Para escribir "café" se necesita
traer a la escritura de regreso.
Huele en cualquier novela -amorosa mejor
o
de misterio-,
lo encuentras en poemas de solitaria estirpe
y en las notas que al margen
escribe el dramaturgo.
No hay mucho qué escribir
Sólo basta probarlo y aparece
la rueda giratoria del recuerdo:
mi infancia
rodeada de cafetos en la hacienda vecina,
las tardes
bochornosas después del aguacero,
el salto
de la verja y el hurto sigiloso
-el sabor
en la boca de aquel oscuro fruto
que hoy
es melancolía.
No hay mucho qué escribir
, pero su aroma
despierta al talismán de los prodigios:
el color de la
lluvia,
el sonido de un
beso,
la caridad del
aire cuando limpia la tristeza del mundo,
el poder de las
cosas sencillas y olvidadas
que habitan en nosotros.
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