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*Varios |
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(Mayo, 2012) |
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(Mayo 2014) |
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"Madre tierra y mujer andina"
(Noviembre, 2013) |
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Revisando significados. Reflexiones en torno a expresiones culturales andinas.
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Para entender la intercultu-ralidad:
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Crisis civilizatoria
(Octubre, 2023) |
|
A propósito del estallido popular
(Diciembre, 2023) |
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Ana
María Pino Jordán (1949), promotora de La Casa del Corregidor,
resume lo que fueron cinco años de funcionamiento de lo que denominó
"un espacio de encuentro cultural" y que dejó de serlo
este 20 de diciembre. El espacio a partir del 2006, será sólo
virtual.
La
Casa del Corregidor:
Una experiencia
(*)
La Casa del Corregidor es el nombre que le dio el Instituto Nacional
de Cultura, al actual inmueble ubicado en pleno centro de la ciudad
de Puno, en el Jr. Deustua 576, entre el Museo Dreyer y la oficina de
la Policía de Turismo. Durante los cinco últimos años
ha pretendido funcionar como un espacio de encuentro cultural. Sus actividades
se pueden seguir entrando al enlace de internet: www.casadelcorregidor.pe.
La idea de este espacio, y su posterior puesta en marcha, es resultado
de muchos años de experiencia en trabajos cuyo objetivo buscaba
el "desarrollo" de la población de esta zona, mayoritariamente
campesina o de origen campesino. Habiendo trabajado diferentes enfoques
y énfasis en ese tipo de actividades, una de las conclusiones
a las que llegamos, con los colegas con los que siempre discutimos el
tema, fue que un problema grande en la perspectiva de lograr "Desarrollo"
es la distorsión que se tiene a la hora de plantear sus objetivos
y acciones por más participativa que haya sido la metodología
utilizada, y por eso la falta de resultados, los "elefantes blancos"
y las frustraciones. Analizando esto, encontramos que la razón
de la distorsión no es tan sólo por cuestiones económicas,
sociales, técnicas, políticas, naturales (geográficas),
sino básicamente por la fragilidad de nuestra identidad, nuestra
autoestima, que hace que lo que menos consideremos a la hora de plantear
objetivos de desarrollo es a nosotros mismos, el espacio en el que vivimos
y las condiciones que tenemos y sabemos manejar. Esa fragilidad, hace
que estemos pensando más en lo que quisiéramos ser (y
no somos), en lo que quisiéramos tener (y no tenemos). Si estuviéramos
orgullosos (no solo emocionalmente) de lo que somos y sabemos, y le
diéramos valor, otros, estoy segura, serían los planteamientos
de desarrollo; en consecuencia, también sus resultados.
En esa lectura, la perspectiva entonces, si pensábamos hacer
"desarrollo", era reforzar identidad, reforzar autoestima,
en términos individuales y también sociales. Básicamente
éstos últimos, ya que es el medio el que va determinado
lo individual; además, "a problemas individuales, le corresponden
soluciones individuales". Pero, el reto era trabajar el fortalecimiento
de nuestra identidad como sociedad y analizando las posibilidades y
herramientas que teníamos para ese propósito, llegamos
a la propuesta de trabajar Cultura (pero con mayúscula; es decir,
más allá de pintura, música y danza).
También llegamos al convencimiento que la población campesina,
quechua, aymara, tenían y tiene, en términos generales,
más claro quiénes son y su pertenencia. En nuestro trabajo,
habíamos detectado que los conflictos de identidad más
serios lo tenían los técnicos mayormente mestizos, o los
de extracción campesina que habían pasado por la universidad.
Solíamos decir que eran "los más alienados".
Es lógico por otra parte, pues la universidad constituye "la
escuela de cuadros del sistema" de base "occidental y cristiana",
que en los tiempos actuales pretende hegemonizar a la humanidad, suponiéndose,
con una arrogancia exacerbante, la mejor y más moderna opción,
despreciando a las sociedades de culturas diferentes o "ningunéandolas"
en la mayoría de los casos. Debo precisar que la condición
de mestizo la da una determinada forma de pensar, no está restringida
a una cuestión racial, ni social. Del mismo modo, la connotación
de "cristiana", en este texto, la da su filosofía más
que su confesión o credo.
Entonces, la población objetivo de nuestra tarea de reforzar
identidad se definió como por un tubo, considerando como agravante
que es precisamente este sector de población, el que tiene representación
en las instancias de decisión política: llámese
gobierno, poder judicial, poder económico y la instancia de reproducción
social y política: la educación formal.
En consecuencia, para reforzar identidad cultural (autoestima) en el
sector de población que propone y decide políticamente,
teníamos que buscar un espacio que los representara históricamente.
Encontramos La Casa del Corregidor, casa que nació con la ciudad
de Puno. El resto es "pan comido": tenemos un portal de internet,
se anuncia directamente y por los medios de comunicación locales
las actividades que se realizan y los servicios que brindamos.
Sin embargo, el resultado es contradictorio: es exitoso pero no sostenible.
Exitoso, porque va encontrando que la lectura que llevó a realizar
y poner en marcha esta experiencia, no está lejos de lo real.
Por allí hay que poner ingentes cantidades de energía
y creatividad (que por otro lado sobrepasa un esfuerzo privado). También
es posible ver que cada vez hay más conciencia y esfuerzo colectivo
en la necesidad de tratar la problemática. El tema se va volviendo
agenda y eso es el comienzo de un largo camino.
La sostenibilidad, es la otra cara de la medalla. La experiencia vive
de lo que puede lograr como ingreso. Esperábamos contar con poco,
por no decir con nada, del apoyo gubernamental ya sea del gobierno local,
regional o nacional ya que está demostrado, hasta el cansancio,
que sus prioridades son otras (posiblemente sus lecturas también).
Pero esperábamos mayor respuesta de esa población objetivo
a la que esperábamos se sintiera "reforzada" con nuestras
actividades. Hay diferentes formas de hacer política, y nosotros
optamos por ésta. No se iba logrando el resultado y en la búsqueda
de respuestas, nos fuimos dando cuenta que el tema de identidad también
está "ninguneado", en el mejor de los casos sesgado
en los análisis e investigación y en consecuencia, no
encontramos explicaciones más profundas. Esto es un relato, puede
considerase un testimonio, de ninguna manera es un "así
es", pero puedo ir señalando las acciones y respuestas que
hemos ido acumulando en esta experiencia.
Hace cinco años, cuando abrimos las puertas de La Casa, lo que
funcionaba fue el café-bar con una atención casi personalizada.
La razón de esa decisión fue eminentemente financiera:
teníamos que demostrar ingresos para obtener un préstamo
que permitiera terminar la restauración de La Casa. Hicimos volantitos
como tarjetas, afiches que entregamos a establecimientos de la Calle
Lima y nos hicimos miembros de Titicaca al Mundo. Más tarde establecimos
convenio de trabajo conjunto con el Centro Cultural Uyarik Aru que agrupa
a entusiastas jóvenes con los que compartimos objetivos. De ese
primer año, esperábamos sólo ubicarnos como espacio.
Los siguientes años, fuimos más regularmente agresivos
con las exposiciones, tertulias, conversatorios, presentación
de libros, video club, espacios en los medios, como para que la gente,
además de enterase, se vaya posicionando del espacio y haciéndolo
suyo. No hicimos gran cosa como para atraer a turistas; sin embargo,
fuimos apareciendo sistemáticamente en las guías para
viajeros que se editan en diferentes idiomas extranjeros.
La respuesta hasta ahora es que nuestra población objetivo no
se entera de que existimos, pero paradójicamente si sabe de nosotros.
Por tanto, si no tenemos usuarios locales de nuestros servicios, no
podemos sobrevivir. Los turistas, que cada vez llegan en mayor número
y muestran su satisfacción por el espacio, lamentablemente llegan
durante un tiempo que es insuficiente para darle sostenibilidad a la
propuesta.
La pregunta entonces es ¿por qué los turistas, excelsos
exponentes de lo que sería modernidad, "de esa cultura a
la que aspiramos", se van posicionando y haciendo suyo el espacio
y la "gente culta local" no lo hace?. Podemos ensayar varias
respuestas (muchas de ellas provocadas por situaciones vividas directamente)
pero algo aparece como evidente: "el problema de autoestima es
más fuerte de lo que parece". Es una constatación
bastante empírica y algunos hasta la descarten por tratarse tan
sólo de un caso.
En un principio, en el marco de Titicaca al Mundo, los empresarios con
los que conversaba del tema, contaban también de su experiencia.
Decían: "la gente debe suponer que es caro porque está
bien cuidado y presentado" o el local l@s intimida. Otras razones
en el análisis cotidiano señalaban que "las mesas
no tienen mantel" y la gente debe sentirse incómoda porque
tiene que cuidarse, o que está en el interior y l@s que asisten
no puede ser vist@s o lucirse. Otras razones más mezquinas, racistas
y discriminatorias señalaban que la razón estaba en que
no pocos creen que "el negocio es de un extranjero y entonces para
qué darle de comer" o que la propuesta es resultado de "calores
menopáusicos", no ha faltado el argumento de que el local
es para "pitucos", tampoco el que es un lugar "pesado"
porque después que salen de él, algo les pasa. Claro que
hay razones mucho más técnicas: no tiene competencia,
está solo, sin otros locales en su entorno; o está muy
lejos de la Calle Lima, o no hace publicidad, marketing,... pero ¡¿cómo
vender cultura sin desnaturalizarla?!
Lo que nos va señalando el problema (autoestima) es que la gente
aparentemente no se atreve a probar pasar sus propios límites.
Si la experiencia no es sostenible es porque en aras de sus objetivos
mantenemos precios competitivos, asequibles para la población
local. Otro indicador es que sí asiste el público local,
pero la mayoría de veces cuando tiene que llevar a un pariente
o amigo que vive en el extranjero; sobran los dedos de una mano para
contar a los asiduos clientes locales, tanto de los servicios como de
las actividades culturales. También es un indicador la opinión,
casi unánime, de que si el local estuviera en Arequipa, Lima,
Sevilla o Chicago, estaría lleno.
También permite pensar en otro aspecto o característica
de la "elite local": ¿qué espacios utiliza para
la discusión o intercambio de ideas? ¿serán espacios
sociales como domicilios, reuniones familiares, clubes? ¿espacios
académicos como centros de estudio, universidad, colegios profesionales?
¿espacios informales como cafés, bares, "huariques"?.
Será interesante ubicarlos y entender los por qué, total
mientras más conocemos del ambiente en que vivimos, de su gente,
más conocemos de nosotros mismos y viceversa.
La problemática es digna de estudio. Ojalá haya gente
que se anime a investigarla como la cara escondida de nuestra sociedad.
Si eso ocurre, la experiencia presentada demostrará que ha valido
la pena.
________
(*) Publicado en
"Los Andes".
Puno, Perú: 4 Nov. 2005. Pág.
17
Correo: mail@casadelcorregidor.pe
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