y sentimiento cogían los perros, y los açotavan, para que sus audillos hiziessen compañía a sus tristezas, esto noté estando por dotrinante en la Provincia de los Omasayos, en un pueblo llamado Corpaguasi, donde el año de 1616, a los 26 de Agosto, en aquel eclipse general que se vio entre las ocho, o las nueve de la noche, a deshoras oy repicar las campanas, y entendiendo que se quemava alguna casa, salí a ver la lástima, y no hallándola pre­gunté la causa del repique respondióme el Indio que repicava, padre Quillamguañun (que quiere dezir, padre que se muere la luna) entonces advertí lo que tengo referido, de los fuegos, gritería, y aullidos de perros. El día siguiente les prediqué, y di a entender el error en que estavan, que era cosa natural el eclipsarse la luna y que era gravíssimo el pecado, que hazían usando de aquel rito, y cerimonia.

          Al dézimo mes, que correspondía al de Octubre llamavan Omarayme punchayqui, en el qual como en los demás, ofrecían otros cien carneros en sacrificios, y si acaso por este tiempo no llovía, acudían a los más empinados cerros, a los quales también adoravan, invocándolos, y con grandes sumisiones les pedían aguas, viéndose necessitados, y faltos della, usavan de una cerimonia ridicula, y era que en una llanada atavan un carnero negro, y en torno del vertían mucha chicha, y no le davan de comer hasta que lloviesse, y acontecía muchas vezes morirse el carnero, sin que por esso dexassen de persistir en su engaño. También usavan poner sobre unas peñas, unos ydolillos de sapos, y otros animales inmundos, creyendo que con aquesta cerimonia alcanzan la agua que tanto deseavan, esto noté en el pueblo de Corpaguasi (que es un agregado de muchas naciones, y anexos de clérigos, y Religiosos de mi Orden) donde los alcaldes Omasayos (que están sugetos a nuestros Religiosos) prendieron a unos Indios pastores Yanaguaras, porque hallaron que apacentando ganados, tenían en su poder unos Idolillos de barro, y piedras de figuras de sapos, y carneros, y algunas sabandijas, que guardavan en la falda de un cerro. Estos Idolillos vinieron a mi poder, y públicamente los hize quemar, y a los Idólatras castigar, esto fue el año de 1617.

          Al último mes que era el de Noviembre, llamavan Ayamará, el sacrificio era el ordinario de cien carneros, en este mes quando la luna ya avía cobrado tuercas, y era casi llena hazían una fiesta, que era entre ellos muy solene, llamada yturayme, eran grandes los ritos, y cerimonias de que usavan, grandes los bayles, y banquetes, porque por esta luna, era también costumbre armar los muchachos cavalleros, oradándoles las orejas. Hazían los viejos, y muchachos cierto alarde dando muchas bueltas. Ya con el cuy dado de los Sacerdotes, an cessado estos ritos, aunque los Indios pastores en la puna observan los más las tradiciones de los antiguos, pareciéndoles impía cosa olvidarlas, y assí tengo por muy santa la visita que se haze de las punas, quando el zelo de Dios mueve el pecho del dotrinante, desnudándolo de toda codicia, pero como ya la sienten los Indios en quien los va a visitar, redimen sus reprehensiones con dádivas, que suelen derribar muy altas torres, assí lo dio a entender el Poeta Ovidio.

  Muñera credi mihi, plaeant hominesque Deosque
Placatur donís, Júpiter ipse datis.

         Quid faciet sapiens? stultus quoque muñera gaudet Ipse quoque accepto muñere mitis erit.
 

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107   Is 1, 14