La Historia de amor de Ariadna

"Por un cabello solo
el mundo tiene tu cuerpo"
Octavio Paz, Bajo tu clara sombra

Ariadna quería un símbolo de redención para dar paz a su espíritu y sosegar su conciencia, porque su razonamiento era insoportablemente limitado para encontrar la salida del sol y la luna llena en un solo minuto de oscuridad en su alma. Era eso: el día y la noche abrazados en un recuerdo y en una promesa. Y quien quiera destejer lo vivido solo podrá encontrar las cenizas ardientes de un amor imposible y al mismo tiempo totalmente realizado.
Ariadna buscaba ser la luz del sol en su cielo de familiares atolondrados que cultivaban trigo y cebada. Si, así es Puno de extramuros, un paisaje rural tierno pero desesperadamente sencillo. Pero cuando los apus abandonan ala gente empiezan los líos. Así empieza la historia de Ariadna, una chica que un día despertó sobresaltada por los griteríos de los pocos pobladores de ventilla y el llanto de las mujeres. Por primera hubo temblores. El motivo de la caprichosa geología en movimiento fue que nadie pagó la tierra en siete meses, siete días, siete horas y siete minutos.
Ariadna pudo observar como todas las familias del paraje con todos sus lamentos se apresuraban en la búsqueda de Yaitiris y todo tipo de chamanes, nigromantes y aprendices de mago que pudieran hacer la ofrenda y dirigir el pago a la tierra.
La joven muchacha pensaba para sí y, a solas, imaginaba que la Pachamama era coqueta y solo se hacía de rogar con sus creyentes para ver quién podía ofrecer mas, y así repartir su favores; luego, caviló que los apus tutelares de Ventilla eran unos engreídos que sólo buscaban satisfacer sus egos con el desesperado comportamiento sumiso de los humanos. Es obvio que Ariadna no creía en todo lo que decían y que prefería retirarse a Puno a estudiar en su pequeña habitación púrpura, alquilada para poder terminar su carrera de derecho.
El 8 de agosto empezaron los temblores a la dos y siete minutos de la madrugada, un viernes insospechado que todo cambió. Primero todo fue incertidumbre, luego las cosas parecían ténebres, incontrolables y sorprendentes. Ariadna decidió asumir una actitud objetiva y el 11 de agosto pensó que era lo mas razonable asumir la verdad de la existencia de un sueño en la cual la Pachamama y los apus le fueran favorables. Pero, como si entre los dioses existieran secretos eternos no dijo que sabía de su propio secreto y optó por retirarse, esperó hasta el jueves 14 de agosto, cuando terminaron los temblores, para irse a Puno, a soñar que alguna vez pudo ser parte de las mágicas creencias de su Ventilla natal. Dejó que la magia se alejara y se resigno a su habitación púrpura llena de fantasías y de historias del nunca jamás, además de trabajos, tareas, exámenes, separatas y toda esa inconmensurable masa de papel que nos dan en la universidad y pocas veces nos sirve de algo cuando adultos.
Ese jueves mientras iba hacia Puno, andando por caminos ancestrales, ,marcó un dolor intenso en su alma, no pertenecía ni a Puno, ni a Ventilla. Su alma era libre, pero los temblores la habían asustado lo suficiente como para temer la reacción de Dios o de los apus por un mal pensamiento. Se resignó en silencio a hacer lo que debe hacer: cumplir las reglas que la sociedad impone, aunque duela. Y mientras entristecía por haberse dejado llevar por el tiempo, puesto que necesitaba una imagen de madurez para con su mundo universitario, en el cual podía escalar y conseguir algún trabajo después presentándose como alumna excelente...vio que sus pensamientos eran perturbados por un acompañante vestido con un traje blanco. Si, es el mismo - Pensó - es el mismo forastero que cuando despertó en el primer temblor de ese inolvidable 8 de agosto parecía observarla por la ventana, pero se distrajo para ver las estrallas y la noche...ese día le dió paz y ahora seis días después le traía desasosiego.
Mientras en Ventilla cada familia había conseguido hacer su pago, y hacia la noche había una suerte buen augurio en la ceniza blanca que las personas no solo festejaban desde el atardecer, sino que hasta el día siguiente. Solo Ariadna se dejo llevar por conversaciones sencillas sobre el camino, la música, la historia y de pronto ya en Puno, vio como ese extraño de traje blanco había pasado a ser su confesor y su amigo.
Al dia siguiente tuvo la vista de sus padres en breve, resignada a encajar en su nuevo mundo en Puno, por un momento pensó: Es triste que tanta gente pueda ser tan animista en pleno siglo XXI. Sin embargo, compartió la alegría de sus padres que le contaron que la ceniza que había dado la ofrenda a la tierra era la mas blanca del lugar y eso es muchísima suerte. Sus padres se retiraron, pero la imagen de la ceniza blanca sobre el ichu la dejó absorta...y no era para menos, el extraño volvió a aparecer, esta vez pasaja cerca de su casa con su inolvidable atuendo blanco, pero con sus ojos cafés profundos, sinceros pero muy dominantes, irradiaban amor, solo amor. Así pasaron tres semanas entre conversaciones, filosofía de vida, consejos y oraciones disimuladas, sus encuentros ocultos se convirtieron en caminatas públicas. Algunas amigas de Ariadna se alejaron porque les dejo de dar su tiempo y compartir travesuras. El mundo había cambiado para Ariadna cuando este compañero misterioso la esperó un miércoles 3 de setiembre y le dijo que era una chica muy voluble por la cantidad de amigos a quienes sonreía y que definiera si realmente siente algo por él. Ariadna cerró los ojos y reconoció que lo había amado desde la primera vez que lo vio, así el mundo cambio de forma y sentido. Su nuevo enamorado construyó una semana para ella. Lunes de cafecito, martes de fiesta, miércoles de luna de miel, jueves de ansias, viernes de besos, sábados de más amor, y el tiempo paso raudamente por las alas de sus corazones.
Ariadna estaba embarazada y era un absoluto escándalo para una chica tan estudiosa. Ella lo miró al saberlo y no pudo contener unas ganas de besarlo al ver sus ojos, es como si lo conociera de antes que naciera. Era su sueño y su ideal Ariadna que se había enamorado, que no importaba pagar la tierra si no se creía, en Dios. Que no se podían parar temblores, sino se creía en la tierra. Que los seres humanos no puedan seguir su camino solos, sino tiene la ayuda divina al lado. Que los Apus , donde quiera que se encuentren, son una especie de ángeles que cuidan de la tierra y sus rincones. Sin embargo, en una adolescente, a veces pesa más la belleza que la fe, y así absolutamente embelesada por la sabiduría del Joven decido preguntar su nombre y el dijo solamente "Soy Angel".
Solo quiso saber eso sin explicar porque se había aparecido en su vida, pero los jóvenes, bien sabemos son poco cuidadosos del antes y del después, hasta que esa noche de regreso a Ventilla. Su tiempo se acababa y tenia que volver a la realidad. Al amanecer de un lunes, era difícil explicar pero Ariadna con su intuición de mujer, le dijo, se que estoy embarazada, se que te iras algún día, se que no te olvidare nunca, dime que hago de regreso a mi casa. El joven, inmutable miro hacia atrás, le dijo: yo lo he perdido todo por amor, yo lo he dado todo por amor, no sólo te he ganado, sino a la luz que hay en ti, pero para no perder mis alas durante mucho tiempo solo cuidaré de ti como un fantasma...
Ariadna quería un símbolo de redención para dar paz a su espíritu y sosegar su conciencia, porque su razonamiento ira insoportablemente limitado para encontrar la salida del sol y la luna llena en un solo minuto de oscuridad en su alma. Su pancita crecía candorosamente, pero no sabía que apellido ponerle al hijo de un ángel. Y así pasaron los meses hasta que el niño nació y preguntó a sus padres "¿pueden creer que es verdad lo que les conté ahora? ¿pueden ver la alas de este bebito que ha crecido en mi tan fuerte y tan grande?"
Cuando el niño nació, no lloró. Era el fruto puro del amor y de la inocencia. Y apenas pudo desplegar sus alas, salió al patio de la casa y entre el llanto de Ariadna sonrió para volar tan alto para alcanzar a su padre en el cielo azul de Ventilla, un día que nadie comenta por que en Puno, todavía no creen que los ángeles existen y prefieren crear historias de Karisiris que se llevaron el niño y lo mataron para sacarle su grasa.

Puno, setiembre del 2003.
JESÚS RAFAEL VALLENAS GAONA. Puno, 1968