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Victoria Wigodzky es licenciada en Relaciones Internacionales
y Francés. Actualmente cursa una maestría en Políticas
Públicas con un enfoque en Política Internacional y Desarrollo,
en la Universidad de Princeton. Estuvo en Puno apoyando programas de
participación ciudadana, gobernabilidad y descentralización.
Ha trabajado en el Programa Latinoamericano del Centro Carter en Atlanta
y en el Diálogo Interamericano, un centro de análisis
político sobre Latinoamérica.
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Ella animó la tertulia del 26 de agosto en torno al tema: Gobernabilidad
y democracia en el contexto actual.
Estuvieron presentes: Damiana Astudillo, René Calderón,
Felipe Gálvez, Mario E. La Riva Málaga, Andrés Llanque
Chana, Ana María Pino Jordán (moderadora), Alberto Quintanilla
Chacón, Mauricio Rodríguez, Víctor Torres, Rafaél
Vallenas Gaona y Ricardo Vega Posada. |
Ideas expresadas por Victoria:
Antes de entrar en el debate, será necesario primeramente abordar
el tema del por qué hablar de gobernabilidad, un término
ambiguo que da para que cada quién tenga su propia definición
y una vez en el poder, la ejerza. Se habla mucho de crisis de gobernabilidad
en toda América Latina y en especial en la región andina
si pensamos en la caída de presidentes que ha sido elegidos democráticamente
en los últimos años con motivos válidos o no. Cada
uno puede tener su opinión, desde Bolivia hasta Ecuador, Argentina
y resulta bastante problemático en términos de gobernabilidad.
Sin embargo, deberíamos pensar mejor en lo que podemos aprender,
lo que significan estas caídas para el desarrollo de nuestros países
y para el futuro de la democracia o lo que entendemos por democracia.
Precisaremos entonces, de lo que se trata con algunos intentos de definición:
* Una primera
podría ser "la capacidad de procesar y aplicar institucionalmente
decisiones políticas sin violentar el marco de derecho en un contexto
de legitimidad democrática".
* Michael Coppedge,
la define como "el marco en el cual la relación entre los
diferentes actores estratégicos está gobernada por fórmulas
estables y mutuamente aceptables."
* También podría
denominarse una buena gobernabilidad a la que nos ayuda a sacar adelante
un proyecto de gobierno, por encima de intereses privados, partidarios
o personales, lo que significa tener una visión compartida de un
país, una región o una comunidad, hacer política
e incidir con lo que uno quiere o piensa, sin bloquear u obstaculizar
innecesariamente. Significa asimismo expresar nuestros derechos de ciudadanía
con actitudes proactivas, con propuestas y alternativas concretas y viables.
En términos de factores que pueden llevar a una buena gobernabilidad,
se necesitan:
- instituciones democráticas,
- partidos políticos,
- organizaciones de base fuertes y transparentes que puedan fiscalizar
y
canalizar ideas alternativas sin obstaculizar o causar parálisis
en el gobierno,
- espacios de concertación y comunicación fluidos y frecuentes
entre el
gobierno y la sociedad civil y dentro del mismo gobierno;
- una ciudadanía informada y consciente de sus derechos y obligaciones,
y al
mismo tiempo, como siempre,
- una clase política con líderes honestos y capaces, comprometidos
con el
desarrollo, la participación, la inclusión,
etc.
Esto no ocurre en nuestros países: ¿por qué no
existen estos factores o por qué son tan débiles?
Es necesario entonces abrir el debate hacia lo que es gobernabilidad,
democracia participativa, democracia representativa, sobretodo porque
llevamos décadas de esta última y hasta ahora no produce
resultados tangibles en la mayoría de la población. P.e.
la empresa Latinobarómetro señala que el apoyo a la democracia
como sistema, en Latinoamérica, fue de un 61% en 1996 y 53% en
el 2004, la indiferencia se expresó con 16% en 1996 y 21% en
el 2004. En el Perú, la preferencia por un sistema democrático
fue de 63% en el 96 y 45% en el 2004.
La preocupación que se plantea es hasta cuándo los ciudadanos
en América latina van a seguir prefiriendo la democracia y cuáles
serían los próximos escenarios en los siguientes años
en el Perú, Puno y Latinoamérica en general y también
podemos intentar sacar lecciones de lo que acaba de ocurrir en Ilave.
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Debate:
Se inició el debate confrontando las generalidades y definiciones
con la diversidad que existe en Latinoamérica en general y el Perú
en particular y la ignorancia que existe desde el poder sobre esta diversidad
cultural sobre todo, so pretexto de la necesidad de integración
nacional.
En ese pretexto, se ubica que los factores para una buena gobernabilidad
no existen en nuestro país y que tampoco hay un equilibrio entre
gobernantes y gobernados, ni eficacia en los gobernantes, ni la legitimidad
que tienen que tener por la crisis de representatividad. También
que la diversidad no ha sido considerada por consiguiente los derechos
son insuficientes; como resultado hay crisis de ciudadanía que
se expresa en indiferencia, en una política del temor y en asumir
determinados acontecimientos como catarsis. En buena cuenta, la crisis
de gobernabilidad esconde el fracaso de los estados y por su lado la
ciudadanía no llega a contar con sistemas para el seguimiento
y supervisión de la gobernabilidad.
La diversidad ha sido excluída, en consecuencia las grandes
mayorías son excluidas y la minoría usufructúa
al estado. Se necesita un nuevo pacto social que corrija esta situación
y que se refleje en una nueva carta política, p.e. que cada región
haga su carta regional que permita luego convergencia desde las regiones
en un acuerdo supraregional. También se debatió el cómo
podría hacerse una descentralización en medio del proceso
de globalización y se mencionaron dos casos: el chileno, que
se implantó desde arriba; y el español que se erige sobre
gobiernos autónomos. Se habló de ampliar los mecanismos
de participación ciudadana y de discutir cuánto poder
se puede dar a las regiones para que sea viable la integración
nacional. Esta viabilidad sería fortalecida si en una nueva constitución
se podría variar el sistema judicial, se le quitaría poder
al gobernante (menos presidencialista que ahora), se modificaría
el sistema tributario y se plantearía la descentralización
en tránsito hacia el federalismo (o lo que se le pareciera).
Se ubicó luego el problema de identidad, o la baja autoestima
cultural que tenemos, que atraviesa toda la problemática de ciudadanía,
gobernabilidad, desarrollo; que logra que distorsionemos objetivos y
nos alienemos con facilidad; el punto es que si no tenemos claro quienes
somos, difícilmente podemos tener claro qué queremos,
qué podemos y hacia dónde vamos. En este marco, se trató
también de la crisis de representatividad y la casi nula construcción
de liderazgo en la juventud (la iglesia ya no juega un rol en este aspecto
y los partidos tampoco).
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Resumiendo, se perciben un conjunto de temas que tendrían que
tratarse:
# El primero,
debería ser el tema de identidad cultural, que atraviesa la
problemática en su conjunto;
# La redefinición
de un marco jurídico que rescate la diversidad cultural del
país;
# La descentralización
basada en las realidades regionales dentro del
contexto nacional es fundamental, tomando en
cuenta lo que se impone
desde fuera pero por sobre todo, tomando en
cuenta su viabilidad y la
diversidad de realidades.
Todos estos temas serían el punto de partida hacia una mayor
gobernabilidad.
Además, estos temas están en manos de individuos y son
ellos los que crean las instituciones. Por tanto es esencial trabajar
con la juventud, con la clase política y con el ciudadano común
y corriente, para exigir que se den estas bases de trabajo y responsabilizarnos
todos por estos temas y no dejar siempre que desde arriba, o el funcionario
público, lo haga, para nosotros después quejarnos, sino
realmente involucrarnos en el día a día de la gobernabilidad.
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