José Luis Velásquez, leyó un poema Rómulo Díaz Dianderas:


MADRE


                                 (con expresión de hondo e inmarcesible afecto
                                  a la memoria de mi idolatrada madre.)

"La alcoba está vacia de tu amor, madre, y dentro de ella ya no existe la luz ni las sonrisas ni el tibio color de tus halagos.......

Cronos, el viejo barrendero de los siglos, pase su espectral sombra en la anchura estancial otrora mullida de nardos y margaritas......hoy triste despojo empolvado de recuerdo.
En frente del lecho que meció mi adolescencia, colgada esté tu imagen venerada dolorosamente velada, diciéndome las congojas que debiste sufrir en el postrer momento de tu partida.....
Ahora son mortecinos fulgores las auroras de ayer. El esquilón de la comarca, anciano amigo de remotas evocaciones, tristemente duerme la quietud noctámbula de las aves agoreras....
Agostada está la cristalina fuente del berro. Las doradas esquilas ya no cabrillean en el prado: enjutos rumiando tristezas, húmedos de lágrimas huyeron al monte becerros y pastores......
       La fría ventiseca de la puna sigue ululando nostalgias por la        desvencijada estada.
       "Argos", mama acclla y el auqui, ya no están, todos
       aprestaron el viaje a poco de tu ausencia.
       Ha quedado solo, Madre, junto al "kolli milenario" que tanto querías, en cuyos membrudos esculpió mi dolor tu sacrosanto nombre y por eso será que solícito me regala la sombra de su fronda, acariciándome con humano afecto.
       Mudo, pero paciente testigo de mi vida, me vio crecer .... crecer tanto a más que él enseñándome a ser fuerte y perseverante, ágil y bueno.
       En las supremas horas de este Día de recordación, Madre, ante ese magnífico altar siempre florido de dulces "kelas" y rojas "kantutas" que tu fé embelleció de pureza incomparable, permite Madre amorosa, que deposite la siempre viva de mis recuerdos, que con el aroma grato de la diminuta "alvia" y la fragante "koa", en festones de albura nívea, lleguen hasta ti cual alados mensajes.
       Mas tarde, cuando se haya extinguido el eco de mis plegarias, brotarán a la vida, Madre, las flores del olvido. Todo habrá acabado: la choza convertida en polvo, seco el lecho del río, yermo el paraje, el negro manto de la noche tendido a los vientos proclamará la muerte, más esa 'divinidad ética' siempre será santuario donde juntos asomaremos nuestro espíritu en una nube de argentados resplandores, o simplemente en el cierzo mañaero de nuestros llanos......
       El "KOLLI" es parte de mi alma, como tú lo eres todo para mi, Madre......
                                                      Titicaca, 11 de mayo da 1936

RÓMULO DÍAZ DIANDERAS.
(Fuente: Diario "EL ECO DE PUNO", lunes 11 de mayo de 1936 N° 12,069. año XXXII, edición de 4 páginas.