I.
Un poema duerme al filo de un lápiz.
Afuera
la noche es un cadáver azul
de donde jamás se han movido
nuestros ojos.
Inútilmente busco un lugar
bajo
el humo de las piedras.
A pesar de este tiempo fuera de tus
huesos, mis ojos
son dos coleópteros ateridos:
mil
noches
sin
dejar la tarde
desde que desaprendió a vivir en silencio
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