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La Asociación Servicios Educativos Rurales (SER),
en el marco de su 25 Aniversario de vida institucional y en coordinación
con La Casa del Corregidor realizaron, el 3 de noviembre, un
conversatorio sobre Las minas de Laycacota y la fundación
de Puno. El tema estuvo a cargo del historiador y columnista de
la revista Cabildo
Abierto, Nicanor Domínguez Faura.
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Por la sensibilidad que reviste el tema, creemos conveniente presentar
a ustedes una trascripción del conversatorio.
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Nicanor
Domínguez
Tengo que agradecer al
SER por darme la posibilidad de hacer algo que siempre quise: darle alguna
utilidad práctica a una investigación de tesis doctoral
con un tema bastante alejado del presente pero que, a mi modo de ver,
puede tener todavía mucha relevancia para algunas de nuestras preocupaciones
actuales.
Hace un año Javier Torres,
Presidente de la Asociación SER, me propuso colaborar con algunos
artículos históricos para la nueva revista Cabildo Abierto.
Me pareció una buena idea ir presentando los resultados de mi investigación,
antes de esperar a que algún día esa tesis pueda convertirse
en un libro. Pensé que sería importante compartir los temas,
sin necesariamente tener que detenerme a discutir las fuentes históricas
o mencionar de dónde saco específicamente las informaciones
que presento y ordeno para completar una interpretación histórica,
aunque tratando siempre de mantener un cierto rigor académico.
Coincidiendo con la época
de salida de Cabildo Abierto, en noviembre del año pasado, un tema
propuesto por mi editor, Christian Reynoso, fue el de la fundación
de Puno, tal como lo presentamos ahora, tratando de fomentar el debate.
Pensé que esta noche se podría hacer un esfuerzo por sintetizar
y poner a disposición de la gente que vive aquí algunos
datos sobre momentos importantes de su pasado. Además, hoy noté
una cierta ansiedad por confirmar si vamos a seguir con la fiesta o hay
que cancelarla.
Pero, como se lo comentaba a Max
hace unos minutos, no comencé la tesis tratando de hacer una historia
urbana de Puno. Me interesó el problema previo de los conflictos
entre mineros españoles en esta área del Sur Andino, del
cual la fundación de Puno es una de las consecuencias. Por eso
pensé que, aunque ya hay varios textos sobre la llamada "rebelión
de los hermanos Salcedo" en Laycacota (y es una de las cosas que
pensé que sería útil hacer: presentar esos textos
en alguno de los artículos publicados en Cabildo Abierto), no quería
volver a repetir lo que se había dicho, volver a contar esa historia.
Porque, de alguna manera, ya se sabe lo que pasó. Más bien,
lo que a mí al menos no me convencía, era la explicación
del por qué ocurrió eso. Para mí era una cosa muy
extraña, en términos de lo que se suele conocer de cómo
era la época colonial en los Andes. En parte porque los principales
actores de este conflicto son identificados ya sea como españoles
(venidos de España y asociados a partir de sus orígenes
provinciales en España), y otro grupo, los mestizos (y con referencias
de numerosos mestizos, muchísimos mestizos). La población
indígena aparentemente no tuvo mayor participación por lo
que he podido ver (y lo sabía antes de que empezara a interesarme
ese tema); o, en todo caso, no una participación masiva.
Entonces, comparaba este tema de
Laycacota, que a mi desde el principio me pareció fascinante, con
lo que ya se sabía y se había estudiado de otros conflictos
de la época colonial. Así, lo conflictos que enfrentaron
a los propios españoles al momento de la conquista, entre Almagro,
Pizarro y los hermanos Pizarro, y la corte española, periodo de
unos veinte años de inestabilidad al inicio de la época
colonial llamados las "Guerras Civiles"; luego, en el siglo
XVIII, las distintas revueltas o rebeliones de comunidades indígenas
en contra de los corregidores, incluyendo la "Gran Rebelión"
de Túpac Amaru en 1780; y, finalmente, los conflictos de la época
de la Independencia, así como los debates entre historiadores en
torno a quién llevó adelante esa Independencia y para quién
se hizo. Todos esos fueron los antecedentes que yo manejaba. Y pensé
que algo similar podría quizás aplicarse a esta historia
focalizada en Puno, pero, a mi modo de ver, quizás más ampliamente
a mediados del siglo XVII.
El siglo XVII ha sido, hasta muy
recientemente, considerado una época en la que no ha pasado nada
relevante. Los españoles en el siglo XVI conquistaron y establecieron
un sistema de dominio sobre la población indígena. El Virrey
Toledo (1569-1581) estableció la mita y una serie más de
instituciones, que sobrevivieron mal que bien hasta el siglo XVIII, cuando
los Reyes de España, de origen francés, los Borbones, decidieron
que no les salía a cuenta tener unas colonias ineficientes y que
era necesario modernizar la administración colonial, modernizar
la recaudación de impuestos y promover ciertas actividades económicas
que pudieran generar, no el bienestar de las poblaciones locales, sino
más impuestos. Entonces, con esas referencias, el siglo XVII no
sería más que un gran hueco, un gran vacío, un periodo
en el que no había pasado nada y la gente había vivido pues
aburridamente, bien en ciudades relativamente pequeñas en los Andes,
en donde los españoles eran la élite y los indios era la
mano de obra básica, y en las ciudades costeras, o en las zonas
costeras en general, donde desarrollaron un sistema de plantaciones con
mano de obra esclava.
Más o menos, la historia
social del siglo XVII era muy simple, no pasaba mayormente nada y esta
tema de Laycacota me parecía una anomalía, una cosa rara
que no había cómo entender. Creo que por eso me atrajo.
También, a partir de esos
otros momentos de la época colonial conocidos, estudiados e incluso
debatidos, sobre cuáles eran las intensiones de esos actores sociales,
qué cosa quiso hacer Túpac Amaru por ejemplo en 1780, los
criollos en la década de 1810. Ese tipo de debates no existían
para el siglo XVII. Quizás no existían porque las referencias
a estos conflictos, el de 1668 aquí en Puno y el de 40 años
antes, a mediados de la década de 1620 en Potosí (que también
había experimentado una serie de conflictos entre mineros españoles),
aparecían como anomalías, como cosas raras, como excepciones
a la regla y como temas en donde era la élite colonial la que se
peleaba entre sí.
Y, me perdonarán quizá
mis maestros, pero eso no importaba mucho. Tal vez porque el desarrollo
histórico de nuestro país desde los años cincuenta
(con movilizaciones campesinas y tomas de tierra, luego intentos de reforma
agraria y guerrillas en la década del 60, la Reforma Agraria con
los militares en los años 70), hizo que el tema de la población
indígena se convirtiera en el centro de interés de los historiadores.
Y, en esa toma de posiciones, la élite quedaba al margen. En parte
también porque antes era sólo de las élites de las
que hablaban los historiadores: del conquistador Pizarro. o de los virreyes,
o de ciertas familias poderosas. Entonces, al hacer este cambio, por los
intereses de jóvenes historiadores en esa época, las élites
quedaron un poco al margen. Y así, estos conflictos en Potosí,
en Puno y Laycacota, eran conflictos de miembros de la élite colonial.
Los jóvenes historiadores de entonces no tenían mucho interés
en las élites, porque lo importante era recuperar la historia olvidada
sobre la resistencia que las poblaciones indígenas, las comunidades
de los Andes, habían, en ciertos momentos, desarrollado de manera
violenta. Los grandes temas sobre la historia colonial de los años
finales de los 60, y de los 70 y 80, eran estos movimientos de resistencia
indígena.
Sin embargo, me parece que entender
sólo una parte del problema no ayuda a entender el problema completamente.
Por esa razón, mi idea fue tratar de entender el conjunto de esa
sociedad colonial y aprovechar que, en este caso concreto, la población
indígena no había tenido realmente una participación
masiva y eran justamente sectores de la sociedad colonial que no habían
sido mayormente estudiados, o habían sido dejados de lado porque
antes sólo se los estudiaba a éllos: blancos, criollos,
o españoles venidos de España; y bueno, el tema de la población
mestiza, que tampoco tenía mucha investigación.
En épocas más recientes
ya hay estudios, y muy interesantes, sobre esa población intermedia
de mestizos. Estudios que no tienen mucho que ver con un discurso que,
para muchos, es un discurso de dominación: el "discurso de
mestizaje", de que la nación peruana (como en otros países
de América Latina con bastante porcentaje de población indígena),
es el producto armonioso de una relación entre conquistadores españoles
y poblaciones indígenas dominadas. Así, todos somos felizmente
mestizos y por lo tanto la armonía de ese origen debería
proporcionar, tendría que ser, la armonía del presente.
Un discurso que en el Perú desarrolla, en algún momento
de su trayectoria, José de la Riva Agüero (1885-1944), en
los años 20 más o menos. Y que es, en ese contexto, un debate
con los indigenistas, aquella generación de intelectuales peruanos
que, aunque no venían de las comunidades indígenas, reclamaban
respeto y un tratamiento más de ciudadanos (no de simplemente de
mano de obra explotada, sino de ciudadanos con derechos) para las poblaciones
indígenas. La alternativa que Riva Agüero plantea es: no hagamos
pleitos porque somos parte de esta armonía que debería primar.
Para mí, el mestizaje colonial no tiene nada que ver con eso. Creo
que hay un grupo de gente que está en años recientes trabajando
esos temas.
Otro asunto importante, que he tratado
de sugerir en algún artículo de Cabildo Abierto, es que
hay dos cosas muy distintas: (a) lo que ocurría en cierto momento
del pasado en función de las propias condiciones culturales y de
pensamiento en esa época; y, (b) lo que, siglos después,
los historiadores tratamos, con mayor o menor suerte, de reconstruir de
ese pasado. Son cosas bastantes diferentes. Y el ejemplo que quise dar
de esto es la idea de la "bandera del Tahuantinsuyo". Es básicamente
una reflexión sobre cómo el prestigio del imperio de los
Incas ha sido muchas veces, a lo largo de casi ya 500 años, retomado
por gente que pensaba que ese prestigio era muy útil para sus necesidades
del presente. Por supuesto, cómo funcionaba la sociedad incaica
antes de la conquista española es un tema aparte de cómo
generaciones posteriores han querido re-interpretarla, tomando selectivamente
elementos de ese pasado, y utilizar las diversas reinterpretaciones para
lo que esa memoria tan prestigiosa de los Incas podía ser de útil
a finales del siglo XVI, durante el siglo XVII y los siglo XVIII, XIX
y XX, en esos distintos momentos. Entonces, la idea de una bandera es
el ejemplo concreto. Después de haber consultado a una serie de
amigos que saben más de eso que yo (y que espero haber acreditado
al final del artículo, consignando los nombres), resulta que es
una "tradición inventada", es algo que en cierto momento
un grupo de gente decidió que era útil recrear.
Y viene a colación hoy, porque
se me pone en la necesidad de definir cuándo se fundó la
ciudad de Puno: el 4 de noviembre, ¿es una fecha exacta? Yo sinceramente
no podría confirmar la fecha exacta. En el artículo de Cabildo
Abierto no me fue posible confirmar la referencia a la creación
de la ciudad, con ese título de ciudad, en el año de 1805.
Es una referencia que aparece citada, pero sin decir de dónde,
en la Monografía del departamento de Puno de Emilio Romero (1899-1993),
que data de 1928. No sé exactamente de dónde don Emilio
Romero fue capaz de encontrar ese dato. Como desde el principio no planteé
mi investigación como la historia urbana de Puno, no me puse a
buscar ese tipo de información. Es más, 1805 es casi 150
años después del periodo que yo directamente he investigado.
Entonces supongo que, como ya abrí mi bocota, voy a tener que tratar
de encontrar dónde está ese documento. O alguna referencia,
o alguien que haya tratado ese tema, o que haya ubicado quizá los
documentos en algún sitio, para poder fijar en qué momento
del año de 1805 se decretó la promoción a rango de
ciudad. Probablemente, en atención a peticiones venidas del cabildo,
del municipio de la villa de Puno, se decidió en España
que por méritos suficientes (entre otros, resistir la rebelión
de Túpac Amaru), era bien darle un rango superior de ciudad a la
"Villa de la Concepción y San Carlos" de Puno, que es
el nombre original que el Virrey Conde de Lemos escogió para esta
población.
Justamente, antes de venir a Puno,
estuve tratando de ubicar en algunas publicaciones si aparecía
el dato. Por desgracia, lo único que pude fue reconfirmar que el
año 1928 Emilio Romero menciona esa fecha (1805) sin referencia
a ninguna fuente en particular. Por supuesto en 1928, era probable la
existencia de los documentos que hoy día ya no existen en Puno,
ya que en 1995 se quemaron una buena cantidad de documentos que aún
existían en la Prefectura. Por desgracia, los pocos que sobrevivieron
se trasladaron al Archivo Histórico Regional, primero ubicado en
el "Museo Dreyer", y suscesivamente a sus diferentes locales
(en la plazuela de San Juan de Dios, y ahora en la plazoleta del Carácter).
En 1997 encontré algunos documentos quemados en los bordes y los
hice fotocopiar. Lamentablemente no correspondían a este periodo.
Pero, lo que quería decir
es que, en realidad, no importa la fecha exacta de fundación si
es que el 4 de noviembre tiene ya una tradición propia como la
fecha de fundación de Puno. En ese sentido quizá, en el
ánimo de defensa anticipada, preferiría (y es una cosa que
me interesa y me gustaría preguntarle a ustedes) conocer algunos
detalles de cómo, desde cuándo en el siglo XX, en la memoria
histórica de los puneños (o de los intelectuales puneños,
sería mejor decir, ya sea profesores escolares o universitarios
de la época), se ha tratado de recrear, y a partir de qué
evidencia o a partir de qué idea han tratado de hacer cosas que
por ejemplo para mí, hoy, son muy interesantes. Por ejemplo, nadie
me sabe decir desde cuándo hay una estatua de Manco Cápac
en el cerro Huajsapata. En 1928, cuando Emilio Romero publicó su
Monografía de Puno, menciona el cerro Huajsapata, menciona las
cuevas, el lugar en donde los niños pueden jugar, pero no menciona
la estatua de Manco Cápac ahí.
Entonces, hay un momento, que no
sabría todavía fijar, en el que la municipalidad (o algunas
personas en Puno) deciden que es bueno afirmar que los Incas tienen su
origen en esta parte de los Andes. Que, siguiendo las descripciones del
Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), los primeros incas salieron del
Lago Titicaca por Puno. Y en ese sentido era meritorio hacer una estatua
de Manco Cápac en el cerro Huajsapata.
Por supuesto no hay manera de confirmar
esto, no hay documentos ni, hasta donde entiendo, una prospección
arqueológica, evidencias que puedan confirmar esa interpretación.
Quizá sí, si se hace una prospección arqueológica
se pueda confirmar esa idea de "tradición inventada",
que para mi es igualmente válida como un papel de la época
colonial dando un fecha exacta para una cierta fundación. Entonces,
si simplemente no puedo hacer eso hoy, lo que sí me gustaría
es tratar de aprender un poco: cuándo, cómo, de qué
manera este esfuerzo por desarrollar una identidad puneña ha sido
ensayado a lo largo del siglo XX y cómo, específicamente
eso de qué los incas salen por el Lago en Puno. Y se celebra justamente
en el mismo momento en el que se celebra la fundación de la ciudad,
que es una ciudad de origen español, que es una ciudad que originalmente
fue una "villa de españoles" (desde que el Virrey Lemos
decidió que en los cerros entre Cancharani y Laycacota, esa concentración
de casas era un caos, un desorden, y que había que hacer las cosas
bien hechas, y entonces ordenó demoler eso y trasladar a los pobladores
a la planicie que hoy está ocupada por la ciudad de Puno).
En esos materiales que han tenido
la gentileza de copiar y repartirles, yo no solamente reuní mis
colaboraciones en Cabildo Abierto, sino añadí una serie
de mapas que espero ayuden, a los que no son muy conocedores del periodo,
a ubicar algunos de los lugares que se mencionan en estos textos. En la
primera página intento, de manera muy hipotética, ubicar
el pueblo de indios de Puno y la villa de españoles de Puno. Porque,
en realidad, no hay más documentación que la que presenta
el Ing. Ignacio Frisancho en el libro que publicó en 1996 sobre
la fundación de Puno (más allá de ese estudio específico,
no hay por desgracia más información). El croquis es hipotético
y parte de sumir que el pueblo de indios de San Juan Bautista de Puno
existió en torno a lo que ahora es el Parque Pino y la iglesia
de San Juan Bautista, y que este sector en donde estamos, cerca de la
Catedral y de la Plaza de Armas, es un diseño que proviene de esta
serie de acciones del Virrey Conde de Lemos en 1668. Es simplemente un
croquis hipotético, a partir distintas fuentes, documentos, libros
y observaciones. Me ha parecido que es lo más razonable. Podría
ser que esté completamente equivocado, pero en todo caso lo pongo
a consideración. Y creo que con esto debería terminar, para
dar paso a sus preguntas. |
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Sonia Molina
Quisiera saber la conexión que existe entre la "rebelión
de los vicuñas" de Potosí y la situación de
los Salcedo.
Mario Núñez Mendiguri
Quisiera hacer unos comentarios. Del Dr. Domínguez, en su tesis
"Mestizos y sirvientes del Rey en los Andes coloniales, Perú
1660-1670", quiero rescatar algo muy importante: que él
habla sobre la "república de españoles" y la
"república de los indios" como parte de los actores
sociales que van a actuar en la década de 1660 en el conflicto
de Laycacota. Y otro aspecto más que quiero puntualizar es cómo
las diferencias entre españoles se agudizan aquí (lo que
no se da en España entre catalanes, castellanos, en fin), por
cuestiones fundamentalmente económicas. Es un punto que quisiera
que nos amplíe.
Prudencio Ramos
Lo que quiero decir es sobre Puno. René Calsín ha encontrado
un documento en el diario La Bolsa, de la ciudad de Arequipa en 1865,
donde dice que Puno pasó a ser ciudad un 14 de octubre de 1805,
y entonces el 14 de octubre del 2005 Puno cumplió 200 años
como ciudad. Por otro lado, creo que Manco Capac no salió por
Puno. Salió por Arapa, porque allí está "la
balsa de piedra" y el hombre que la manejaba. Ahora ya no existe,
porque le ha caído un rayo, pero se puede reestructurar. La gente
del lugar no quiere tocarlo, porque piensan que quién lo haga
se va a convertir en piedra. Hay vestigios en el lugar en donde está
la balsa. También no creo que Puno fue fundado un 4 de noviembre,
pero la gente de Puno lo ha convertido ya en tradición y es difícil
ir contra la corriente.
Juan Palao
El expositor dice que en la historia que nosotros conocemos normalmente
del siglo XVII, este siglo fue aparentemente tranquilo. Pero sabemos
que no fue así, porque fue una época de constante sublevación
desde el mismo inicio del siglo y durante todo él (1600, 1613,
1632, 1678, etc.). Una de las más famosas en Lima fue la de los
silleros, que casi toman la ciudad. Después, tenemos en el Cusco
a Alonso Inca; la de Huamanga (10 años de sublevación).
La sublevación de 1618, la de los Uros en 1632 (atacaron el pueblo
de Puno, que ya existía, y el de Chucuito), fue la sublevación
de los uro-itos en Zepita (por la que, como castigo, se prohíbe
que hablen uro y a los que lo hacían se les cortaba la punta
de la lengua; se quemaron todos los libros y diccionarios en uro que
en ese tiempo usaban los sacerdotes para catequizar). Fue una época
de mucha violencia. También hay datos de que en Potosí
los mitayos de Puno, que se llamaron los mitayos de Laycacota, hicieron
una sublevación tres años antes de la de aquí,
en 1665.
¿Qué cosa era Puno en ese tiempo?
Desde la tasa de Toledo encontramos que el primer encomendero de Puno
era Martín Dolmos o Martín de Olmos, que fue encomendero
en 1563. Olmos fue un capitán que llegó para sofocar la
sublevación de Gonzalo Pizarro y por todos sus méritos,
le entregan varias encomiendas. Una es la de Chía y Azaroma en
Carabaya, también la de Chupa, la de Puno y tiene una en Cusco
y otra en Abancay. Como encomendero, Dolmos tuvo que haber fundado capilla
de indios (San Juan Bautista) y capilla de españoles (de la Inmaculada),
porque así lo ordenaban las leyes de esa época. Estas
capillas se habrían establecido entre 1565-1570. Al haber sido
encomienda de un personaje tan importante Puno no era pues una pampa,
ni un sitio perdido, ni un caserío de indios abandonados, había
toda una organización. Además, estaba cerca de Chucuito
y de Ichu. Puno ya era un pueblo super organizado para 1668, 1700. Por
eso es que durante la rebelión de Tupac Amaru (1780), los rebeldes
como Laura, Túpac Catari y Mamani, vienen a tomar la ciudad de
Puno. Hay que investigar, pienso, la relación de los encomenderos
de Puno a partir de Martín Dolmos porque allí tiene que
estar la clave de que Puno era ya un pueblo bastante importante para
la época.
Hay otro aspecto que prueba que el siglo XVII
no fue tranquilo. A partir de 1532 empiezan las tres grandes campañas
de "extirpación de idolatrías", que se hacían
con mucha violencia. Los historiadores ocultan lo que pasó en
el siglo XVII, porque fue el siglo más trágico y violento
de la imposición religiosa en los Andes. Habría que considerar
esos dos puntos. Además, averiguar por ejemplo quién era
el encomendero más importante de Puno en 1668.
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Réplica
de Nicanor:
El siglo XVII, en la historiografía
colonial peruana, es una época mucho menos trabajada que la época
anterior, el siglo XVI y el establecimiento del sistema colonial con el
Virrey Toledo; o luego el siglo XVIII y la serie de revueltas que afectaron
a la sociedad colonial de ese periodo, bajo la presión de las "Reformas
Borbónicas". Ese periodo intermedio, el siglo XVII, tiene
muchísimo menos investigación.
Hay varios temas que, a mi modo
de ver, sí necesitan ser estudiados. Pero, al mismo tiempo, también
habría que tomar en cuenta que el periodo colonial duró
tres siglos y las cosas que podrían haber ocurrido en el siglo
XVI, muchas de ellas no seguían ocurriendo en el siglo XVIII. Específicamente,
estos conflictos en centros mineros que terminé estudiando a partir
de mi interés por Laycacota, aparentemente no ocurren antes del
siglo XVII y, hasta donde alcanzo, no vuelven a ocurrir en el siglo XVIII.
Entonces, quizá sería útil abordar el periodo colonial
como un periodo de diferentes coyunturas. En términos de una subdivisión
(aunque las fechas no sean exactamente 1599-1600 o 1699-1700, de exactitud
cronológica), estoy proponiendo la idea de un "largo siglo
XVII" en los Andes, que en realidad comienza con las reformas del
Virrey Toledo, el asentamiento de la población indígena
en "reducciones" o pueblos (uno de ellos Puno), y la mita, tanto
a la mina de Potosí como otras mitas a áreas que no tenían
actividad minera.
Otro asunto importante es que hay
una variedad regional. Las provincias que estaban obligadas a enviar mitayos
a Potosí estaban comprendidas, más o menos, entre lo que
ahora es Quispicanchis (en Cuzco) hasta el Sur de Bolivia. Pero hay otras
regiones de lo que ahora es territorio peruano o boliviano que no estaban
involucradas en la mita. Entonces, algunas veces hay imprecisión
al referirse a estas instituciones coloniales, como que hubieran afectado
a todos y cada uno los pobladores indígenas de la región
andina. Es imprecisa, no es correcta, no es exacta, lo que lleva a algunas
afirmaciones incorrectas. Por ejemplo, la referencia a la "extirpación
de idolatrías". Hasta donde se ha podido estudiar, ésta
sólo ocurre en las provincias que estaban bajo la jurisdicción
del Arzobispado de Lima (lo que ahora es Ancash, Huánuco, Pasco,
Junín, Lima e Ica). Sólo en este arzobispado hay "campañas
de extirpación de idolatrías", en las que se envía
a un visitador que vaya, pueblo por pueblo, a presionar a los caciques
locales y a los párrocos de estos pueblos, para que denuncien a
quiénes no estaban cumpliendo con la norma católica y mantenían
algunas tradiciones indígenas (que supuestamente deberían
haber abandonado porque ya habían sido bautizados y evangelizados).
Pero en obispados como el del Cusco o La Paz (Puno se eleva a obispado
en el siglo XIX), donde hubieron provincias afectadas por la mita de Potosí,
no hubo campañas de extirpación de idolatrías.
Hay un historiador boliviano, Josep
Barnadas, que ha tocado este punto: el por qué no hay evidencia
documental, por qué no hay juicios de estas campañas, como
los hay en el caso del arzobispado de Lima. Hay una explicación,
que Barnadas no comparte del todo con Thierry Saignes, otro historiador
que ha trabajado el asunto. Y es que la idea de ir pueblo por pueblo generando
pequeñas crisis (porque el proceso de extirpación comenzaba
con darles la oportunidad a los parroquianos de confesar que estaban cometiendo
idolatrías, y los que confesaban eran perdonados; más bien
los que no confesaban eran sometidos a investigación secreta, generando
conflictos intracomunales; porque la mejor manera de deshacerse de alguien
que uno no quiere era acusarlo con el visitador de idolatrías;
y en ese sentido hay muchas cosas que pasan durante las visitas, pero
sólo ocurren durante campañas masivas como el caso del arzobispado
de Lima). Otras áreas, como el Sur Andino, no parecen haber tenido
campañas de extirpación porque, y esa es la explicación
que a mi me parece más convincente, generar esos conflictos internos
en los pueblos era una manera de hacer más difícil la captación
de mano de obra para las minas. Entonces, hay la propuesta que en otras
regiones las autoridades locales, ya sean los corregidores o los curas
párrocos, habrían sido más tolerantes con esas prácticas.
No es que no existieran, no es que aquí la población indígena
haya sido mejor evangelizada que la población indígena de
la Sierra Central del Perú actual, sino que había más
lo de "hacerse de la vista gorda", porque habían otros
intereses que eran más importantes y que ponían este esfuerzo
de re-evangelización en un segundo plano. Hay poquísima
información fuera de Lima, así que parece que no ocurre
igual en todas las regiones.
Y me parece que estas diferencias
regionales del pasado son relevantes hoy día. Acabamos de pasar
un esfuerzo poco exitoso de regionalización, así que el
tema sigue estando pendiente para muchos de nosotros: la idea de que el
centralismo limeño es un problema nacional y que las regiones deberían
tener algún tipo de capacidad de despegue económico, de
bienestar social. Esa misma preocupación que existe hoy en día,
tendría que también formar parte de nuestra preocupación
por el pasado. Los procesos históricos tienen un carácter
regional, no son homogéneos. No ocurre lo mismo en todas partes,
como no ocurre lo mismo hoy día en todas parte en el Perú.
Entonces, creo que es importante pensar el pasado como una época
tan compleja como el presente. No deberíamos asumir que el pasado
fue una época mucho más simple, y que tres o cuatro características
básicas explican todo un periodo de trescientos años.
En ese sentido, una de esas características,
y particularmente de esta región Sur Andina, es la recurrente explosión
de conflictos en centros mineros durante el siglo XVII. Cuando comencé
esta investigación, de lo único que se sabía era
lo que había pasado en Potosí, un conflicto entre mineros
que eran descritos como "vicuñas" (aparentemente porque
usaban sombreros de lana de vicuña) y vascongados (mineros del
sector norte de España); y 40 años después Laycacota,
entre vascos y los hermanos Salcedo y sus aliados, que eran sevillanos,
andaluces del Sur de España. Parecían hechos raros, excepciones
a la regla. Pero, me decía yo, quizá estudiando una excepción
(algo que era lo marginal, lo extraño, lo raro, lo único,
que ocurrió una vez y nunca más), quizá tratando
de explicar eso, se podría ayudar a entender mejor la norma, lo
normal. Ese era un poco mi razonamiento cuando comencé mi investigación
sobre Laycacota.
Lo que fui descubriendo, trabajando
en los archivos de Perú y Bolivia, es que hay varias otras minas
que participan de este patrón de comportamiento: se descubre una
mina nueva, hay la esperanza de que tenga de una gran producción
de plata, y comienzan migraciones a partir de centros mineros más
antiguos y empobrecidos. La gente, ya sea mineros españoles, o
mineros criollos, o mineros mestizos, trabajadores mestizos, trabajadores
indígenas, migran. Se enteran de que hay este "boom",
esta bonanza en distintas minas y van allí. Por algunos años
tratan de conseguir la mejor ubicación, tratan de enriquecerse.
Lo que está detrás de todo eso es que, más o menos
desde 1630, la minería de Potosí, esta gran ciudad minera,
se estanca. La producción de Potosí se agota, pero estas
nueva minas dan esperanzas de que puedan haber nuevos Potosí en
otras partes de los Andes. Y así se ponen en juego, a mi modo de
ver, una serie de migraciones laborales. Y se ponen en juego también
redes que vinculan a estos mineros con comerciantes, porque los "aviadores"
(los que proporcionan el dinero y el apoyo material para las actividades
mineras), suelen ser comerciantes que pertenecen no precisamente a "casas
comerciales" pero si a sociedades comerciales que comienzan en Sevilla
(a veces, estudiando la historia del Perú colonial, la gente se
olvida que el Perú era colonia de España). Entonces, la
extracción de riqueza, la extracción de minerales de plata,
tenía una lógica de exportación, era el objetivo
básico y el motor de la economía colonial. Por eso la pregunta
de cómo es que llega esta riqueza hasta España: bueno sí,
llega en barcos, pero barcos que están contratados por comerciantes;
hay un tejido, una red de personas, de seres humanos que son los que movilizan
esta riqueza. Así, el conflicto de "vicuñas y vascongados"
de la década de 1620 en Potosí, y el conflicto en Laycacota
entre andaluces y vascos en la década de 1660, después de
todo, no parecían tan raros. Más bien parecían parte
de un patrón de comportamiento en centros mineros en el contexto
del estancamiento de Potosí y vinculado a estas redes de contactos
comerciales entre grandes comerciantes (en Lima, Arequipa, Cusco, La Paz,
Potosí) y los mineros, que se asociaban a partir de sus orígenes
regionales españoles. Había un poco la idea de que, si a
algún andaluz le iba bien en una mina, estaba de alguna forma moralmente
obligado a beneficiar a sus paisanos (que es un proceso que nosotros también
vemos hoy en día). Cuando uno no está en su tierra, uno
cuenta primero con sus parientes, luego con sus paisanos. Es una lógica
de se mantiene a lo largo de 500 años.
Así, mi forma de entender
esos conflictos es que las rivalidades de los españoles en Laycacota,
como el conflicto de los españoles en Potosí, es parte de
una tendencia de muy largo plazo: un periodo de más de 100 años
en el cual los comerciantes vascos (del norte de España), están
tratando de desplazar a una élite comercial más antigua,
una élite colonial que originalmente provenía del sur y
el centro de España. Por ejemplo, la familia de Francisco Pizarro
era de Extremadura, y hay algunos estudios en España sobre demografía
e historia de las migraciones de españoles al continente americano
en los que Extremadura tiene un comportamiento migratorio muy extraño.
Simplemente por cuestiones de distancia geográfica, era más
fácil y más rápido llegar de España a México
(que también tenía un virreinato importante y una economía
minera próspera), que venir a través de Panamá hasta
el Perú. La mayoría, estadísticamente hablando, de
gente de distintos lugares de España durante la época colonial
se dirigían a México: era más barato, más
fácil y ya habían estas redes de parentesco, de paisanaje.
Hasta más o menos 1680, México quedaba en un segundo lugar
si se comparaba con la producción de plata peruana. México
se convirtió en la gran colonia productora de plata durante el
siglo XVIII. Pero antes, la gran producción de plata que los españoles
recibían de sus colonias americanas provenían de los Andes
(Perú y Bolivia). Entonces, había un incentivo económico:
si uno tenía parientes en el Perú había una razón
para venir. Pero, si se comparan las estadísticas, los estudios
de historiadores españoles sobre ese fenómeno (la migración
española a América en la época colonial), la mayoría
de la gente se va a México, los únicos que vienen mayoritariamente
a Perú, más que a México, son los extremeños.
Y allí parece haber una tradición de extremeños que
tienen muy claro que el Perú fue conquistado por extremeños,
que los Pizarro eran de allá y que esas redes de parentesco y paisanaje
podían funcionar en beneficio de ellos.
Durante toda la época colonial
la puerta autorizada para llegar a América era la ciudad de Sevilla
y los puertos en ese sector de la península española. Entonces,
simplemente por una cuestión geográfica, muchos de los que
venían a América eran del Sur de España. Y esa élite
inicial de origen andaluz, de origen castellano, (del Centro), o extremeño,
a lo largo del siglo XVII tienen, a mi modo de ver, que enfrentar a estos
rivales muy agresivos, muy bien organizados, provenientes del norte de
España. Lo que ocurrió en Potosí entre "vicuñas
y vascongados" y lo que ocurrió en Laycacota entre andaluces
y vascos no son necesariamente "rarezas", sino es un tipo de
conflicto que no había sido considerado por los historiadores del
siglo XX y del siglo XXI. Conflicto que, a mi modo de ver, se resuelve
al final del siglo XVII cuando los vascos son capaces de imponerse. No
he seguido todavía investigando sobre el siglo XVIII, pero mi explicación
sería que, bueno: ¡ganaron! Ganaron al final del siglo XVII
y, durante el siglo XVIII, muchos de los burócratas que llegan
a la administración colonial y, en general en toda América,
son norteños (son vascos o de otras regiones del Norte en España),
y ya no tanto del Centro o del Sur. Esto, de alguna manera, es todavía
una hipótesis. Se necesita todavía mucho más trabajo
para poder confirmarla, pero es la manera que encuentro más razonable
para entender estos conflictos.
Para cerrar este comentario, mi
sugerencia en cualquier caso es: que no podemos asumir que el pasado es
más simple que el presente, que no podemos asumir que el pasado
es homogéneo y el presente no. Una cosa muy particular en el siglo
XVII en los Andes son estos conflictos de centros mineros, al menos ese
aspecto tiene que ver con ese tránsito y este conflicto entre élites.
Todas estas minas funcionan por un periodo corto de tiempo, muchas de
ellas son abandonadas, Laycacota es un ejemplo. Pero mientras producen,
producen muchísimo y son vistas como la esperanza. La tendencia
son estos conflictos monopólicos, excluyentes. La idea es: nuestra
red de comerciantes vascos va a monopolizar esa producción y no
queremos compartirla con otros españoles o, a la inversa, las redes
de los andaluces. Por eso tratan de negociar, comprar, convencer a los
distintos corregidores para mantener una cierta estabilidad en beneficio
de estos grupos locales dominantes pero, en última instancia, conectados
a estas redes comerciales con España.
Otro tema distinto, que podemos
tratar después, o que trataría de escribir en Cabildo Abierto
más adelante, es el de los mestizos. Esos numerosos mestizos que
se mencionan con tanta insistencia en los documentos de la década
de 1660, en una parte de Perú que nadie pensaría primeramente
como la parte más mestiza del país. Entonces la pregunta
es: ¿de dónde salen estos mestizos, y a dónde se
van? Porque los mencionan a cada rato y con mucho temor. Es otro de los
temas que me interesaba ver y que podría ser interesante discutir
luego. |
|
Hugo Rodríguez
Me sorprende bastante la coincidencia que hay entre el tipo de información
y análisis que hace en los tres artículos aparecidos en
Cabildo Abierto, como lo que hace Alfonso Torres Luna en un libro que
se llama Puno histórico (1968), y que no ha sido muy consultado
y muy difundido; un libro bastante amplio y que concuerda con mucho de
lo que se está mencionando.
Más allá de esto, lo que quería era más bien
señalar lo siguiente: creo que efectivamente en este periodo del
siglo XVII ha sido un periodo en el cual había mucha convulsión
y efectivamente no ha sido un siglo tranquilo, por lo menos en este espacio.
En ese sentido hay una cosa que me gustaría ver: si es posible
o no ligar, en el sentido de lo que se implicaba, más alla de acumular
riqueza, de lo que significaba este proceso (específicamente en
el caso de los hermanos Salcedo), de un proceso de acumulación
autónomo con una perspectiva política de generación
de poder local frente a la corona española. Lo cual tiene, además,
una coincidencia clara con lo que se menciona como una de las tendencias
del siglo, que es la referida a la evasión tributaria en los centros
mineros, cosa que fue muy clara en el caso de los hermanos Salcedo. Y
que, entonces, se está generando, en ciernes, una propuesta, que
fue mencionada de autonomía. Una propuesta de descentralización
frente al centralismo en el área andina: en su momento del Virreinato
de Buenos Aires, y de la corona española en última instancia.
Hecho que además es tipificado, y ahí va la pregunta: ¿cómo
entendería y cómo ligaría lo que dice Jorge Basadre,
en su libro El Conde de Lemos y su tiempo (1945, 1948), cuando señala
que la represión del movimiento, de la "rebelión de
los hermanos Salcedo", significó la anulación del germen
de una burguesía que, de haber prosperado, le hubiera dado otro
cariz en la construcción política, económica, social
a lo que conocemos hoy como Perú?
Edmundo de la Vega
Tengo un breve comentario. Primero, me parece que el concepto este de
Eric Hobsbawm sobre "tradición inventada" es muy adecuado
para ser aplicado a esto de la fundación de Puno. Pero creo también
que este concepto es parte de cómo estamos trabajando (historiadores,
arqueólogos, antropólogos), la temática de la fundación
de Puno. Algo que me llamaba la atención justo viendo esta fotografía
que presentas, y que ilustra hoy día uno de los trabajos, señala
que son las ruinas de San Luis de Alva cuando eso en términos
empíricos no puede ser probado. Es una cuestión muy sugerente
pensar que pueda ser una de las partes, porque en otra parte del texto
se señala que hubo entre 2.000 y 3.000 casas y una visita, rápida
si quieres, a la zona no va a mostrar evidencia de esa densidad poblacional.
Entonces, creo que el sitio es muy interesante, muy sugestivo respecto
a tener esta hipótesis, pero creo que no estamos todavía
en la posibilidad de hacer una afirmación tan precisa.
Segundo, quería mencionar respecto a lo que dijo el profesor
Juan Palao, que hacía referencia a que el primer encomendero
fue Martín Dolmos, que su encomienda fue en 1563. Hay un documento
que fue encontrado por Catherin Julien en el Archivo General de Indias,
que es una cédula de encomienda en la cual Francisco Pizarro
le entrega más bien la primera encomienda a Gómez de Mazuelas,
y es interesante porque esta cédula de encomienda es del 1ro
de agosto de 1535. Entonces más bien deberíamos considerar
que Gómez de Mazuelas sí fue el primer encomendero. Estamos
hablando de que fue una encomienda entregada cuatro años después
del arribo de los españoles a los Andes. En esta cédula
también se mencionan cosas interesantes, que también señaló
el Sr. Palao, respecto a que Puno no era pues el famoso "puño"
del cual hemos querido hacer derivar la etimología, señalando
que era un caserío pequeño. Por ejemplo, en esta cédula
se señala que el cacique C'cacha era uno de los caciques que
compartía el cacicazgo con Illac'opa, y que entre los dos manejan,
más o menos, más de 1000 indios, ¡tenían
casi una huaraca en términos poblacionales! Y si pensamos que
1000 indios en Puno, comparados con Chucuito (que simplemente tenía
el doble y era considerado uno de los grandes centros), entonces imagínense
su importancia.
Creo que hay información que todavía no está siendo
reconocida, todavía no está siendo manejada. Y que esto
de lo que decías de "tradición inventada" también
es parte de que no estamos haciendo trabajo de campo. Mucha de esta
temática la estamos discutiendo en debates, la estamos trabajando
desde el escritorio, pero no estamos haciendo un contraste en busca
de evidencia empírica que nos ayude a superar este entrampe.
O es una "tradición inventada" y la valoramos en ese
sentido, o en todo caso tratamos de buscar una verdad histórica
más exacta.
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Réplica de Nicanor:
No estoy contestando varias de las preguntas que me han hecho. Trataré
de hacerlo. Después, si alguien quiere, podemos quedarnos conversando
un rato más.
Sobre el siglo XVI en Puno,
muy rápidamente: hay alguna información publicada, y otra
recuperada por algunos investigadores, pero es cierto que se necesitaría
hacer un nuevo trabajo de archivo. Por desgracia, las fuentes más
antiguas se conservan relativamente poco en Perú. En Arequipa
y en Cusco hay alguna información. Muchos de esos documentos
iniciales son cédulas de encomiendas, o tasas de tributo, que
contienen información interesante sobre esas comunidades indígenas
al inicio del periodo colonial. Muchos de los documentos del siglo XVI
están en España. Entonces, hay que pensar en una investigación
de largo aliento para tratar de cubrir el área de lo que hoy
es el departamento o región de Puno.
La pregunta de si es que hay que
entender los procesos de la llamada "rebelión de Laycacota"
como un primer intento de autonomía regional basado en una acumulación
primitiva de capital (quisiera tratarla en esos términos) por
una élite minera, y si esa élite minera podría
ser calificada de una burguesía, o el inicio de una burguesía,
que quizá hubiera podido, a lo largo de los siguientes años
del periodo colonial, cambiar la historia del Perú. Pues me temo
que la propuesta de Basadre no estaba muy acertada. En parte porque
mi interpretación de este conflicto se basa en asumir que la
riqueza que estos mineros extraían de Laycacota, y en general
de las minas andinas, iba a España. Era una relación colonial
que no hay que perder de vista, aunque sea redundante decirlo. España
no siguió el proceso de otros países de Europa (Inglaterra,
Francia, Holanda), que desarrollaron tanto una burguesía como
un proletariado, vinculados por relaciones capitalistas asalariadas.
Y una economía salarial masiva en los Andes, como en España,
no tenía por donde llegar (asalariar a los trabajadores hubiera
implicado abolir la mita minera, por ejemplo, y pagar sueldos que los
ex-mitayos hubieran aceptado para trabajar). A la larga, es un problema
que hoy en día en el país todavía se mantiene,
pues no todos nos relacionamos a través de relaciones de mercado,
definidas por el salario en moneda.
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Denis Cahuana Quispe
Soy estudiante de la escuela de aplicación de la universidad.
Quisiera complementar sobre de dónde salió Manco Capac.
Pertenezco a la provincia de Moho, soy del distrito de Tilali, comunidad
campesina de Callari. En la C.C. de Sukuni y Siale, los padres de mis
familiares dicen que en la época que no había sol, el
lago comenzó a subir y las gentes construyeron sus casas en el
cerro. Hasta el momento existe y es hermoso. Cuando salió el
sol se asustaron y empezaron a migrar a diferentes lugares, a otros
sitios. Entonces Manco Cápac y dos personas salieron. Me da pena
que hasta el momento esa ciudad está abandonada y las personas
desconocidas de diferentes ciudades que vienen, simplemente escriben
la historia por imaginación, y no creo que es justo. Las personas
de edad son sabias y saben la historia. Deberían investigar de
esas personas.
Sonia Molina
Disiento de la hipótesis del investigador. Porque en el caso
de Potosí, los mejores cargos y las mejores vetas de las minas
se las entregaban a los vascos; a los criollos se los postergaba, incluso
en la posibilidad de ocupar los cargos altos. Digo esto porque ese conjunto
de "vicuñas", netamente criollos, fundaron el grupo
los "vicuñas" con la premisa de que querían
tener iguales oportunidades que los españoles nacidos allende
el mar. Y justamente, la raíz de esta "rebelión de
Laycacota" ha sido un conflicto racial que se arrastró hasta
acá. Porque en Lampa hay una "portada de los vicuñas",
una portada de piedra. Entonces, no es tema tan simple como decir que
fue un conflicto de intereses comerciales. Es un conflicto de poderes,
porque los criollos querían incluso desmembrar su nueva patria
de la corona española. Entonces, fue una rebelión fuerte
la que se produce.
René Calsín
En primer lugar felicitar por la organización de este debate.
Como ya se dijo anteriormente, Puno en los albores de la colonia ya
era un pueblo. Y ese documento al que alude es el primer documento colonial
que se encuentra, y está fechado el 1ro. de agosto de 1535. Es
un documento clave para conocer la historia, particularmente de Puno.
Allí se menciona al curaca C'caha, que se quedó a cargo
de Puno, y los dos puertos (Puno y Chupa), se quedaban con Gómez
de Mazuelas, que creo fue primer encomendero. Y también muchos
lo registran, Vaca de Castro entre otros, como primer encomendero. Creo
que es un hecho importante porque también en 1573, durante la
visita de la tasa de Toledo, Puno tenía una población
considerable en comparación con los otros repartimientos. Y eso
da una muestra de que Puno sí era un pueblo, y un pueblo importante.
Y no como quienes han estado tratando acerca de este tema: muchos, la
mayoría, casi todos, decían que esta era una aldea, un
villorrio, un caserío, una pascana.
En la segunda parte, con la fundación de
Puno. Muchos han estado tratando este tema y si nosotros revisamos el
informe y la carta del propio virrey Conde de Lemos, induce de una u
otra manera, que hubo fundación por un lado. Por otro, quién
mejor ha precisado, ya con fecha concreta, es el padre Rubén
Vargas Ugarte, que textualmente describe como si fuese la fundación
el 9 de setiembre de 1668. Y aparece otro documento, que parece ser
el más fehaciente y definitivamente el más contundente,
un libro colonial escrito a mediados del siglo XVIII por Esquivel y
Navía. Él inclusive en sus crónicas da cuenta de
los sucesos que ocurrieron aquí, y también indica que
la fundación de Puno es el 9 de setiembre de 1668; es más,
todavía indica el folio en donde está la ordenanza que
da cuenta de esa fundación. Ahora, hay documentos adicionales.
El libro del Ing. Ignacio Frisancho Pineda, que aborda también
esa propuesta. Nosotros también hemos encontrado varios documentos
en el Archivo Regional de Puno, y uno de ellos trata de 1669, del maestro
Guillermo Torres, que también abonaría a tal fundación.
Quisiera el comentario de estos aspectos.
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Réplica de Nicanor:
Una de las cosas que me he dado cuenta es que no he comentado lo que
Edmundo planteó en sus preguntas. Me refiero al trabajo de campo.
Por mucho tiempo, y no sólo en Puno (estos son fenómenos
a tener en cuenta cuando se trata de ver la historia regional en diversos
lugares del Perú), los autores locales tienden a elaborar una
"cadena de citas", a citarse unos a otros porque no hay información
muy antigua en muchos archivos provinciales en el Perú. Así,
producen una imagen del pasado que no necesariamente se sostienen cuando,
al tener los recursos para hacerlo, se puede trabajar ya sea en archivos
en Lima o en archivos bolivianos, que son relevantes para nosotros aquí
en Puno. Incluso hay documentación sobre Puno en Buenos Aires
y, bueno, en España. Es necesario una especie de "trabajo
de campo", ir buscando las fuentes documentales en archivos. Y,
como decía, Arequipa y Cusco son lugares en donde se puede encontrar
documentación referida a Puno desde el siglo XVI.
Pero también hay algo que
es mucho más costoso, que requiere de un equipo, de un proyecto,
y que no siempre es tan fácil de conseguir, y es el trabajo de
arqueología histórica. La mayor parte de trabajos de arqueología
en el Perú están referidos a arqueología prehispánica.
Pero sólo hay unos cuantos ejemplos de arqueología histórica:
en el caso del valle de Moquegua, y eso porque la empresa minera Southern
puso plata para ese tipo de investigación arqueológica.
No hay investigación sobre sitios coloniales abandonados. Sería
importante tratar de hacer una prospección arqueológica
en todo ese sector, en toda la parte alta del sur de los cerros de Puno,
para delimitar un área arqueológica y tratar de ver si
es posible hacer un proyecto de largo plazo de arqueología histórica,
enfocado en el asentamiento que existió en torno a las minas
de Laycacota, que oficialmente llamaron San Luis de Alva. A veces en
los documentos se encuentra "Laycacota" o "San Luis de
Alva de Puno", pero se refiere al sitio allá arriba, no
a la localidad cerca al lago.
Eso sería importante. Porque
yo he tratado de ubicar de manera hipotética estos lugares en
los mapas que he incluido acá, hasta donde he podido entender
a partir de las informaciones que aparecen descritas en la documentación.
Este es el mapa más reciente en el que he podido reunir la información.
El sitio donde se ubicaría "San Luis de Alva" es el
lado Oeste del cerro Cancharani, no al lado Este que es por donde pasa
la carretera a Moquegua. Creo que la foto incluida en Cabildo Abierto
está tomada de ese otro ángulo. Lo otro es la ubicación
de las propiedades de los Salcedo: ¿dónde tenían
sus "ingenios", estas casas para moler y refinar el metal
de plata? El de Gaspar de Salcedo estaba entre los sectores que hoy
se conocen como Salcedo y Aziruni, al Sur de la ciudad de Puno. Y la
propiedad de José de Salcedo estaba en Cairani, al Sur de Tiquillaca.
Entonces, hay esas referencias y muy pocas descripciones. Y no hay un
trabajo realmente de arqueología histórica que nos permita
entender cómo o qué tan extenso fue este asentamiento.
Hay referencias a 2,000-3,000 casas que fueron derruidas, pero no dicen
si eran de un solo piso o de dos pisos; si eran grande o pequeñas;
qué tipo de casas eran. Solamente hay un número, hasta
variable, y la información sobre que la población fue
trasladada a esta nueva villa de Puno. Hay interesante trabajo de campo
por hacer.
Igualmente, las sugerencias que
fueron presentadas, sobre que en Moho o en Arapa habría evidencias
de sitios arqueológicos que podrían estar ligados con
la leyenda de la salida de Manco Cápac y Mama Ocllo del lago
Titicaca. Así, se necesitan tanto nuevas investigaciones de arqueología
prehispánica como algún esfuerzo de estudiar este aspecto
del periodo colonial: las ruinas de algunos sitios, especialmente estos
detrás del Cancharani.
El compromiso de cerrar este Conversatorio
con una conclusión, me temo que va estar un poco difícil.
La información que varias personas han presentado acá
esta noche es novedosa. Por mi parte, sólo puedo citar como mi
fuente de información la Monografía de Emilio Romero,
donde aparece la referencia al año 1805. Si alguien ha tenido
la suerte de encontrar ese documento, me encantaría tener una
copia. Al menos esa parte del debate queda más o menos zanjado.
Lo que yo haría, para hacer
el asunto sobre la "verdadera" fundación de Puno quizá
un poco más fastidioso es, bueno, que una cosa es que allá
en Madrid el Rey de España haya firmado un documento, seguro
por peticiones y presiones de la élite puneña de esa época
("queremos que se nos reconozca un estatus de ciudad que es más
importante que sólo el de la villa de Puno que tenemos").
Si probablemente hicieron peticiones, puede ser que haya esa información
en algún archivo de España. Y bueno, finalmente, parece
que en 1805 el Rey se dignó a firmar una cédula real (donde
se diría: "está bien, pues, Puno es ciudad, etc.").
Entonces, habría que pensar, ¿y cuándo llegó
esa orden acá y cómo fue cumplida? Y si es que en ese
momento a alguien se le ocurrió hacer una fiesta ("porque
bueno, ahora somos legalmente una ciudad y nuestra importancia ha sido
reconocida"). En vez de cerrar el Conversatorio con decir: "exactamente
1805 es la fecha en que fue firmado el documento por el rey de España",
para hacer las cosas más desafiantes, dije, vamos a seguir con
estas ambigüedades. O si no, no tendríamos mucho de que
hablar. Pero si hubiera la posibilidad de encontrar una especie de "acuse
de recibo" de la real cédula aquí en Puno, y si a
alguien se le ocurrió hacer una celebración y dejar testimonio
escrito de esa actividad, eso sería muy interesante, ¿no
creen?
|
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José Velásquez Garambel
Me preocupa mucho el uso de las categorías de "élite
minera" y por otro lado de "grupo de poder". Como nosotros
sabemos, Giovanni Levi (padre de la micro-historia) hace ya un deslinde
de esto. Al decir eso, me estoy consignando en lo que usted propone.
Lo otro me parece, por decirlo así, entrecomillado.
También me preocupa el hecho que en Puno
nunca han habido historiadores. No hay una tradición histórica;
digamos que recién se está iniciando. No conozco un trabajo
aún. Por otro lado, el trabajo del Dr. Núñez me
parece muy interesante, no porque se haya basado en segunda fuente,
porque no hay mucho de eso. He visto y he sido testigo del manejo de
datos de primera fuente, del trabajo de archivo que él ha hecho.
Me parece que hay que revisar ese trabajo para debatir sobre San Luis
de Alva.
He sido también testigo de los datos que
acaba de mencionar René Calsín, que es muy acucioso. Creo
que todos los datos que él ha mencionado (y los tiene a la mano)
son datos de primera fuente. Y digamos que me suscribo en lo de la fundación
de Puno, porque ese documento de Miguel de La Torre, primer maestro
puneño, que data de 1669, hace referencia a la fecha y hace referencia
a las familias a las que se consignan los terrenos que están
al costado de la cofradía. Esos documentos sí existen,
lo que nos falta es ser un poco más puneños; es un jalón
de orejas para nosotros mismos, que estando en Puno no nos hemos dignado
a visitar los archivos que tenemos aquí. Y que estemos devaluando
muchos archivos, que se están perdiendo lastimosamente. Le agradezco
esta charla informativa y que procura problematizar algunos conceptos.
|
Nicanor, amablemente ha remitido referencias bibliográficas
en donde los interesados pueden seguir buscando. ¡Muchas gracias!
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Solano, Francisco de. "Élites y calidad de vida en Chucuito
a mediados del siglo XVII, según la correspondencia privada de
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Vargas Ugarte, Rubén, S.J. Historia General del Perú:
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Vargas Ugarte, Rubén, S.J. D. Pedro Antonio Fernández
de Castro, Conde de Lemos y Virrey del Perú. Lima: Ed. Universitaria,
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Vargas Ugarte, Rubén, S.J. Historia General del Perú.
Lima: C. Milla Batres, 1966-1971, 6 vols.
5.- Migraciones de españoles a América.
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transatlánticos en el siglo XVI. Madrid: Alianza, 1983.
Martínez Shaw, Carlos. La emigración española
a América (1492-1824). Colombres, Asturias: Archivo de Indianos,
1994.
6.- Evangenización y "extirpación de idolatrías".
Acosta, Antonio. "La extirpación de las idolatrías
en el Perú: origen y desarrollo de las campañas; a propósito
de "Cultura andina y represión", de Pierre Duviols".
Revista Andina (Cuzco), vol. 5, núm. 1, 1987, pp. 171-195.
Acosta, Antonio. "Dogma católico para indios: La versión
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(Lima), vol. 25, núm. 2, 2001, pp. 11-47.
Barnadas, Joseph M. "Idolatrías en Charcas (1560-1620):
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Duviols, Pierre. La destrucción de las religiones andinas
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Duviols, Pierre, ed. Cultura andina y represión: Procesos
y visitas de idolatrías y hechicerías: Cajatambo, siglo
XVII. Cuzco: Centro "Bartolomé de las Casas", 1986.
Duviols, Pierre, ed. Procesos y visitas de idolatrías: Cajatambo,
siglo XVII; con documentos anexos. Textos quechuas traducidos, editados
y anotados por César Itier. Lima: IFEA, PUCP, 2003.
Gareis, Iris. "La "Idolatría" andina y sus fuentes
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de Pierre Duviols". Revista de Indias (Madrid), vol. L,
núm. 189, 1990, pp. 607-626.
Marzal, Manuel, S.J. La transformación religiosa peruana.
Lima: PUCP, 1983.
Meiklejohn, Norman. La Iglesia y los Lupaqas durante la colonia.
Cuzco: Centro "Bartolomé de las Casas", Instituto de
Estudios Aymaras, 1988.
7.- Otros temas mencionados.
Domínguez Faura, Nicanor. "La actual "bandera del
Tawantinsuyo", ¿se inspiró en el Altiplano?".
Cabildo Abierto (Puno), núm. 6 (Abr.-mayo 2005), pp. 16-17.
Hobsbawm, Eric, y Terence Ranger, eds. La invención de la
tradición [ed. orig. en inglés, 1983]. Barcelona:
Crítica, 2000.
Levi, Giovanni. Sobre microhistoria. Buenos Aires: Biblos, 1993.
Portugal Catacora, José. Puno: tierra de leyenda; versiones
legendarias sobre el origen de los pueblos de la Altiplanía peruana.
Puno: Ed. Laikakota, 1952.
Urbano, Henrique, O.P., comp. Wiracocha y Ayar: Héroes y funciones
en las sociedades andinas. Cuzco: Centro "Bartolomé
de las Casas", 1981.
8.- Más información: http://laicacota.blogspot.com/
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