Justino, su hermano menor, asumió el reto y desde su quehacer, entrega esta su ponenecia y lo hace con el amor por su terruño pero también en homenaje a Domingo, al cual esta página se aúna con mucha satisfacción y orgullo. ¡ Gracias Justino ! |
“Los andinos no son originarios de la India. Si los llamados expertos de ciencias sociales continúan con el error histórico de Colón están equivocados y desacreditan a la llamada ciencia. La ciencia en sí, verifica, coteja, examina, las realidades en su contexto y rectifica las falsedades. El flagrante error fue para el confundido Colón y no puede oficializar las ciencias sociales esa falsedad, a no ser que promuevan ignorancia y falsedades. Ya basta mencionar a otro error garrafal de los invasores de llamar a nuestro país con un vocablo caribe, sobre este asunto el historiador Raúl Porras Barrenechea protestó y lo puso en evidencia y ningún experto salió a la palestra. De igual modo ocurrió con nuestra región, su nombre fue fabricado por los extranjeros de la era colonial, las mayorías subyugadas no tuvieron ni voz ni voto para reclamar el verdadero nombre de su región, ni de su patria, ni de su lengua, ni menos del continente.” Diario Los Andes, Carta al Director (opinión): Puno, 20 de Enero, 2009 |
EL AUTOR Justino Llanque Chana nació en la villa de Suqa-Acora en el Perú. Realizó estudios en la Universidad Nacional del Cusco y Normal San Juan Bosco de Salcedo, ambos en Perú. Hizo estudios graduados en los EE.UU. en Antropología Lingüística y bibliotecología en la University of Florida y Florida State University, respectivamente. También, hizo estudios graduados en administración educativa en Andrews University en Berrien Springs, Michigan. Es miembro de la Academia Peruana de la Lengua Aymara (APLA), institución que promueve el desarrollo de la literatura Aymara y la concientización de la identidad Andina. Más sobre el Proyecto Aymara En la 56th Conferencia Anual del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Florida, EE.UU., 14-15 febrero de 2007, se hizo el anunció acerca de un programa de la lengua Aymara en el Internet, con el título de: “La Importancia de la Lengua Aymara en el Internet” OTRAS ENTRADAS |
El objetivo del presente estudio es analizar las evidencias lingüístico-históricas del Jaqi-Aru como lengua de la cultura Wari. Este estudio, a su vez, contribuye a delinear la evolución cultural andina, ubicando a la cultura Wari en el mapa geográfico e histórico del mundo andino. Antes de la llegada de los españoles, en 1532, la región de los Andes estaba dominada lingüísticamente por lenguas mayores como Qhichua (Runa Simi), Aymara (Jaqi-aru) y Puquina. Estas lenguas eran los medios de comunicación más divulgados, inclusive antes del advenimiento del Imperio Inca (Torero 1974). Según las investigaciones lingüísticas de M. J. Hardman (2001), las lenguas de la familia Jaqi‑aru dominaron en los Andes entre los años 400 hasta 800 de nuestra era. Incluimos los siguientes datos cronológicos en este estudio para ubicar y resaltar la identidad lingüística de la cultura Wari, debido a las ligazones históricas de la lengua Aymara con esa cultura.
En general, los historiadores, lingüistas y arqueólogos apuntan sobre este tema en la misma dirección; es decir, que la cultura Wari se desarrolló entre 600 y 1200 DC y que tenía por lengua una de las variedades de la familia Jaqi‑aru. Es de notar que en la actualidad los nativos hablantes aún designan a su lengua como Jaqi-aru en vez de Aymara. Entre los investigadores, tenemos a los arqueólogos peruanos Julio C. Tello y Mejía Xesspe, quienes tenían conocimiento de esas lenguas. Otros investigadores también indican que la existencia actual de las lenguas Jaqi-aru verifica dichas aseveraciones; entre ellos tenemos el arqueólogo alemán Max Uhle, la etnohistoriadora Helaine Silverman, la lingüista M.J. Hardman y el arqueólogo Mike Moseley. Sin embargo, el etnohistoriador Gary Urton es quién revela con documentos históricos mayores detalles sobre la cultura Wari. En el Archivo de la Nación (Lima), Urton encontró la Visita de Acari (1593) donde se incluyen los títulos del valle de Nasca, memorias de compra y venta, entre otros. En estos documentos consta que la propiedad de esas tierras era dual a la manera tradicional andina. Los curacas principales Don García Nanasca y Don Francisco Ilimanga eran herederos y propietarios tradicionales del valle de Nasca (Urton 1990). Urton descifra también muchos datos históricos del valle de Nasca, tales como la organización social del valle, los nombres geográficos o topónimos y en especial los nombres patronímicos (genealogía). En este aspecto el documento especifica los ayllus (comunidades) con topónimos y patronímicos Jaqi-aru que hoy se usan regularmente, tales como: Jaqui (Jaqi), del ayllu Hakari (Jaqiri), del ayllu Atiquipa, Atico, Collana, Chapara, Molloguaca, Caraville, Ocoña, Tirita, Acopana, Canta, Poromas, Collao, Samancaya, Humana, Achacone, etc. Estos denominativos también servían como nombres geográficos y a su vez como nombres genealógicos, como se usan actualmente. Además, el documento presenta una lista patronímica que especifica a cada individuo por su nombre, tales como: Martín Lucana Chana, Diego Pacari, Domingo Llallichana, Francisco Sulca, Juan Bilca, Marcos Umasi, Pablo Nanacsalla, Catalina Uricuzi, Francisco Jaymalla, entre otros (Urton 1990). Para nuestro estudio, estos documentos y datos históricos son de suma importancia porque demuestran con autenticidad que la cultura Wari tenía como lengua una de las variedades de la familia Jaqi‑aru de la cual el Aymara de hoy es una variedad mayor. Especialmente si nos enfocamos en el contexto lingüístico se constata que en el topónimo/patronímico Nanasca ha ocurrido un metástesis lingüístico (inversión de sílabas)1 que viene a ser el vocablo Nanaksa de la familia Jaqi-aru en el Aymara de hoy. Al examinar la semántica del patronímico Nanaksa (Nanasca) con la caída de la primera sílaba [na] resulta ser el nombre del valle de Nasca actual; pero la semántica original de Nanaksa (Nanasca) permanece: nuestra tierra, nuestra parte, nuestra propiedad y que pertenece a nuestro ayllu (comunidad). El análisis morfológico de Nanaksa [na/nak/sa] nos presenta lo siguiente:
Por otra parte, el nombre Jaqui (Jaqi) es un denominativo Aymara que significa humano. Este vocablo del documento de la visita de Acari es más impactante para nuestro propósito porque además de ser nombre de lugar es patronímico de muchas comunidades (ayllus) andinas de hoy. Este topónimo también lo encontramos actualmente en el departamento de Arequipa, en la provincia de Caraveli (Qarawilli), distrito de Jaqui (Jaqi); y también en el departamento de Apurimac, en la provincia de Cotabambas (Qutapampa), distrito de Haquira (Jaqi/ra).
Asimismo, encontramos este topónimo en la provincia de Anta, departamento de Cusco, como es el caso de Jaquijahuana (Jaqi/qhawa/ña) donde se libró la famosa guerra civil entre los conquistadores. Actualmente, estos patronímicos Wari siguen siendo usados como apellidos, tales como: Jaqi (Humano), y sus derivaciones Jaquiwa, Jaquini, Jaquima, etc. Otro patronímico es el vocablo Aru (lengua) que existe en Aymara de hoy con sus derivaciones Aruni, Arusquipa, Arucutipa, Aruntani, etc. También encontramos el término compuesto Jaqaru (Jaqi‑aru) que significa lengua humana y tiene como derivaciones: Jaqaru, Jaqaruni, Jaqarusi, etc. Como se ha indicado anteriormente, estos topónimos/patronímicos actualmente están dispersados por todos los territorios por donde se desarrolló la cultura Wari. Los ejemplos que anotamos aquí han sido refonemizados en algunos ejemplos porque sufrieron transliteración a través de la historia. Los documentos de La Visita de Atico, La Visita de Arequipa y La Visita de Caraveli en 1549 (Galdos-Rodriguez 1976) entre otros, nos demuestran incuestionablemente la realidad social y lingüística de estas regiones en aquella época. Particularmente La Visita de Acari en 1593 (Urton 1990) verifica que los valles eran organizados como ayllus (comunidades) que tenían conexiones interdependientes con grupos étnicos de Lucanas y Aimaraes específicamente. Además, estas conexiones eran de nivel político y social con otras poblaciones de los Andes centrales. Más al sur, el Reino Lupaqa estaba organizado de la misma manera. Aquí el vocablo Aymaraes, que está castellanizado con la sílaba final {es}, tiene mucha importancia histórica porque se refiere a lugares geográficos y por su relación con el origen del nombre de la lengua que estamos estudiando. Los datos históricos y los diccionarios de la época nos indican que el término Jayma es definido como trabajo u obra ejecutada en beneficio comunal, para provecho de la comunidad (ayllu) en general. Además, este vocablo Jayma actualmente se usa como el nombre de la lengua (Aymara) agregándose con el sufijo distributivo/plural de [-ra], como el caso de waylla/ra (waylla en serie). Anoto aquí que la pérdida de la consonante velar fricativo inicial [j] es común en la lengua Aymara de hoy (Ayma en vez de Jayma) por la influencia de castellano.2 El sufijo [-ra] denota el morfema distributivo y plural en serie. En este sentido, interpretamos que los pobladores de la región de Aymaraes originalmente eran pobladores dedicados a trabajos en tierras comunales, en beneficio de toda la comunidad, como la construcción de puentes, caminos, canales de irrigación, viviendas, templos, etc., característica cultural del imperio Wari como nos revelan los documentos históricos ya mencionados. Precisamente verificamos estos topónimos en las provincias de Aymaraes, Apurímac, y al borde del río Mala (Aymara) en la provincia de Cañete, Lima, en los territorios del Wari antiguo.
Los cronistas, testigos que siguieron de cerca los acontecimientos de la época de la conquista, nos han dejado documentos fehacientes en relación al Aymara. Entre ellos tenemos a Polo de Ondegardo (Llanque 1974) quien usa por primera vez el término Aymara refiriéndose a la lengua en 1559. También lo hace el cronista Antonio Vásquez de Espinosa en 1630 refiriéndose a ella como segunda lengua principal de los andes centrales (Llanque 1974). Pero el eminente jesuita Ludovico Bertonio es quien describe con abundantes detalles la lengua Aymara (Jaqi‑aru). Su obra Vocabulario de Lengua Aymara impresa en Juli en 1612 es un documento histórico en el que el autor elabora una lista de nombres de regiones de la lengua Aymara (Jaqi‑aru) entre los periodos antes y después de la conquista española. En su dedicatoria, el autor menciona que la nación Aymara estaba conformada de diversas provincias como: Canas, Canchis, Pacajes, Carancas, Quillaguas, Charkas, etc. En el caso de las provincias peruanas de Canas y Canchis, a pesar de ser de origen de habla Jaqi‑aru, ésta fue desplazada por la lengua Qhichua (Runa-simi) en los últimos siglos de periodo colonial. Por otro lado, el jesuita Bertonio especifica las lenguas como Aru, o sea lengua o habla; así dice “Castilla Aru, Roma Aruni” (Bertonio 1612 [facsímile 1984]). Las visitas coloniales son otros documentos que aclaran muchas dudas sobre este periodo histórico. En especial, las visitas de Chucuito, Huánuco, Acarí, Ica y Arequipa son para nuestro estudio de gran importancia porque por medio de ellas podemos interpretar la situación socio-económica, cultural y lingüística, durante el último periodo Inca y las primeras décadas de la conquista. En este sentido, tenemos al etnohistoriador John V. Murra, quien interpreta el documento La Visita Hecha a la Provincia de Chucuito por Garci Diez de San Miguiel en el año 1567 (Murra 1975). En su obra, Murra describe el control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas; específicamente sobre la economía pastoril, de los tejidos, la agricultura, y las autoridades étnicas tradicionales de aquel tiempo. También, Murra comenta sobre otro documento El Padrón de los Mil Indios Ricos de la Provincia de Chucuito en el año 1574 hecho por Frey Pedro Gutierrez Flores. Estos documentos evidencian la interconexión de los valles costeros y las sociedades alto-andinas, para aprovechar al máximo los recursos naturales, tales como agua, tierra y alimentos. Estos documentos demuestran también interdependencia entre las diferentes regiones andinas como son los valles de la costa del Pacífico y las regiones de la ceja de la selva con las sociedades alto-andinas. Evidentemente aquí tenemos las pruebas históricas de las tradiciones sociopolíticas de la cultura Wari, que fueron los mejores exponentes de la armonía político, social, ambiental y económica andina. En términos lingüísticos, esta armonía también tuvo lugar desde tiempos del horizonte medio de la cronología andina hasta el advenimiento de la sociedad Inca, como lo anota el arqueólogo Mike Moseley (2001). Para nuestro propósito, el documento histórico de La Visita de Chucuito de 1564 nos ha verificado que estos reinos fueron – y todavía son – de habla Aymara (Jaqi‑aru). En este mismo territorio (Chucuito, Juli) se escribió la primera gramática y vocabulario de la lengua Aymara por Bertonio en 1612. Además, los cronistas nativos también revelan el panorama sociolingüístico de aquellos tiempos. Entre ellos tenemos a los cronistas Guaman Poma de Ayala y Santa Cruz Pachacuti Yamqui Sallcamayhua, entre fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. Guaman Poma, en su crónica Nueva Coronica y Buen Gobierno (Urbano y Sánchez 1992) incluye textos Qhichua, Aymara y Castellano. Estos textos narran en detalle las actividades de los colonizadores españoles entre los pobladores andinos subyugados. Para la elaboración de este documento, Guaman Poma recorrió por muchos años todos los pueblos andinos como intérprete y llegó hasta Potosí (hoy en Bolivia) en su peregrinaje. Guaman Poma era producto de aquel tiempo histórico donde las lenguas se intersectaban armónicamente y, por eso, no era ajeno a esa realidad lingüística en la cual él mismo resultó ser hablante de tres lenguas: Qhichua, Aymara y Español (Ferrel 1996). Los escritos del cronista claramente nos indican que las actuales provincias de Lucanas, Parinacochas, Coracora y los departamentos actuales de Ayacucho y Apurímac eran de habla Jaqi‑aru. El lingüista Rodolfo Cerrón-Palomino también verifica que las regiones de Ayacucho, Cusco, Apurímac y otros, eran todavía territorios de lengua Aymara hacia los fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII (Cerrón-Palomino 1998). Otro cronista andino, Santa Cruz Pachacuti Yamqui Sallcamaygua, confiesa ser de “Anan y Urin Guaygua de Canas y Canchis de Orcusuyos” (actual provincia de Urcos del departamento de Cusco). Este territorio pertenecía a la región de Collasuyo de habla Aymara como lo testifica el jesuita Bertonio en su dedicatoria del Vocabulario de la Lengua Aymara en 1612. Pachacuti Yamqui Sallcamaygua es todavía Aymara hablante, en el siglo XVI, cuando la lengua Qhichua (Runa Simi) empieza a difundirse (a causa de los conquista española) y comienza a desplazar el Aymara (Jaqi‑aru) entre los siglos XVI y XVII aproximadamente (Torero 1974). Este mismo cronista es quien dibuja el templo de Coricancha en su obra Historia de los Incas, la que anónimamente fue titulada Relación de Antiguidades Desde Reyno del Peru (Urbano 1992); en su obra expone imágenes abundantemente representativas de las culturas y religiones andinas y lenguas (Qhichua, Aymara y castellano). Finalmente, contamos con otra evidencia histórica que el Aymara (Jaqi-aru) se hablaba en los andes centrales y hasta en cortes incaicas al examinar el Cantar de los Incas del Cusco recogido por el cronista Juan de Betanzos (1551). Este cantar también es titulado como El Cantar de Inca Yupanqui y La Lengua Secreta de Los Incas. Este documento había sido explicado e interpretado por varios autores sin mucho éxito. Posteriormente ha sido analizado minuciosamente por el lingüista Rodolfo Cerrón-Palomino, quien lo explica fonológica y morfológicamente y lo ubica en el contexto histórico y social de la época. Después de revisar la estructura morfológica, fonológica y semántica de las lenguas Qhichua y Puquina, Cerrón-Palomino determina que El Cantar del Inca Yupanqui y La Lengua Secreta de Los Incas habría sido una variedad del actual Aymara, con trazos Puquinas. A continuación presentamos el texto del cantar analizado (Cerrón-Palomino 1998).
El autor hace énfasis en que la lengua Aymara es una lengua pan-andina y pre-Qhichua en los Andes centrales de los siglos XVI y XVII y además agrega que dicho texto es de perfecto cuño Aymara, como se descubre al desatar su estructura lingüística. Inclusive agrega que el topónimo Qosqo (Qusqu) (hoy Cusco) es de raíz Aymara. Como se ha mencionado anteriormente, la lengua Aymara (Jaqi‑aru) dominaba todavía los Andes centrales en los siglos XVI y comienzos del siglo XVII para luego ceder su predominancia al Qhichua. Es recién con el penúltimo Inca, Wayna Cápac, que el Qhichua pasaría a ser la lengua administrativa del imperio Inca. De este modo, los Incas antiguos tenían una variedad de la lengua Jaqi-aru como vehículo de la administración oficial en los periodos iniciales del imperio, como indican los documentos. Hasta aquí hemos podido presentar y demostrar con pruebas fehacientes que la lengua Aymara (Jaqi‑aru) ha jugado un papel importante en la historia general de los Andes. Hoy, después de más de cinco siglos de perseverancia lingüística, aún sobreviven otras lenguas de esta misma familia lingüística como es el Kawki y el Jaqaru (Jaqi-aru). Estas lenguas son habladas actualmente en la provincia de Yauyos, departamento de Lima, que sin duda estuvieron conectadas en el periodo del Imperio Wari. Estas lenguas son importantes legados culturales de los antepasados andinos y testimonios vivos de la identidad cultural andina. A pesar de las fuerzas foráneas y alienantes que se cernieron sobre la consciencia cultural de sus hablantes durante muchos siglos, actualmente el Aymara es todavía la lengua de alrededor de tres millones de habitantes repartidos entre las repúblicas de Chile, Bolivia y Perú. Las campañas de escolarización, alfabetización, castellanización y catequización han sido los instrumentos más perjudiciales para la conservación de las lenguas andinas. Por ejemplo, hoy tenemos al Kawki y el Jaqaru en vías de extinción. En este sentido, los programas y proyectos de educación han sido instrumentos de destrucción lingüística y cultural de sus hablantes, ejercidos desde las instituciones oficiales como las escuelas, colegios, núcleos escolares campesinos, etc. Estas instituciones oficiales generaron la alineación cultural, lingüística y social en todos los ámbitos de la vida andina. Los expertos en esta materia han vertido sus opiniones sobre este problema socio-cultural y lingüístico. La verdadera educación hace consciente de su realidad a los miembros de la comunidad y compromete a dignificar sus valores culturales, generando una mentalidad de personas seguras de sus tradiciones y de todo su acervo cultural, con una visión integral y coherente de su región, del país y del mundo (INIDE 1972). Las políticas educativas en los países andinos siempre se han orientado a la erradicación de las lenguas y culturas nativas, justificando tales políticas en pro de la unidad nacional. Sin duda, los siglos de colonización, explotación, subyugación y discriminación han sido los peores periodos para las lenguas y culturas nativas. Frente a esta realidad, estos pueblos han optado por la convivencia pacífica, aceptando las imposiciones foráneas y arbitrarias para sobrevivir cultural y lingüísticamente hasta nuestros días. Frente a la encrucijada que atraviesan las lenguas y culturas andinas, sus líderes a propósito ya se han manifestado a través de la historia por la reivindicación cultural y social como una nación consciente y orgullosa de sus valores culturales andinos. Las rebeliones de Tupak Amaru y de Tupak Katari del siglo XVIII y los levantamientos Aymaras en el siglo XIX en los pueblos andinos de Wanchu-Huancane, Willkas, Pumata, Quiñuani y Llallagua son manifestaciones latentes en una y otra época, reclamando su liberación, derechos, y justicia para participar y alcanzar su definitiva redención con el fin de autodeterminarse como nación. En la actualidad, los proyectos de promociones sociales, los planes y programas de educación bilingües no toman en cuenta las características culturales, lingüísticas y sociales de las naciones nativas que conforman las sociedades andinas. Los movimientos sociales y políticos que conmueven los países andinos en los últimos tiempos son manifestaciones de clamor para recuperar y reivindicar sus valores culturales que han sido extirpados y destruidos. Las políticas integracionistas de los gobiernos del pasado han llevado al fracaso los programas de castellanización, catequización y modernización, cuyos resultados son y fueron: alienación, domesticación e indoctrinación, en desmedro de las culturas y lenguas nativas de los Andes en particular. La postración y discriminación de las culturas nativas se deben a la ignorancia supina por parte de los gobiernos de turno que implementaron los programas de exclusión y discriminación a las poblaciones nativas andinas. Al respecto ya denunció un líder andino, M. Ch’ila, que el fruto de la Castellanización y colonización, ha violado todos los derechos humanos existidos y por existir. Por esta razón, denunció este líder andino que los programas mencionados son: “antihumanos, antihistóricos y antipatrióticos,” (Grondín 1970). A pesar de la resistencia de los grupos que profesan el racismo y exclusión, hay gobiernos andinos conscientes de las realidades socioculturales y lingüísticas. Estos gobiernos ya han lanzado planes y programas educativos para solucionar algunos de los problemas más urgentes. Uno de esos programas es la educación bilingüe e intercultural en ambientes donde las lenguas nativas siguen siendo usadas. Estos programas, sin duda, facilitarán la promoción, preservación y desarrollo de las lenguas en muchos casos de las mayorías. En el Perú, las poblaciones Aymara hablantes han reivindicado su identidad cultural a nivel de los municipios provinciales y distritales. Después de las elecciones municipales de 2006, se han declarado como bilingües, oficializando el Aymara, además del castellano. En particular, los municipios provinciales de Chucuito, Collao y el municipio distrital de Ácora han declarado el Aymara como lengua oficial de sus jurisdicciones. De esta manera, están recuperando el significado de sus valores culturales ancestrales, de acuerdo con la realidad cultural y lingüística de sus territorios. El país andino de Bolivia ha emprendido planes y programas bilingües que han producido cambios profundos para los pueblos Aymaras, Qhichuas, y Guaranies. El ministro de educación de Bolivia ha anunciado a través de los medios de comunicación en el mes de enero de 2007 que tienen programado el desarrollo dinámico de las lenguas nativas como parte de un programa de descolonización a nivel nacional. Por otro lado, el funcionario Aymara, Donato Gómez, agrega: “Estamos luchando por los derechos legítimos, en este caso la identidad cultural” (Radio Patria-nueva 2007). Recientemente, el actual presidente de Bolivia, Evo Morales, ha anunciado que se crearan universidades dedicadas al estudio de las culturas andinas, incluyendo, con parte de ello, el estudio de las lenguas Aymara, Qhichua, y Guaraní. En este contexto social e histórico, auguramos que la tecnología informativa y otras disciplinas sociales también facilitaran la promoción, preservación y desarrollo de este patrimonio cultural tan rico en la historia social y lingüística andina y, por ende, reivindicará el clamor de una identidad cultural y lingüística Aymara que fue postergada durante siglos de subyugación y discriminación social. Referencias Bauer, Brian S., 2004: Ancient Cuzco : Heartland of the Inca, en Joe R. and Teresa Lozano Long Series in Latin American and Latino Art and Culture. Austin:University of Texas Press. Bertonio, Ludovico, 1984 (facsímile de original publicado en 1612): Vocabulario de la lengua aymara, en Serie Documentos Históricos, no. 1. Cochabamba, Bolivia: Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social. Cerrón-Palomino, Rodolfo, 1998: El Cantar de Inca Yupanqui y la Lengua Secreta de los Andes, Revista Andina: v. 16, no.2. Cusco, Perú: Centro de Estudios Rurales Andinos ‘Bartolomé de Las Casas.’ D’Altroy, Terence N., 2002: The Incas, Malden, Mass.: Blackwell Publishers. Ferrel, Marco A, 1996: Textos Aimaras en Guaman Poma, Revista Andina: vol. 14, no.2. Cusco, Perú: Centro de Estudios Rurales Andinos ‘Bartolomé de Las Casas.’ Galdos Rodrigues, Guillermo, 1976, Visita a Atico y Caraveli (1549), Revista del Archivo General de la Nación, v. 4/5. Instituto Nacional de Cultura: Lima, Perú. Grondín, Marcelo, 1970: Nación Aymara, Oruro, Bolivia: INDICEP editores. Hardman, M.J., 2001: Aymara, LINCOM Studies in Native American Linguistics: monograph no. 35. Munchen: LINCOM Europa. INIDE (Instituto Nacional de Investigaciones para el Desarrollo Educativo), 1972: Revista del Maestro Peruano, Educación, Suplemento no. 4. Llanque Chana, Justino, 1974: “Educación y Lengua Aymara,” tesis, Normal Superior de Varones, ‘San Juan Bosco’, Salcedo, Perú. Lumbreras, Luis Guillermo, 2000: Las formas históricas del Perú, IFEA (Institut francais d'etudes andines), editores (Colección Alasitas). Lima, Peru. Lumbreras, Luis Guillermo, 2006: Peru: Art from the Chavin to the Incas. Edited by Patrick Lemasson, Milan: Skira; London: Thames & Hudson (distributors). Moseley, Michael E., 2001, Rev.: The Incas and their ancestors: the Archaeology of Peru. London and New York: Thames & Hudson. Murra, John, 1975: Formaciones económicas y políticas. Instituto de Estudios Peruanos: Lima, Perú. Silverman, Helaine, and Proulx, Donald, 2002: The Nasca, The Peoples of America series. Oxford: Blackwell. 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