mejor no hablar de la distancia
si todo tiene principio y fin
ni de la delgada línea
que separa el mar del cielo
ni del fino polvo que levanta el
crepúsculo
no mencionar los espejismos
ni los sueños que la memoria
ha traicionado
no pensar en la sutil respiración
con que desaparece el día
una vez más las palabras
vendrán como pájaros a poblar la
tarde
o como nubes o niños
y en cada palabra
niño nube o pájaro
habrá una historia y en cada
historia
un silencio insoportable
un aire inquieto nos envuelve
y amenaza la mirada
arde el tiempo
y se detiene
el peso de un insecto amenaza la
hierba
habíamos jurado, sin decimos
una
palabra, amamos hasta la muerte.
-¡qué
fome! -habría dicho ella
con su tonito chileno
con un gesto se sabe todo
la distancia el sueño la palabra
si uno no tropieza
con su propia sombra
sin silueta ni figura gira
y acaricia habla y brilla
nadie huye del delirio
qué estrella se abre paso en la
tempestad
qué canción desaparece
en el laberinto del piano
qué río no lleva
ruido y tiempo para ofrecer al mar
-una
señal dijo- como el
principio
o el final de algo
asaltar la vigilia
acecharla y revolcarse
la noche es la cueva del ángel
advierte el corazón un juramento
y maldice
y abre sus cuatro paredes
a la temporada prohibida
reclamo de un último sorbo
absurdamente las nuevas voces
claman
para atravesar el hielo
es también un sueño
la distancia es inútil
para la mirada
la hora engaña
detenida como está
probando su propia muerte
lo extraño es el instante
es eternidad
un peso el paso que se detiene
un descanso
es como cerrar una ventana
abandonar la mirada
dejar que el camino llegue a su fin
sin importar la distancia
el tiempo no transcurre
es leve
y sin embargo mata
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